jueves, 27 de agosto de 2020

CARTA A MARIANA, CON OLOR A TUTÍS




Querida Mariana: Disculpá que el tema de mi carta sea tan prosaico. Sí, disculpá, esta carta lleva un ligero chuquij a tutís, pero no pensés que huele mal, no, al contrario, lleva algo como un aroma a playa, a verano, ahora sí que a ver – ano.
Te cuento, ayer, como lo hago regularmente, después de hacer mis veinte minutos de taichí de viejito en la sala, metí al baño el radio pequeño, lo prendí y sintonicé Exa (estaba pendiente por si trasmitían el mensaje del Colegio Mariano N. Ruiz donde ofrece sus servicios educativos a la comunidad), me desvestí y prendí la regadera. Ah, el agua estaba calentita. Me puse bajo el chorro, tomé el jabón y comencé a enjabonar mis manos y mis brazos. Una canción de reguetón empezó, con sonsonete contagioso; mientras el cantante le daba con todo, yo hacía lo mismo, movía mis manos al ritmo de la música, me bañaba a ritmo de reguetón, juguetón. Escuché una línea de la canción: “Tómate una foto de ti, pa’ saber que ese cuerpo es mío.” ¡Ah!, pensé un perverso (igual que el Arenillero) que pide fotitos juguetonas a su muchacha bonita. Sí, le estaba pidiendo una selfie, que se la mandara por WhatsApp para que él estuviese seguro de que ese cuerpecito era suyo. Seguí enjabonándome el pecho y escuché: “Por ese booty, baby, yo me desvivo.” ¿Booty?, no supe el significado, pero lo imaginé, hablaba (pensé) de alguna parte específica del cuerpo. Me gustó la palabra. Imaginé el diálogo: “¿Me quéres? Sí, te quiero mucho. Ah, entonces dejá que te dé un besito en tu booty.” Qué juguetones los muchachos de estos tiempos, tiempos de reguetón, juguetón, cachondón.
Yo, debajo de la regadera, sentí el chorro de agua jugar mi cabello, pero detuve la acción de ponerme champú a la hora que oí: “Me saqué la loto, de ese culito soy devoto, me gusta porque huele a coco.” ¡Qué! ¿Oí bien? El muchacho se declaraba devoto del culito de la chica que se sacó en la loto. No fue la rifa del avión presidencial, ¡no!, fue rifa de un tutisito y él ganó y desde que obtuvo el premio mayor se volvió devoto, porque el tutisito huele a coco. ¡Ah, qué aroma tan sugerente, tan para volverlo bebida y hacerlo un coco gin o un coco loco, con ron! ¡Sabor perrón!
A esta altura de la canción, como has de comprender, ya estaba con un ojo al gato y con la oreja en el garabato, seguía enjabonándome al ritmo del cantante, que en la siguiente línea dijo: “Si me llamas yo te contesto, si tú quieres yo te lo…” (completalo vos, a mí me causa sonrojo). ¡Qué atrevido el muchacho! Ya no hay protocolo amoroso. Todo es como el viejo chiste del proctólogo que se puso el guante para un tacto rectal y el paciente le dijo: “Cuando menos deme un besito, antes de proceder.”
Por eso no fue sorpresivo el siguiente verso: “Tengo una sorpresa pa’ ti, aunque no sea San Valentín.”
Ah, dejé de imaginar, porque no se necesita tener una gran imaginación para saber cuál es la sorpresa que el muchacho le tiene reservada a la chica. Seguí enjabonándome mi booty y mi culito. Todo a ritmo de ese reguetón, locochón, cachondón, perversón.
Me da pena confesarlo, pero llevé mis manos a mi nariz y olí el aroma del jabón. ¡No! A nada olía, era un jabón antibacterial, sin aroma.
Me da pena decirlo, volví a imaginar al muchacho, acercar su nariz al booty de su chica, cerrar los ojos, y, como un experto catador, decir: “¡ah, huele a coco!”
Luis no dice reguetón, dice que ese ritmo es renguetón, porque renguea en las letras, que son bobas, insulsas. No sé. No tengo la costumbre de escuchar esos ritmos juveniles, pero (qué pena) debo decir que me alegró mi mañana. Me boté de la risa cuando escuché lo de “Me saqué la loto, de ese culito soy devoto…” ¡Rima donde todo se arrima, donde todo, ishhh, termina!
Al salir del baño, ya bien bañado y completamente vestido, entré al Internet y me enteré que esta canción se llama Selfie remix, y la canta un chavo que todos los muchachos conocen como De La Ghetto. ¡Uf!
Posdata: No faltará el compa a quien le parezca una depravación este lenguaje. A mí, devoto del lenguaje, nada me sorprende. Yo vengo de tiempos donde una canción muy cantada es como la abuela de ésta de De La Ghetto: “Qué lindo tu cucu, tan bello tu cucu. Redondito y suavecito. Qué lindo es tu cucu, cuando te pones pantalón, y te tocas por detrás, se me suelta el…” Completalo. Yo no.
Tutises que huelen a coco, tutises que son redonditos y suavecitos. De todo hay en la viña de los tutises.