martes, 20 de agosto de 2019

CARTA A MARIANA, DONDE APARECE ROSARIO CASTELLANOS




Querida Mariana: Rosario Castellanos está en este paisaje tan lleno de robles, ocotes, cipreses, madrones y pajulules. Ella está en la mente de Naidelín Alanís Lagunas, estudiante del bachillerato en el COBACH 198, del Ejido Efraín A. Gutiérrez, y está en el interior del número 12 de ARENILLA. ¿Recordás cuando la nana -en la novela Balún Canán- le dice a la niña que el viento es uno de los nueve guardianes de su pueblo? Bueno, pues ahora, por un fenómeno de transmutación universal, Rosario está ¡en el viento de esta región!
Por invitación del maestro Ornán Gómez, director de Educación, del municipio de Comitán, retomé el ciclo de charlas acerca de Rosario Castellanos, que comparto en escuelas. El pasado lunes 19 estuve en el ejido Efraín A. Gutiérrez, ahí tuve el privilegio de conocer a Naidelín y a más de cien muchachos estudiantes, quienes estuvieron pendientes de la plática. Compartí con ellos un fragmento de “Balún-Canán”, el poema Autorretrato y leí el editorial del número 12 de la revista ARENILLA, porque ahí está publicado un testimonio de Samuel Gordon, que es el testimonio más cercano del día que Rosario falleció, porque, vos sabés que él fue alumno y amigo de Rosario, en Israel, y fue una de las personas que estuvo cerca de la escritora el día de su fallecimiento, en Tel Aviv. ¿Qué fue lo que le sucedió a Rosario el día de su accidente fatal? Acá está el testimonio de Samuel Gordon, quien, nos dice, platicó con Rosario, por teléfono, horas antes de su muerte. Cada bimestre, la revista ARENILLA llega a dos mil lectores, de manera gratuita. Acá, en este número, esos dos mil lectores tienen el testimonio más cercano a la realidad de lo que sucedió en Tel Aviv aquel fatídico 7 de agosto de 1974.
El otro día, un amigo dijo que el ayuntamiento, a pesar de tener la imagen de Rosario en su logotipo institucional, hace muy poco para honrar la memoria de Rosario. Nada dije, porque procuro no hablar en primera persona, pero vos sabés que, desde que asumí el cargo de cronista municipal, he procurado acercar la imagen de Rosario a jóvenes estudiantes. Porque la chamba de cronista exige que, aparte de consignar los hechos memorables de la comunidad, dé a conocer rasgos de la cultura local. ¡Y qué mejor que acercar el conocimiento de Rosario a los chavos comitecos! He acudido, por invitación de la Dirección de Educación, a muchos planteles educativos de la ciudad y de comunidades del municipio. He estado en escuelas de nivel primaria, de nivel secundaria y de nivel preparatoria (incluso, una mañana acompañé a personal de la Dirección de Educación al reclusorio, donde ellos impartieron un taller y yo hablé algo acerca de las particularidades comitecas en la obra de Rosario). Además, cada semana, subo video cápsulas en las redes sociales, que dan a conocer fragmentos de la obra de Rosario o fragmentos de análisis de expertos en torno a la vida y obra de nuestra paisana.
Fui a Efraín A. Gutiérrez, a once kilómetros de la cabecera municipal, y, de regreso, encontré en un paso peatonal de la carretera internacional una lona enorme que recibe a los visitantes que vienen de San Cristóbal de Las Casas, que dice: “Comitán, tierra de Rosario Castellanos.”
Mis charlas han sido recibidas por más de mil estudiantes comitecos, de los niveles mencionados; y las videocápsulas son vistas por no sé cuántos usuarios de las redes; es decir, se promociona la vida y obra de quien está considerada una de las tres grandes escritoras mexicanas del siglo XX; con emoción, desde el ayuntamiento municipal, se difunde la obra de nuestra distinguida paisana. Hablo, querida niña, por lo que a mí me corresponde, pero hay más proyectos de difusión.
En fin, digo que Rosario, más que nunca, está en el aire de Comitán. Ya muchos intelectuales han dicho que es una figura desperdiciada. Ahora es buen momento para hacer que brille y que su nombre signifique el feliz pretexto para que muchos amigos de otros lados visiten la ciudad donde Rosario vivió su niñez y parte de la adolescencia. Te he comentado en ocasiones anteriores que conocí un par de visitantes japoneses que llegó a la ciudad, porque los dos habían leído Balún-Canán, en su lengua original. El nombre de Rosario es un nombre emparentado con nuestra cultura.
Posdata: Cuando llegué al COBACH había un risueño chipi chipi. A mí lo sabés no me gusta mojarme, pero ahí, a mitad del bosque (patio central del Colegio) me sentí muy bien, en lo alto de mi cabeza una miríada de alfilercillos bailaba, y bajo mis pies un rumor húmedo patinaba por el césped mientras yo caminaba por encima de éste. Supe que el aroma del bosque, enredado con juncia, cipreses y orquídeas, es, también, uno de los nueve guardianes de nuestro pueblo.