jueves, 23 de abril de 2020

CARTA A MARIANA, CON UNA BAYA DE ENEBRO




Querida Mariana: Ayer recordé que la tía Elena tenía un dicho que repetía en forma constante: “No todos los días hay enebro”. Ni me preguntés cómo llegó el dicho a mi cabeza, yo dibujaba y cuando dibujé la pierna de una muchacha bonita, llegó el dicho de la tía y luego llegó su rostro, siempre enmarcado por un par de aretes de oro. Y con el dicho llegó también la casa de la tía, con un patio generoso, donde, en varias ocasiones jugamos carritos con mi primo Elías.
No todos los días hay enebro. Yo entendía que tal dicho confirmaba la certeza de que hay días en que el pato nada y días en que ni agua tiene. No todos los días hay enebro. Y yo no sabía qué era el enebro, pero también repetía el dicho, cuando mi papá reclamaba que en mi boleta de calificaciones aparecía un siete en la materia que en el mes anterior había aparecido un ocho. Yo, muy sabihondo, le decía a mi papá: “No todos los días hay enebro”, y mi papá señalaba con su índice el cinturón y nada decía. Yo comprendía que si bien no todos los días hay enebro, sí, todos los días, había cinturón para detener el pantalón de mi papá y para darme dos o tres cuerazos si seguía con mi insuficiente aprovechamiento escolar.
Y ahora, mil años después, a la hora de dibujar la pierna de una muchacha bonita, como si fuera una mariposa, llegó el dicho. Dejé el bolígrafo sobre la mesilla, me paré y entré a este chunche para averiguar qué es el enebro y sus bondades o deficiencias. Escribí la palabra enebro en el buscador y me apareció lo siguiente: “Arbusto siempre verde de tronco ramoso y corteza lisa, copa espesa, hojas agrupadas de tres en tres, rígidas y punzantes, flores de color pardo rojizo y cuyo fruto es una baya de forma esférica color negro azulado; puede alcanzar hasta 10 metros de altura.” Uf. Sólo saqué en claro que el enebro es un árbol, pero luego, cuando iba a cerrar la información encontré este agregado: “La ginebra se elabora con las bayas del enebro.”, y casi casi adiviné por qué la tía Elena decía lo que decía.
Entonces, ya picado por la curiosidad le pedí al buscador me diera información acerca de la ginebra y encontré que la ginebra es un aguardiente de grano de maíz, centeno o cebada, que se obtiene por destilación y al final se aromatiza con bayas de enebro. ¡Ah!, el enebro aromatiza la ginebra.
Y entonces recordé que la tía Elena amaba a James Bond. Amó a todos los actores que interpretaron al agente inglés, desde el viejo Sean Connery (que consideraba el auténtico) hasta Pierce Brosnan (ya no conoció al Bond más reciente, porque la tía falleció en mil novecientos noventa y feria). Era tan fanática que, en su cartera, al lado de la imagen de la Virgen de Guadalupe y del Sagrado Corazón de Jesús, llevaba una miniatura del cartel de la película “Agente 007 contra el doctor No”.
Y digo que casi adiviné la reiteración del dicho, porque, todo mundo sabe, la bebida predilecta de James Bond es el Martini, que lleva ginebra y que en la copa adornan con una cáscara de limón.
Ahora pienso que cuando la tía decía “No todos los días hay enebro”, quería decir que no siempre se puede tener a James Bond o no siempre hay paga para tomar un Martini, porque, imagino, sólo imagino, tal bebida no es barata. La tía bebía limonada a la hora de la comida, y en el desayuno, como buena comiteca, bebía café con pan.
Jamás la vi beber una Martini, en esas copas transparentes tan bellas que se ven en las cintas del agente. No, pero sí la vi, en muchas ocasiones, sentada en el sofá de la sala, con una taza de chocolate, poner un video en la reproductora para ver, una y mil veces, las películas de Bond. Ah, la tía fue simpática y genial, como era maestra enviaba a la sirvienta a la papelería a comprar útiles escolares y siempre era enfática cuando agregaba a la lista: “Y veinte hojas tamaño carta, de papel ¡bond!”
No tenía para más. En la vida “no todos los días hay enebro.”
Ahora que te escribo hago un ejercicio memorístico, desearía recordar el sabor de la ginebra y, sobre todo, el aroma. Por más que hago el intento no logro hacerlo. Tal vez si tuviera frente a mí una botella de ginebra, la abriera y la llevara a mi nariz, podría detonar el mecanismo del recuerdo, porque nunca bebí un Martini (nunca fui James Bond) pero sí, en una ocasión, con la palomilla compramos una botella de ginebra (de la corriente, Oso Negro) y la combinamos con agua de coco, así como lo bebió Julio Cortázar cuando vino a las playas de Zihuatanejo, al lado de Carol Dunlop, en 1982.
Posdata: Pero ahora que he seguido viendo la información veo que el enebro se ha usado desde la antigüedad con fines medicinales y espirituales, y tal vez todo lo que he dicho líneas arriba es una simple y llana chaqueta mental. Tal vez la tía mencionaba el enebro por sus propiedades curativas y nos quería decir que hay días en que la salud se escurre por las alcantarillas del cuerpo. Ah, qué embrollo de enebro.
Y ahora pregunto: ¿Hay árboles de enebro en Comitán? ¿Se da en estas regiones? ¿Alguien usa las bayas de enebro para hacer ungüentos?