martes, 23 de junio de 2020
CARTA A MARIANA, CON UN TEXTO DE UNA TOCAYA TUYA
Querida Mariana: No todos los Alejandros son bonitos, yo salí medio escalera torcida; asimismo, no todas las Marianas son inteligentes como vos. Pero, ahora estoy contento, porque supe de una tocaya tuya que es escritora. Ella, Mariana Gómez Guillén, es hija de dos amigos míos: José Alberto Gómez Conde y Rosa Valeria Guillén Aguilar; es hermana de una niña linda que se llama Diana. Así pues, ahora, toco diana diana conchinchín por esta familia y aplaudo saber que Mariana es escritora, y digo esto porque conozco a muchos que se dicen escritores y no escriben. Mariana, a sus escasos once años (acaba de concluir la educación primaria en el Itaes) escribe y lo hace con gran frecuencia. Le gusta escribir. Me emociona saber que hay niñas que leen y escriben, porque a tu tocaya también le gusta leer. Bueno, no lee tanto como vos, pero, todo parece anunciarlo, sí se convertirá en una gran lectora, porque, vos lo sabés, los escritores deben leer mucho, mucho. No hay otra manera de apropiarse de conocimientos, necesarios a la hora de ejercer el acto creativo de la escritura.
Mariana es una niña sensible, atenta a lo que sucede en el mundo, y cuando advierte algún suceso corre a su computadora y su pensamiento y sus sentimientos los convierte en palabra escrita. Muchas niñas del pueblo (y de todos los pueblos del mundo) hacen ejercicios de redacción cuando la miss se los indica, pero son muy pocas las niñas que tienen la vocación, que sienten el llamado divino.
Por el momento, Mariana escribe ensayos. Recibí uno que habla acerca de la preocupación. Vos podés estar de acuerdo o no con lo que ella expresa, pero lo que no podés hacer es ignorar esa cuerda divina que la lleva a escribir, a ser, a su escasa edad, ¡una escritora!, una escritora comiteca.
Ahora recuerdo que Rosario Castellanos también comenzó a pequeña edad. Rosario envió sus primeros poemas a un periódico de Tuxtla y saltó la cuerda de la emoción el día que vio sus líneas en un periódico de distribución estatal.
En todos los pueblos del mundo hay ríos de agua limpia. En nuestro pueblo también hay muchos hilos de luz. Brindo por Mariana, deseo que esa cuerda invisible le permita volar muchos papalotes y sea el orgullo de sus papás y de nuestro pueblo y de todo el mundo. ¡Adelante! Sé que vos le dirías que lea mucho, mucho, mucho, para hallar un estilo propio y para que su acto creativo sea más diáfano, para que tenga una excelente ortografía y una correcta sintaxis. Yo le diría que escriba no sólo con mayúsculas, le diría que redacte sus textos con altas y bajas. Pero, bueno, ni vos ni yo estamos para andar dando recomendaciones donde sólo cielos altísimos cobijan el talento.
Con permiso de ella, te comparto el texto que escribió, para que mirés por dónde va el pensamiento de esta chiquilla, que ya es una escritora, porque ¡escribe!, y le gusta hacerlo y disfruta a la hora que llena de palabras la difícil hoja en blanco.
“La Preocupación
La gente se preocupa por todo. No digo que sea algo malo, pero cuando una persona se preocupa de más deja de hacer muchas cosas; puede caer en depresión, en la histeria; deja de pensar en las personas que lo quieren y se rinde. ¿No te has preguntado por qué la gente se rinde tan fácil? ¡Por el miedo!, es la respuesta. Cuando la gente tiene miedo no sabe qué hacer, pero el miedo te ayuda a ser más fuerte. La gente le tiene miedo a muchas cosas. Por ejemplo, uno de mis muchos miedos es la soledad. Sé que nunca estaré sola en la vida, siempre tendré compañía. ¿A quién no le da miedo estar solo toda su vida? Otras personas le tienen miedo a la muerte. En mi caso, yo pienso que la muerte es un camino diferente de hablar de religión. Hay gente que cree que existe la reencarnación, que cuando nos morimos vivimos una vida nueva o que vas al cielo, y hay gente que no cree en nada. El punto es que de tantas posibilidades, te preocupa la muerte. No sabes qué pasará cuando mueras, pero siempre, al final de todo, morirás, y ¿qué nos dice eso? ¡No te preocupes por la muerte! Tal vez llegará, pero eso no tiene que detener la vida. Es sólo aceptarlo y no pensar en eso.
“Otras personas se preocupan por el pasado. Que no hice esto, que no hice aquello. Esa es la gente que no hace algo, ¡se deprime! Oh, por Dios, es la tontería más grande de la humanidad. Tú decidiste lo que decidiste, y con eso te quedarás. Por eso, la gente no se debe de guardar nada. Vive tu vida al máximo y ya. Claro que hay que valorar la vida, tienes que preocuparte por tu vida, pero no en exceso. La gente se preocupa por todo, por el dinero, por su pasado, por la soledad, por la belleza. ¿Por qué la humanidad es así? ¿Por qué tenemos que preocuparnos tanto por tonterías, por cosas que no valen la pena? Ya lo dije una vez y lo volveré a decir: La preocupación es buena, porque ¿cómo fuera una madre que no se preocupa por sus hijos? Personas que no les importa sus vidas, serían personas que ya sufrieron por algo o que no quieren preocuparse por las cosas que de verdad importan, y se preocupan por las que no valen la pena.
“La gente debe cambiar en muchas cosas, y no se dan cuenta, nadie se da cuenta, que cuando alguien le dice a otra persona algo que no está bien, la otra persona se enoja, sin darse cuenta que la otra persona le dice eso porque la quiere.”
Posdata: Acá está, querida Mariana, la reflexión de tu tocaya en tiempos de pandemia. No es una tarea escolar, es el texto de una niña recién egresada de primaria, que escribe, por lo tanto, insisto, es desde ya ¡una escritora!
El maestro Beto Gómez fue mi maestro en el tercer grado de primaria, en la gloriosa Escuela Fray Matías de Córdova. La escritora Mariana es bisnieta de mi maestro. Uf, qué puente tan de hamaca luminoso, bien tejido.