miércoles, 8 de abril de 2020

CARTA A MARIANA, CON UN LIBRO DE 2012 Y OTRO DE 2014




Querida Mariana: Ayer recordé que un día dijiste que un amigo tuyo, en Guadalajara, cuando le contaste que tenías un amigo escritor, preguntó dónde podía conseguir libros míos. Y le explicaste que no estaban a la venta más que en Comitán (somos pueblerinos, pues). Le prometiste que al volver al pueblo le enviarías dos libros míos por paquetería y ¡cumpliste! Pero ayer, en este periodo de confinamiento por el covid-19, vi, en redes sociales, la invitación que hizo la actual directora de publicaciones de Coneculta-Chiapas para que los usuarios entren a ver el catálogo (amplio y variado) de las publicaciones que ha realizado esta institución y bajen en archivo pdf los libros que llamen su atención. Son libros digitales que se consiguen en forma gratuita.
Este es un esfuerzo loable y generoso. La dependencia gubernamental pone a disposición de todo el mundo libros escritos por chiapanecos o por autores de otras regiones del mundo, pero que hablan de nuestra tierra.
Como si fuera un lector cualquiera hice caso a la invitación y entré a argüendear en el archivo (que ya dije es extenso y variado) y ahí me topé con dos librincillos míos que hace tiempo Coneculta-Chiapas publicó (aproveché a bajar dos o tres libros que me interesaron. Sobre todo, las novelas premiadas con el Premio Rosario Castellanos, de novela breve.)
Sí, igual que vos, me ha tocado, en dos o tres ocasiones (tampoco soy Vargas Llosa, pues), lectores que me han preguntado en dónde pueden conseguir obras mías. Les he respondido lo que vos le dijiste a tu amigo: Mis libros sólo están a la venta en librerías de Comitán (en Lalilu, en forma concreta), pero ahora, hago eco de la invitación de la funcionaria de Coneculta e invito a amigos lectores que puedan estar interesados en conocer algo de mi obra narrativa a que entren a la página electrónica de Coneculta-Chiapas y se dirijan al apartado Publicaciones. Estoy seguro que hallarán más libros que llamarán su atención y podrán integrarlos a su biblioteca particular digital. Sí, ahora lo pienso y lo escribo: ¡La oferta de la institución cultural gubernamental de mi estado es generosa! Cientos de libros están disponibles en forma gratuita. Es maravillosa esta oferta, porque, sin importar el lugar en donde estés, en cosa de minutos tenés en tu pantalla muchos libros. En este tiempo de clausura, entre muchas otras cosas, se puede ejercer el sano divertimento de la lectura.
Digo que me topé con dos de mis novelillas breves: “Yo también me llamo Vincent”, publicada en 2012, y la de “Historia triste de un cuentahistorias”, publicada en 2014.
¿Por dónde caminan dichas novelillas? Bueno, los editores escribieron que “Yo también me llamo Vincent” va por esta senda: “Un escritor contrata a los habitantes de Comitán para hacer las veces de personajes de sus novelas, y está escribiendo una sobre Vincent Van Gogh; así realidad y ficción se trastocarán hasta llegar a un desenlace fatal. Al más puro estilo Vila-Matas, en este volumen se entrecruzan la metanovela, la observación aguda de la vida provinciana, el humor y la más clara voluntad de estilo. “Sólo en los cuadros de Van Gogh existen los cielos Van Gogh”, dice Alejandro Molinari en esta breve pero intensa novela.”
Bueno, no lo digo yo, lo dicen los editores, la novelilla en cuestión es breve pero intensa. ¿Qué opinan los lectores? Bueno, si alguien se anima a entrar a la página de Coneculta-Chiapas podrá darle una vueltita.
Y de la otra novelilla: “Historia triste de un cuentahistorias”, ¿qué dicen los editores? Acá copio el textillo de contraportada: “Juego metaficcional, juego de espejos y malentendidos. Este breve volumen cuenta y recuenta una historia donde los mismos hechos cambian a medida que los personajes, que al parecer han decidido rebelarse contra su creador, toman la palabra. “Jamás he tolerado que alguien me indique por donde caminar. Si elegí ser escritor fue precisamente por esa posibilidad de elección. Hay ocasiones en que los personajes toman caminos diferentes y yo los dejo que caminen, le doy cuerda al hilo, porque sé que el proceso de creación, él mismo, también es autónomo. Hay un momento en mi escritura que todo fluye de manera natural, es un borbotón de palabras que no puedo refrenar.”, escribe Alejandro Molinari en “Historia triste de un cuentahistorias”, novela que cristaliza las obsesiones y rasgos artísticos de este escritor: el humor, los avatares del acto creativo y, sobre todo, la exploración de pliegues en que la realidad y la ficción se entremezclan.”
Posdata: Me encanta esta posibilidad. Ahora hay muchos lectores que están en casa y pueden agregar al tambache de sus libros por leer, dos de mis novelillas. Los escritores de todo el mundo nos sometemos al juicio de los lectores. Vos sabés que siempre he intentado escribir textos que no aburran y que sean textos inteligentes, propositivos, que busquen otros caminos, que encuentren otros modos de imaginar. Va. Adiós. ¡Quedate en casa!