sábado, 5 de diciembre de 2020

CARTA A MARIANA, CON UNA FOTOGRAFÍA

Querida Mariana: Mario Nandayapa, poeta e investigador chiapaneco, subió esta fotografía en redes sociales. Es una fotografía tomada en Comitán. Mario escribió lo siguiente: “CENTRO DE ESCRITORES CHIAPANECOS. Hace algunos años nos convocó Alejandro Molinari, a fin de que nos reuniéramos algunos ex miembros del Centro de Escritores Chiapanecos, que dependía del Instituto Chiapaneco de Cultura (ICHC), bajo la dirección certera del Dr. Andrés Fábregas Puig, esta academia operaba como un espacio de formación donde tuvimos cursos con escritores y poetas relevantes (y se estableció un estrecho vínculo con Centroamérica), como el caso de Carlos Illescas (Guatemala), Roberto Sosa (Honduras), Heberto Morales Constantino, entre otros autores de valía. Marco Fonz, antes de fallecer, uno de los proyectos truncos que dejó fue reactivar este Centro.” ¿Te digo quiénes aparecemos en esta fotografía? De pie: el Arenillero, Gustavo Ruiz Pascacio, Luis Armando Suárez Argüello (él no fue integrante del CECHE), Mario Nandayapa y Miguel Ángel Godínez Gutiérrez; sentados: Gabriel Hernández, Rubén de Leo y Carlos Gutiérrez. Lo que Mario dice es cierto: un día convoqué a compañeros del Centro Chiapanecos de Escritores y llegaron a Comitán para hablar de la obra de Rosario Castellanos. La propuesta fue que los autores chiapanecos hablaran de nuestra paisana. Lo hicieron. El Rector de la UDS, en forma siempre gentil, nos prestó el auditorio de sus instalaciones y ahí, con audiencia completa, los compañeros y amigos ex becarios del CECHE compartieron sus conocimientos. Gustavo Ruiz Pascacio, es poeta y ensayista, ha obtenido premios a nivel nacional en este último género literario; Mario es poeta e investigador, es la hormiguita mayor de Chiapa de Corzo, porque siempre aporta elementos culturales para afianzar la identidad de su pueblo; Miguel Ángel fue coordinador del CECHE cuando fuimos becarios, es narrador y poeta. Ahora radica en su ciudad de nacimiento, la prodigiosa Ciudad de México y allá escribe y pasea por la Plaza de Las Tres Culturas, en Tlatelolco, colonia donde vive. Gabriel es narrador, excelente narrador, ahora, después de vivir muchos años en Tapachula y trabajar en el mítico bar “El Marinero”, radica en San Cristóbal de Las Casas; Rubén de Leo también emigró y radica en otro estado de la república (¿Veracruz?), es poeta y periodista; y Carlos Gutiérrez (la mayoría de compañeros ex becarios le decimos Carlitos por el tremendo afecto que le tenemos) es poeta e investigador, fue director del CESMECA (Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica); y Luis Armando es editor y promotor cultural de gran prestigio en Chiapas. La foto es de 2011. El acto “La obra de Rosario Castellanos. Una mirada desde la inteligencia de los creadores chiapanecos”, abrió el XI Festival Internacional de las Culturas y las Artes Rosario Castellanos. Fue un acto prodigioso. Comitán recibió a sus poetas y narradores, y nosotros, los ex becarios del Centro Chiapaneco de Escritores, volvimos a reunirnos, estrechamos los lazos de amistad que se formaron años antes. Mario dijo que el CECHE dependía del Instituto Chiapaneco de Cultura, bajo la dirección certera del doctor Andrés Fábregas Puig. Sí, el CECHE es para Chiapas lo que el Centro Mexicano de Escritores es para el país. En el Centro Mexicano de Escritores pasaron grandes creadores como coordinadores (basta mencionar a Juan Rulfo) y como becarios (basta mencionar a Rosario Castellanos). Bueno, en el Centro Chiapaneco de Escritores también pasaron grandes coordinadores (ya mencioné a Miguel Ángel, debo agregar al gran narrador y ensayista Jesús Morales Bermúdez y al enormísimo poeta Joaquín Vázquez Aguilar, el famoso Quincho), y excelentes becarios, como mis amigos que acá aparecen. Un día desapareció el Instituto Chiapaneco de Cultura y en su lugar asomó CONECULTA-Chiapas; asimismo desapareció el Centro Chiapaneco de Escritores y asomó el Fondo Estatal para las Culturas y las Artes que fue la entidad encargada de lanzar convocatorias para elegir a los nuevos becarios en diversas disciplinas artísticas, la literatura fue una de ellas y asomaron nuevas voces en poesía, narrativa y ensayo. Por supuesto que las estrategias cambiaron. Como Mario lo mencionó, los becarios del CECHE tuvimos cursos con excelsos poetas, narradores y estudiosos del lenguaje. Sí, Mario tiene razón, el CECHE fue fundado con la idea de ser un espacio de formación. Mario mencionó al maestro Heberto Morales Constantino. El