jueves, 2 de abril de 2020

CARTA A MARIANA, CON UNA CHICA QUE ALEGRÓ UNA SOLEDAD DE CIEN AÑOS




Querida Mariana: Mi amiga Irene dice que es farandulera, porque le encanta saber todo lo que tiene que ver con el medio artístico y con el chisme que se produce en torno a él. Bueno, entonces, yo debo confesar que soy farandulero, porque me encanta todo lo que tiene que ver con los libros y con los autores y, la verdad, con todo lo que rodea a los escritores. Si Irene está pendiente de la nueva chica del Potrillo, yo estoy pendiente de la vida íntima de, por ejemplo, Vargas Llosa. ¿Por qué se separó de su Patricia? ¿Ésta lo abandonó o el escritor fue el que dio el primer paso fuera de casa? ¿Cómo inició la relación de Vargas Llosa con Isabel Presley? Esto nada tiene que ver con la literatura, con el producto cultural que se llama libro y que, digamos, es lo que a mí me interesa, pero como soy farandulero ahí ando metido en argüendes literarios, que van de lavadero en lavadero.
¿Qué fue lo que propició la ruptura amistosa entre dos grandes amigos: Vargas Llosa y Gabriel García Márquez? ¡Quién sabe! Los que lo vivieron cuentan que, en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México, coincidieron ambos escritores, amiguísimos de toda la vida. Cuando Gabo se acercó a saludar a Mario, éste recordó sus clases de boxeo y sin decir agua va, le soltó un puñetazo que le dejó una claraboya morada en el ojo (por ahí, en el Internet, circulan las fotos que al día siguiente fue a tomarse Gabo). El chisme cuenta que el motivo fue una infidencia que Gabo tuvo con Patricia. Parece que Vargas Llosa, en ese tiempo, andaba enredado en una falda, pero nadie sabe con certeza lo que sucedió. Bueno, Vargas Llosa sí.
Pobre Gabo, dijeron los amigos después del golpe. Gabo murió casado con Mercedes, su esposa de todos los años. Pero, ayer, uf, yo no sabía, me enteré que antes de Mercedes hubo una chica que fue el amor de Gabo y, según testimonio de la chica, lo traía de un ala, comiendo de la palma de su mano. El colombiano vivía en París y andaba con una soledad de cien años. Así que, durante un año, halló alivio en los brazos de una chica española que también vivía en París.
Ayer entré a Netflix y busqué algún documental que me interesara y hallé: “Gabo, la magia de lo real.” Entré a verlo, ¡por supuesto! Amigos, parientes y estudiosos de la vida y obra de Gabo dan testimonios de este genial escritor, incluso él mismo habla de él. Todo transcurría dentro de lo normal; es decir, dentro del mínimo conocimiento que tengo del buen Gabo, cuando apareció una mujer y contó que ella fue novia de Gabo, en París. Tachia Quintanar aún vive. Ya es una venerable anciana de noventa y un años. Ella, en el documental, cuenta que una noche conoció a Gabo en el Café Mabillon, que está en el bulevar Saint-Germain.
¡Oh, la lá! ¡Qué maravilla! Cuando Gabo conoce a Tachia, cuando se enamora de Tachia, escribía “El coronel no tiene quien le escriba”. El coronel no tenía quién le escribiera, pero Gabo sí tenía quién le calentaba la cama.
En el documental, Tachia cuenta que Gabo era “de gran ternura”, pero, cuando se hicieron pareja, ella lo enviaba a buscar trabajo, porque no era justo que sólo ella se jodiera el lomo para aportar dinero a la subsistencia. Tachia dice que Gabo “no hacía más que escribir, escribir, escribir…”
La historia, lo sabés, es recurrente. Cuando Vargas Llosa recibió el Premio Nobel de Literatura, en su mensaje dijo que Patricia (aún estaba con Patricia), cuando estaba molesta, le reclamaba: “Mario, para lo único que tú sirves es para escribir.” Era en tono de reclamo, porque Mario no hacía más, pero Vargas Llosa dijo en esa ocasión que lo que hacía Patricia era elogiarlo: No servís más que para escribir. ¡Bueno!
Así que ayer me enteré de la novia de Gabo, una chica española que hizo dar vueltas a la cabeza del autor de “Cien años de soledad”. Pero la relación terminó. Gabo regresó a Colombia y ahí se casó con Mercedes, la novia que tenía por correspondencia. Y Mercedes (quien, igual que Tachia, aún vive) se volvió la mujer de la vida de Gabo.
Me encantan las mujeres civilizadas. Cuentan que Guadalupe Marín, mujer de Diego Rivera, recibía en casa a Frida Kahlo y le enseñaba recetas de cocina para que Frida le preparara al gran sapo. ¿Mirás? Dos de las mujeres de Diego no tenían problema en tener una relación civilizada. Bueno, parece que con Mercedes y Tachia sucedió algo semejante. Cuando Gabo recibió el Premio Nobel de Literatura, dos mujeres estuvieron presentes. ¡Sí! Mercedes y Tachia.
Posdata: Si querés podés encontrar datos del noviazgo de Gabo y Tachia en Internet. Yo sugiero que entrés a Netflix y veás el documental. Está muy bien hecho. Por ahí aparece quien ahora es uno de los grandes escritores colombianos: Juan Gabriel Vásquez, escritor que sabe todo acerca de la vida y obra de Gabo y que ha sido capaz de botar esa piedra que los grandes escritores colocan sobre las espaldas de la nueva generación. Juan Gabriel Vásquez tiene una obra muy sólida y su nombre brilla con luz propia, muy lejos de la sombra gigantesca de Gabo.