martes, 25 de agosto de 2020

CARTA A MARIANA, CON UN PENSAMIENTO EN EL CIELO




Querida Mariana: Cielo estuvo en el “Imaginá que te llamás”. Ella es licenciada en administración y es integrante del equipo de ARENILLA-Revista, ella es ingeniosa, responsable y talentosa. Le encanta el juego de la palabra, sabe que el lenguaje tiene senderos donde brilla juguetón y cachondo. Su nombre ya es muy decidor. Sus papás no dudaron en el nombre que le impondrían al ver a su pichita recién nacida. Supieron que se llamaría Cielo, porque el cielo es todo el universo; porque, cuando pedimos algún don, vemos hacia arriba, hacia donde, sabemos, está el cielo. Del cielo nos llegan los rayos de sol, del cielo nos llega la bendita lluvia. Bueno, pero no se piense que todo es bonito. ¡No!, también del cielo nos llegan los rayos, los truenos. Así deben ser también las que se llaman Cielo, llenas de estrellas, pero con culebras de viento.
Cielo participó en el “Imaginá que te llamás”. El juego con ella hubiese sido fácil, pero común. Pudimos decirle: Imaginá que te llamás cielo, pero eso sería tener muy poca imaginación, porque, ya se dijo, desde que nació ha imaginado que es esa profundidad infinita, llena de nubes, espacio para que vuelen los pájaros y los papalotes.
Por esto, para que el juego fuera más interesante e inusual, a Cielo le dijimos que imaginara que se llamaba pensamiento, una flor delicada del jardín comiteco.
Así, entonces, la primera pregunta fue: Imaginá que te llamás pensamiento, que sos una flor llamada pensamiento, ¿qué color preferís y con qué lluvia tenés pensamientos sublimes?
La respuesta de Cielo fue la siguiente:
“Un apasionado rosa mexicano, perfecto para alegrar los inviernos. Me gustaría ser regada con la luz de la luna, ya que muchos jardineros han dicho, incluso, que es mejor que la luz del sol; perfecto para fortalecer mis raíces, mi follaje y mi identidad. Esto hará que tenga pensamientos sublimes.”
Ah, nos hizo imaginarla recostada en el pasto, con su carita tocada por su tocayo, el cielo, tocada en su cuerpo y en su espíritu por los dedos de la luna.
La segunda pregunta fue: Imaginá que te llamás pensamiento, que sos una flor llamada pensamiento, ¿cuáles son los brotes intelectuales que das al que se encarga de cuidar el jardín?
Y Cielo respondió: “El pensamiento es una flor muy delicada, pero también ¡muy resistente! Yo soy muy resistente y perseverante en las tareas que me impongo. Mi vida está llena de colores, y también ofrezco brotes de creatividad e imaginación.”
Acá están las dos respuestas a este juego de la palabra. Cielo dice que ofrece brotes de creatividad e imaginación a quien se encarga de cuidar el jardín. Y, en este juego, quienes disfrutamos el jardín somos todos los que recibimos el mensaje de Cielo, todos los que admiramos esas flores que crecen en el jardín de la palabra, de la creatividad, de la imaginación.
Posdata: Seguimos en el juego, seguimos sembrando flores en el jardín de esta región, en el jardín del mundo. Nos ponemos guantes y abrimos huecos en la tierra y sembramos la semilla del juego y la regamos con amor, con pasión.