maestro, oriundo de Venustiano Carranza, viajaba desde los Estados Unidos de Norteamérica (laboraba en una universidad de allá) y nos dictaba talleres de excelencia. Hoy, el maestro Heberto radica en San Cristóbal de Las Casas y, en buen momento, su estado reconoció su talento y, en 2014, le otorgó el Premio Chiapas. La ceremonia de entrega del Premio Chiapas 2014 fue realizada en nuestra ciudad, Comitán. El acto se efectuó en el Auditorio Belisario Domínguez. Esa noche recibieron el premio, nuestro paisano Óscar Bonifaz, el tuxtleco Fernán Pavía Farrera y el mencionado doctor Heberto. El día de la entrega, quienes aparecemos en esta fotografía, brincamos de gusto por el premio concedido a nuestro maestro, al gran maestro del CECHE, quien, en forma generosa, compartía sus amplios conocimientos literarios con nosotros. No estuvimos en la entrega, pero sé que cada uno, en su íntima parcela, disfrutó el nombramiento bien merecido. Don Heberto, no podía ser de otra manera, a la hora de su intervención pronunció un mensaje de excelencia. Gran orfebre de la palabra bordó un discurso que queda para el análisis de las bondades de la creación. Es imposible hablar de todo el contenido de su mensaje, pero me gustaría, querida mía, copiar los párrafos iniciales y compartirlos con vos. ¿Puedo? El maestro tituló a su discurso: “Yo soy un chiapaneco”, y comenzó así: “Hace ya muchos años, en una gran plaza de la capital de Alemania, el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, don Juan Fitzgerald Kennedy, pronunció ante miles de personas estas palabras que hicieron época: Ich bin ein Berliner: Yo soy un berlinés. Pues yo, que claramente no tengo que ver nada con ese señor que ha pasado ya a la historia, quisiera gritar esta noche ante ustedes señores y señoras, yo soy un chiapaneco. “Y este oscuro chiapaneco no estaría aquí esta noche si no fuera por ustedes, mi familia y mis amigos: porque ustedes, a quienes no voy a nombrar, me arrastraron a este lugar, que no es solamente la bella ciudad de Comitán, ni este espléndido recinto, sino el simbólico lugar del más alto galardón del estado: el Premio Chiapas. “Y ya que lo estoy, me zumba en los oídos la alegría y el orgullo de estar en la misma línea en que están don Manuel, Jaime, Rosario, Jacinto, Prudencio, Óscar… y mi paisano, que tantas horas de alegría nos ha dado, Manuel, el gran Ratón Vleeschower… “Estoy aquí porque soy chiapaneco. Y soy chiapaneco no solamente porque en Chiapas nací. Ni solamente porque he conocido sus montañas, sus valles y sus ríos, sus lagos y su mar, la Mar del Sur. ¡No! Soy chiapaneco porque así me lo dijo la sangre de mi padre, quien me dio los nombres de mis ancestros hasta más allá de los tiempos en que nos hicimos mexicanos. Soy chiapaneco porque chiapaneca es mi esposa, y sangre chiapaneca corre por las venas de mis hijos y mis nietos. “Conozco Chiapas a pie, en tren, en canoas, en carretas, a caballo… En mis oídos, que ya oyen poco, todavía resuenan los sones brotados de una marimbita de un solo teclado, colgada de las ramas de dos árboles en La Nueva Independencia, junto a Chicomuselo, hace más de setenta años…” Posdata: ¡Ah! Su mensaje fue un viaje soberbio por las maravillas naturales y personajes de Chiapas. Por ahí mencionó al poeta de Tzimol, don Adriancito Abadía, quien era un gran versificador. Su mensaje, a la vez, fue también un vehemente llamado a que los chiapanecos no olviden su esencia cultural, se preguntó, entre otras ausencias: “¿Adónde fueron a parar los molinos de San Cristóbal, donde se producía nuestra propia harina, sabrosa, vuelta pan de fiesta, pan chiquito, pan de dulce, sopa de pan…?” Su mensaje fue una pieza literaria donde el milagro de la creación, a través de la palabra, apareció con su brillo de fogata infinita. Casi al final de su mensaje dijo: “Hoy, por culpa de ustedes, me han dado un premio en literatura”. Así fue, así es, Chiapas reconoció al maestro Heberto por el fogón de su palabra, que, como lo mencionó, viene de la tradición. Los ex becarios del CECHE nos beneficiamos de grandes escritores, poetas, ensayistas e investigadores, todos enormísimos cultivadores de la palabra. Llegaron hasta nuestros territorios, abrieron las manos y regaron sus palabras en forma generosa. Los becarios las pepenamos, con ellas seguimos creciendo. Ahora somos nosotros (Gustavo, Mario, Miguel Ángel, Gabriel, Rubén y Carlos, entre muchos más) los que vamos soltando papalotes en los cielos chiapanecos, porque nosotros, igual que el maestro, gritamos con orgullo: Nosotros somos chiapanecos.