martes, 28 de abril de 2020

CARTA A MARIANA, DONDE APARECE UN CAMIÓN DE BASURA




Querida Mariana: Esta foto es de 1994, de hace 26 años. El pie de foto dice: “Ardua tarea de recolección de basura en la ciudad”. Ah, cómo han cambiado los tiempos. Ahora, los camiones recolectores de basura son especiales, tienen un sistema de compactación. Hace poco, el presidente municipal de Comitán hizo entrega a la comunidad de tres camiones nuevos. La actual administración hizo un reconocimiento a empleados de limpia y eligió a tres integrantes del personal para que sus fotografías aparecieran en los laterales de los camiones. ¡Ah!, fue un acto muy digno.
En 1994 usaban de esos camiones que sirven para cargar piedra o arena. Por eso, los empleados debían ir encaramados sobre las montañas de basura. Aparte del chofer y del que recibía las cargas de basura, había un empleado de piso, que era el encargado de levantar los bultos de basura y pasarlos al compañero que estaba arriba de la góndola. ¡Qué labor tan difícil!
Lo único que no ha cambiado es el trabajo del campanero. En 1994 un empleado iba delante del camión, avisando con una campana que el camión de la basura estaba cercano. Las personas que escuchaban la campana salían y dejaban la basura en el sitio convenido (a mí siempre me ha llamado la atención cómo fijan el punto de acopio). En 2020 se mantiene esa tradición, todas las mañanas o tardes, un campanero avisa y las personas sacan los bultos de basura. La recolección de basura en estos tiempos se hace con camiones compactadores. Hemos avanzado.
En los años sesenta, más o menos, hubo un personaje que se hizo famoso: “El güero de la basura”, un empleado que iba trepado en la góndola del camión de la basura. Él, así lo reconocían todos los niños de ese tiempo, era “Hijo del sol”, porque él era albino y tenía sus pestañas blancas. No me preguntés, pero yo digo que si el trabajo del empleado de limpia es un trabajo difícil, para el güero de la basura debió ser más difícil. Digo esto, porque tuve una alumna en el bachillerato que era albina y cuando salíamos a hacer alguna investigación de campo ella procuraba siempre la sombra, era hija del sol, pero su padre Sol le molestaba. ¿Cómo le hacía el güero de la basura para desarrollar su labor? No lo sé. Lo que recuerdo es que siempre lo veíamos trepado en el camión, cumpliendo con su labor. Si en los años sesenta hubiese habido camión compactador y viniles, sin duda que uno de los rostros mostrados en un lateral habría sido el del güero (el güero de la basura, no el otro). Tal vez por ahí, algún comiteco tiene en su baúl de recuerdos una fotografía del güero de la basura, ¡ah!, sería genial que compartiera en redes sociales.
Pero lo que acá comparto es una fotografía de 1994. Esta fotografía, además de dejar constancia del trabajo que implicaba levantar la basura, es testimonio de un tiempo ya ido. Acá se puede observar que en ese año, el templo de San Caralampio estaba pintado de blanco. Al fondo, a la derecha, se observa parte del templo, pintado de blanco. La casa de Tere Morales también estaba pintada de blanco. Esto le otorgaba una gran armonía a la plaza (sólo una accesoria está pintada de otro color).
Debo decir que esta fotografía la tomé de una revista que está expuesta en un librero de la Casa Museo Dr. Belisario Domínguez. La revista es una publicación que editaba el Ayuntamiento del trienio 1992-1995 y se llamaba Comitán. En este trienio estuvo como presidente municipal mi amigo el ingeniero Javier Utrilla Alvarado y la coordinación de la revista estaba a cargo de otro entrañable amigo, el licenciado Efraín Albores Cancino (destacado cronista de esta ciudad), quien, en ese año, era Director de Planeación y Coordinación para el Desarrollo.
Las bancas blancas que se ven al fondo ya no existen. ¿Por qué en muchos espacios públicos se quitan las bancas, que sirven para que las personas descansen? Ahora que soy viejo me encanta que haya bancas para poder descansar. Debe haber alguna razón poderosa, para que las autoridades no provean de bancas a los espacios públicos. Mi corto entendimiento no lo comprende. Entiendo la carencia de sillas en las oficinas públicas. En un cuento que acabo de leer hay un personaje de altos vuelos políticos que mandó a quitar todas las sillas de su oficina para que las personas que llegaban a solicitar algo no tardaran mucho. Llegaba a tal grado su encono que mandó retirar su silla, así que recibía de pie a los ciudadanos, permanecía parado detrás de su escritorio. Era una situación muy incómoda, los ciudadanos se sentían mal y tardaban poco tiempo, se retiraban agobiados, sin saber bien a bien la causa. ¡Ah, el político era muy listo! El cansancio es una estrategia. Pero, acá en el parque de La Pila, ya no están estas bancas tan bonitas, tan hamacas de fierro, tan invitación para sentarse y mirar el vuelo de la tarde.
Posdata: En fin, no quería hablar de bancas. Quería compartir una imagen del Comitán de 1994 contigo, una imagen que ahora nos parece anacrónica. ¡Dios mío, qué montañas de basura! Para contener tanta basura era necesario colocar tablas encima de los laterales, un poco como si le dieran un segundo piso, un pent-house a ese cerro de basura.