viernes, 26 de junio de 2020

CARTA A MARIANA, CON UN PAPALOTE




Querida Mariana: ¿Has oído hablar de “Casa Rosario? ¿Sí? ¿No? Bueno, hoy te contaré algo de “Casa Rosario”.
Pero, antes, diré que, igual que vos, igual que medio mundo, ahora tengo a la incertidumbre como compañera fiel. Igual que en las casas de muchos comitecos, esta compañera no convocada, casi indeseable, llegó en el mes de marzo y, sin tocar la puerta, entró, se sentó en una silla de la casa y ahí ha estado desde entonces. Ella, cínica, muy quitada de la pena, abre el refrigerador y come y bebe lo que encuentra. Cada día que pasa la veo más gorda, más cachetona, mientras yo, con las manos en las bolsas del pantalón, me pregunto: ¿Hasta cuándo seguirá la incertidumbre comiendo mi comida? ¿Cuándo, Dios mío, tendré una línea de mínima certeza? Ella no habla, me queda viendo, come una papa, y leo en su mirada algo como la mínima certeza que pido: Llegué junto con el virus y tardaré mucho, mucho tiempo.
Por esto, querida mía, me reconforto, cuando en el cielo de nuestro pueblo aparece un rayo de luz que ilumina el patio.
La próxima semana, mis amigos Fredy y Malena abrirán un local donde aliarán todos los conceptos que ellos han manejado en sus empresas.
¿Mirás qué buena noticia? Mientras, a diario, vemos notas que hablan de pérdida de empleos, de una posible recesión económica, de cierre de empresas, en el cielo comiteco aparece un papalote lleno de colores, que vuela alto, que ondea libre, que es un trapito que quita la mancha de la incertidumbre. ¡Es una buena señal! Es la señal de la existencia de personas que, contra viento y marea, siguen remando, porque la vida, siempre, ¡siempre!, está por encima de la desesperanza, del temor, de la incertidumbre, de la muerte.
Con la apertura de “Casa Rosario” un mensaje de luz aparece en lo alto: ¡La vida continúa! El local, con un diseño arquitectónico de vanguardia, con muy buen gusto, lleno de luz (distintivo permanente de la firma Culebro – Jiménez), ofrecerá cuatro espacios para satisfacer los deseos de su clientela.
¿Quién no conoce “La huerta orgánica”? Bueno, pues ahora, la huerta estará, no en el traspatio de la casa sino en el centro de este generoso espacio. Estos tiempos exigen productos sanos para el cuerpo. La “Casa Rosario” aporta su granito de luz para cumplir tal exigencia. Los clientes podrán acudir a la huerta y, respetando las normas sanitarias de esta pandemia, adquirir productos orgánicos.
Además de “La huerta orgánica”, “Casa Rosario” albergará la conocida Galería Nanishaw, que desde hace años fundó su propietaria María Elena Jiménez (la exposición inicial será con pinturas de Robie y Ninfa, dos connotados artistas plásticos); la tienda de artesanías Bejak (que incluirá talleres, dirigidos por Luis Guillén, destacado promotor cultural); el taller de diseño de Fredy Culebro Meza, empresario importante de la región; y, por último, Casa Romina, que ofrece artesanías y bisutería finas del país. ¿En dónde está ubicada “Casa Rosario”? En el Bulevar de La Federación, en el kilómetro 1260, yendo a la Plaza Las Flores, antes de llegar al desvío a Zapata.
¿Mirás? Cuando me enteré de esta buena noticia, que, insisto, coloca signos de esperanza en nuestros cielos altísimos, vi a la incertidumbre y le dije que en mi pueblo no nos vencemos, no nos echamos para atrás, seguimos, a pesar de los pesares (que son muchos) sembrando semillas de buen porvenir.
Posdata: La pandemia nos obligó a muchos a quedarnos en casa, la casa es el símbolo de protección en estos tiempos. Por esto, me agrada que Malena y Fredy, reconocidos empresarios de nuestro pueblo, hayan nombrado “Casa Rosario” a esta innovadora propuesta de servicios. Que la casa sea el rayo de luz que entre por la hendija e ilumine el corazón de la esperanza. El mundo no se detiene, la vida debe seguir, así, con buen ánimo, apostando por el porvenir, un porvenir (esperamos) que diluya poco a poco a esa mujer tan malévola, que se llama incertidumbre.