viernes, 10 de abril de 2020

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA LO QUE PASÓ HACE APENAS DOS MESES




Querida Mariana: El pueblo tenía razón. Hace apenas dos meses, el 10 de febrero, el grito del pueblo fue: ¡Salí de tu casa, vení a ver la Entrada de Flores en honor a Tata Lampo! Y el pueblo salió, sacó sus sillas, las colocó en las banquetas y tomó cerveza y celebró el paso del contingente. Aplaudió y reconoció en cada integrante la fe hacia el santo, abogado de las pestes, y se conmovió ante los cientos de fieles que, provenientes de las comunidades rurales, le traían al santo sus flores y sus veladoras. El pueblo se maravilló ante el paso de las comparsas y bailó y rio hasta quedar con dolor de panza ante las travesuras que hicieron Los Intensos, grupo de hombres que se visten de mujer y hacen que el río se salga de su cauce madre, es decir, provocan un verdadero desmadre, lleno de vida, pleno de picardía, con tintes groseros y sicalípticos.
Hace apenas dos meses, el 10 de febrero, el pueblo se desbordó, abrió los portones de sus casas y recibió a los amigos, con cervezas, botanas y marimba. Hace apenas dos meses, colocaron la imagen de Tata Lampo a mitad del patio y bailaron y bebieron en su honor; hace apenas dos meses, muchos se vistieron de mujer, o de brujas o de payasos con las pelucas color naranja; muchos se pusieron máscaras de tigre y se enfundaron en trajes hechos de lazo pintados de amarillo, se descubrieron el torso y se lo pintaron con colores plateados o dorados y se echaron grasa en el cabello. Mientras los espectadores, sentados o parados en la banqueta se cubrían con parasoles y criticaban todo lo que veían. “Mirá, allá va un disfrazado de cuch. Saber a qué político representa.” “Y mirá aquel deshonesto, el de la moto. Mudo, se puso una peluca güera y él es bien negro. Es como una coca cola. Pendejo, ahí te está aventando besos.” “Ve ese luchador. Isssh, se le mira todo el paquete.”
Hace apenas dos meses, el 10 de febrero, por toda la ruta, los vecinos cruzaron hileras de banderitas de banqueta a banqueta, colocaron palmas en los postes de luz, regaron juncia en las entradas de las casas, contrataron marimbas, que conjugaron sus sonidos con los del tambor y pito, con los de las butacadas juveniles, con los que vomitaban las bocinas que iban en los camiones participantes. Y las personas compraron micheladas, chicharrines, manguito, bolis, raspados y algodones para los niños; las personas se amontonaron en la Casa de la Cultura; se amontonaron en las banquetas y calles de la ruta; salieron a los balcones, treparon a las azoteas y se quemaron de sol y terminaron con los rostros colorados, llenos de sudor, y gritaron ¡Que viva San Caralampio!, y lloraron, y dieron gracias al santo, y subieron por la escalinata del templo y se hincaron ante la imagen del santo y agradecieron los favores e imploraron protección.
El pueblo tuvo razón. Comitán, como todos los pueblos del mundo, tiene fechas marcadas donde se hace una pausa de lo cotidiano y se convoca al cuerpo y al espíritu para el festejo de la vida. Hace apenas dos meses la vida cantó y bailó por toda la ruta donde pasó la Entrada de Flores. Pero, querida mía, que mi carta no te confunda. Hoy, dos meses después, la vida sigue campante. Hoy, el grito es ¡Quedate en casa, no salgás! Hoy, el silencio de las calles es el tambor de la vida. Hace dos meses, Comitán estuvo de fiesta y echó la casa por la ventana; hoy para continuar celebrando la vida, Comitán cierra la ventana y se echa en casa, como gatito sobre el butaque.
El pueblo siempre tiene la razón, siempre sabe cómo convocar a la vida. Hoy, dos meses después de la Entrada de Flores, que duró un día, los comitecos hacemos en casa la Flor que bendice la entrada. Así como hace dos meses los vecinos recibieron a todos los amigos y familiares en las casas, hoy, por ese inmenso amor a ellos mismos y a sus prójimos, se quedan en casa y tapian sus entradas como si estuvieran enredadas con ortiga. Hoy la pausa es más prolongada. ¿Cuánto durará? Nadie lo sabe, pero los comitecos dirán, como decían los mayores cuando hacían fiesta: “Se perdió la llave.”, y esconderán la llave, para que nadie salga de casa, hasta que la vida vuelva a ser esa muchacha bonita que se pasea, coqueta, por todas las calles y banquetas del pueblo.
Hoy, hacemos otra pausa. Una pausa que hace dos meses no teníamos contemplada. Hoy, en esta pausa, los comitecos, de nuevo, colocamos a la imagen de Tata Lampo a mitad de nuestras salas o en nuestros oratorios y le prendemos veladoras y volvemos a agradecer sus favores e imploramos su protección, pero todo lo hacemos adentro de casa, porque el milagro, lo sabemos, se forma cuando el universo está en armonía y la fórmula armónica de estos días nos exige ¡quedarnos en casa!, para que dentro de diez meses, el 10 de febrero de 2021, todo mundo salga de nuevo a las calles y se escuche el rebumbio de las batucadas y tambor y pito y marimba, y los vecinos saquen las escaleras y amarren lazos para colgar banderas.
Hoy, la bandera en todas las casas es una bandera blanca, como símbolo de esperanza.
Posdata: Hace dos meses, los espectadores de la Entrada de Flores vimos a paisanos vestidos de Batman o de Superman. Hoy, los superhéroes son los que se quedan en casa.
Porque el pueblo no se equivoca, hoy se vuelve a convocar a la vida, desde el interior de las casas. Porque Comitán es para siempre, ¡siempre estamos a favor de Comitán!