viernes, 5 de junio de 2020

CARTA A MARIANA, DONDE SE HABLA DE UNA BIOGRAFÍA NOVELADA DE ROSARIO CASTELLANOS



Querida Mariana: Hace meses, dos o tres amigos que viven en otras ciudades me preguntaron, por inbox, dónde pueden hallar información acerca de la vida y obra de Rosario Castellanos. Les di dos opciones: la primera, leer el libro de Óscar Bonifaz: “Una lámpara llamada Rosario”; y la segunda, más vivencial: viajar a Comitán y darse una vueltita por el museo que honra la memoria de nuestra paisana. ¿Y la película “Los adioses”?, me preguntaron. Bueno, dije, sólo para salir de la duda y salir de la sala con más dudas. La película no refleja con precisión ni la vida ni la obra de Rosario, es un intento fallido.
Pero resulta que ahora, a mis amigos les tengo una tercera opción. Sobre todo en esta época donde la visita a Comitán debe posponerse hasta que tengamos mejores tiempos (llegarán y volveremos a ser un pueblo de brazos abiertos).
Y todo me fue dado sin pedirlo. Sucede que estaba en la mesa del comedor, escribiéndote una carta, cuando escuché en el noticiario televisivo de Canal 11, que el buen Miguel De la Cruz (encargado de la sección de cultura) presentó una novela que hablaba de Rosario Castellanos. Me paré y fui a ver de qué se trataba. Miguel dijo que tenía en sus manos una Biografía novelada de nuestra paisana, escrita por Rebeca Orozco. ¡Ya!, pensé. Regresé al comedor, bajé tantito el archivo donde escribía tu carta y entré al Internet a buscar el libro comentado. ¡Lo hallé! La novela se llama “El aire en que se crece” (ah, qué bonito título), y tiene un subtítulo que dice: “La novela sobre Rosario Castellanos”. Sí, dije, este libro lo quiero tener. Pero, ¿cómo? En estos tiempos es muy complicado. Sólo por curiosidad entré a Amazon y hallé que tenían a la venta el libro impreso y el ebook. ¡Oh! Lamenté no haber adquirido el Kindle, lector de ebooks, lo lamenté. Me hubiese gustado tanto poder leer ese libro, porque, vos lo sabés, si a medio mundo del país le interesa la obra de Rosario, a muchos comitecos nos remueve el ánimo cada vez que la vemos mencionada. Iba a cerrar la página de Amazon, para seguir escribiéndote, cuando, como si un anónimo amigo cibernético me tuviese un obsequio, mi vista se posó en una ventanita que decía que no era necesario tener el chunche para leer ebooks, que era posible descargar una aplicación en la computadora personal y desde ahí se podía leer. ¡Qué maravilla! Esta noticia era como la tienda que había frente al Colegio y que todo mundo conocía con el nombre de La Necesidad, porque vendía a precios muy caros, pero cuando no había de otra entrabas, por necesidad, a comprar. Acá tenía la necesidad de leer.
Así que había una opción para los necesitados como yo. Le piqué a la ventanita y fui siguiendo los pasos, hasta que, minutos después, ya aparecía en mi computadora un símbolo que dice Kindle y donde aparece la silueta de un niño que, de perfil, sentado en el piso, con un fondo estrellado, lee un libro impreso. ¡Ahí estaba la entrada para lo que deseaba!
¿Qué más? Pues ahora debía comprar el ebook. En cosa de minutos (¿dos, tres?), abrí la ventana y vi lo que jamás imaginé. Ahí estaba el primer libro de mi biblioteca digital. ¡Qué prodigio! Ahí, al alcance de la mano de las niñas de mis ojos estaba la biografía novelada.
¡No podía creerlo! Diez minutos después de haber escuchado la noticia en el noticiario del canal 11 tenía en mi computadora el libro que había deseado. ¿Así de fácil? Todavía dudé, como si caminara en puntillas, le piqué a la portada y se desplegó la primera página y vi que estaba completo y leí una, dos y pensé que no estaba mal. Cerré mi Kindle (¡ah, qué alzado!), abrí el archivo donde te escribía y terminé tu carta. En cuanto, con el dedo índice, puse el punto final al texto, fui de nuevo al Kindle y lo abrí y seguí leyendo la novela.
Ya la terminé. Y ahora, con emoción, digo que si este hubiese sido el guion de la película, la película habría sido una buena cinta.
La novela de Rebeca recrea la vida exterior y la vida interior de Rosario. Inicia con la muerte del hermanito en Comitán y concluye con la muerte de ella en Israel.
Rebeca es una escritora que tiene experiencia en este tipo de propuestas narrativas. Esto se nota en el libro, que tardó cinco años en escribir. Hizo una investigación documental exhaustiva y entrevistó a personas que conocieron a Rosario o que tienen amplio conocimiento de su vida y obra. Así entrevistó a Dolores Castro, la poeta, gran amiga de Rosario; entrevistó a Raúl Ortiz, íntimo de Rosario; y a Luis Armando Suárez Argüello, quien, en el momento de la entrevista, era director del Centro Cultural Rosario Castellanos, en Comitán. No dudo, querida mía. Así como te recomiendo la lectura del libro de Rebeca, así lo recomendé a mis amigos. Les dije que, de inmediato, lo adquirieran y lo leyeran.
Posdata: Hay un rigor en lo que Rebeca cuenta, claro, como es una novela, hay ficción. Por ejemplo, los diálogos son producto de la imaginación de Rebeca, pero, en términos generales, es un muy buen acercamiento a la vida y obra de la famosa paisana.
Rebeca escribe que cuando la novela “Balún-Canán” llegó a Comitán, muchos de los amigos de sus padres (sobre todo de don César) se molestaron. Es lógico de comprender, Rosario ponía sobre la mesa los malos tratos que los hacendados daban a los indígenas. Como es novela, Rebeca se avienta una mentirilla que sí me brincó, por exagerada, dice que el padre Mandujano, cura del templo de Santo Domingo, hizo un acto de quema, como si fuera Torquemada, en el siglo XV. Mirá qué dice: “El contenido del libro incomodó a la alta sociedad chiapaneca. Por su parte, el cura Mandujano, quien después de misa, daba pláticas a las jóvenes de la Acción Católica, en un salón del templo de Santo Domingo, organizó en Comitán una quema pública de los ejemplares que pudo confiscar, convirtió en cenizas el sincretismo religioso que aparecía en sus páginas.”
¡Falso! Pero, bueno, es novela. ¿Quién era el padre Mandujano? El padre Carlos, por supuesto. Él era el cura de Santo Domingo en 1958. ¿Cuál era el salón del templo? Pues el Lino Morales. Rebeca tuvo un desliz en este pasaje. Rebeca no conoció al padre. Este acto jamás lo hubiese impulsado él. El padre amaba los libros, era respetuoso de la ciencia y del arte. Desmenuzaba los rasgos negativos de Benito Juárez, sobre todo por su masonería (el padre consideraba a la masonería el lado opuesto de la religión católica) porque leía todo lo que había que leer de Benito. No quemaba los libros, al contrario, los leía con atención, hacía subrayados, anotaciones, en fin, el padre jamás habría quemado libros en un acto público, ni en privado.
En fin, salvo pequeños detalles, la obra de Rebeca merece conocerse. Sí, mi niña querida, no dudo en recomendártela. Por ahora, también, sugiero que lo comprés en línea, que bajés la aplicación a tu computadora, y comprés la novela y en menos que tarda un clic lo tengás en tu casa.