viernes, 25 de diciembre de 2020

CARTA A MARIANA, EN DICIEMBRE DE 2020

Querida Mariana: Comitán también tiene instantes de calma. Acá está una imagen para que la prendás en tu espíritu. Es la calle que va hacia el templo de San José. La serie de balcones corresponde al Hotel Casa del Marqués de Comillas. A fines de un año quebradizo, te invito a que mirés esta imagen y la conservés para siempre en el lago de las más hermosas de tus niñas: las de tus ojos. No la soltés jamás. Ya mirás que los papalotes son hermosos en su vuelo, pero, tarde o temprano, se van, como se van los hijos, o se caen, como sucede con los abuelos. Retené esta imagen para siempre, volvela canario y guardala en la jaulita de cristal de tu alma. La imagen fue tomada en este 2020. Sí, en un instante de confinamiento total. No la metás en el álbum de los recuerdos o en el llamado baúl de los recuerdos. ¡No! Como si fueras el señor Crócker, en su cuarto oscuro, ponela en la bandeja donde está el fijador, para que permanezca por siempre. Es un instante luminoso. Mirá cómo la sombra del poste de luz, con transformador incluido, se vuelve enredadera y trepa por el muro; mirá cómo los alambres de luz nos recuerdan que la vida de los seres humanos es frágil, que siempre andamos como los trapecistas del circo Atayde; mirá cómo la vida no sólo tiene blancos y negros o grises o momentos en tecnicolor, también hay instantes en sepia. En el instante de la fotografía nadie caminaba por ahí, sólo el sol volaba y, con él, las sombras avanzaban paso a paso. ¿Mirás? A veces no nos damos cuenta que a la hora que el sol camina también lo hace la sombra. Justo al mediodía hay un instante de pausa, pero en seguida la sombra, ¡la sombra!, avanza y cuando llega la noche, los seres humanos debemos prender la lámpara para alejar la oscuridad. El acto mínimo de prender una lámpara y ¡hacer la luz!, nos recuerda que el genio humano es capaz de alejar las sombras, mientras el sol vuelve a hacer el milagro de alumbrar al mundo. La fotografía es de 2020. La armonía del Comitán de los años 50 sigue presente. La vida ha caminado con rapidez y el pueblo en medio de su anarquía arquitectónica aún conserva estos momentos de sepia luminoso. El genio de los comitecos ha logrado evitar que la telaraña de las sombras se adueñe de sus pretiles. Aún tenemos balcones, todavía se mantienen vivas las construcciones que nos avientan un baldazo de luz infinita. Mi niña amada, bañá a las niñas de tus ojos con agua sepia; igual que el agua sedativa hace brotar al sarampión, el agua sepia hace brotar los renuevos de esperanza. El sepia es un instante de pausa en la paleta de colores. No es el rojo fuego ni el verde sapo, ni el amarillo huevo. El sepia es el prodigio que atempera el negro y el blanco. Es la opción luminosa que nos regresa a los tiempos de los abuelos, de las casas con techos altos, patios llenos de helechos y balcones que son los ojos de las paredes maestras. No soltés esta imagen. En los años 60 del siglo pasado, los comitecos acostumbraban enviar postales para desear parabienes para el año por venir. Yo te envío esta imagen, de 2020, en sepia, para decirte que la vida tiene pausas y tiene balcones de finos herrajes y tiene calles luminosas por donde solo caminan el sol y las sombras. Te mando un cachito de Comitán en sepia. El señor Crócker, a mitad del siglo pasado, daba color a las fotos en blanco y negro, con un pincel tomaba una pizca de color carne y matizaba el rostro de una muchachita, con vestido y cabello largos. Así vos, por favor, iluminá esta imagen con los colores que deseés. Recordá que las combinaciones de colores son infinitas, como infinitos tus deseos. Te mando una serie de balcones en sepia. Son diez, contalos bien. Uno para cada uno de los dedos de tus manos; uno para cada uno de los dedos de tus pies. Para que, a la hora de acariciar, tus dedos recuperen la armonía de los años en que tus abuelos iban al parque de San Sebastián, se sentaban en una banca, comían un salvadillo con temperante y escuchaban la campana del templo; para que, a la hora de caminar, tus pies recuperen el milagro de Cristo a la hora que caminó sobre el agua. Posdata: Te mando un Comitán en sepia, un Comitán prodigioso, un Comitán del 2020. Te mando un instante no más. Prendelo en tu pecho, ahí cerca de esas fuentes donde tu novio bebe el agua de la vida, la vida que no sólo tiene blancos y negros; también tiene momentos en sepia.