martes, 8 de junio de 2021

CARTA A MARIANA, CON LUGARES COMUNES

Querida Mariana: me lo dicen con frecuencia: “eso no es vida”. Me lo decían antes de la pandemia y me lo repiten ahora. Agradezco el interés de los preocupados por mi forma de vivir. Sé que lo hacen por cariño. Saben cómo vivo y me dicen que eso ¡no es vida! Debo decir que hay personas que piensan que su forma de vida es la única forma correcta de vivir. Esto me parece sensacional. Sería desastroso vivir una vida que no es la ideal. En lo único que parecen estar equivocadas es en la forma que los otros, según ellos, debemos vivir. ¡No! En realidad, cada uno vive la vida que puede o la que quiere. Los que viven la vida que pueden tratan de adaptarse, los que viven la vida que quieren la disfrutan al máximo. Una de las cosas más importantes de la vida es vivir a gusto, con una conformidad absoluta. No el conformismo del quien no aspira a más, sino la conformidad del absoluto deseado. A quienes me dicen que no es vida lo que vivo. Les digo, con todo respeto, que vivo la mejor de mis vidas posibles. Para ellos no será la mejor vida, pero para mí es la vida suprema, sublime. Y digo esto, porque las personas interesadas en mi vida me decían “¡eso no es vida!”, cuando se enteraban que no asistía a reuniones nocturnas, a festejos comunitarios y a fiestas particulares, porque, desde hace más de diez años, tengo la costumbre de acostarme a las ocho de la noche, leer las páginas de una novela y dormir. Lo mismo decían cuando se enteraban que me levanto a las cuatro de la madrugada, para leer y para escribir: ¡Eso no es vida! ¿No? Entonces ¿qué es lo que hago cuando, según yo, vivo una vida sensacional? Mi termómetro de tolerancia me indica que la vida de los seres humanos se desarrolla en un amplio rango, tan amplio como millones de personas viven en el mundo; es decir, hay más de siete mil millones formas de vida, y todas son válidas. Insisto, de esos millones, muchos viven como pueden y otros viven como quieren. Yo, por fortuna, vivo como quiero, vivo lo que deseo. Conozco a muchas personas que duermen de día y trabajan de noche; otras personas dedican su vida a la atención de animales, otros a cuidar a ancianos, otros a brindar atención a invidentes o a muchachos con dependencias. Conozco a personas que son felices viviendo en una cabaña a mitad del bosque y otras viven en un pent-house de una ciudad enorme. Otras personas dedican su vida a leer muchos libros, otras a jugar básquetbol, unas más a ver partidos de fútbol soccer en la televisión. Hay personas que dedican su vida a compartirla con su pareja, otras tienen muchas parejas, se divorcian, se vuelven a casar y vuelven a divorciarse. Hay personas a las que se les muere su pareja y deciden no volver a casarse, para honrar la memoria de quien fue compañera por años. ¿Quién puede atreverse a asegurar que eso no es vida? Perdón, mi niña, pero el muchacho drogadicto, la chica con dependencia alcohólica, la ninfómana y el que no trabaja ni estudia ¡también tienen una vida! La vida deja de ser vida cuando la propia persona se ve al espejo y se dice: ¡esto no es vida!, y cambia de dirección. ¿Mirás la diferencia? Nadie de fuera, así esté muy cerca de vos, puede afirmar que la vida que llevás no es vida. ¡Claro que es vida! Cada uno debe vivir como se le antoje, como quiera o como pueda. Cuando alguien decide dejar de vivir como puede y elige vivir como quiere, inicia el cambio hacia una vida más plena. Me gusta estar en casa, me gusta estar en mi pueblo. Antes de la pandemia, me costaba viajar; ahora viajo menos, casi no salgo a la calle. Permanezco en casa. Alguien podrá decir: ¡eso no es vida!, porque esta persona piensa que la vida es el viaje, la aventura, la reunión permanente con amigos, las fiestas al aire libre o en espacios cerrados, le encanta ir a cantinas, beber la copa, disfrutar la botana, subir a la motocicleta y viajar por las carreteras o treparse a una bicicleta y pedalear por senderos llenos de árboles y de aire. Hay personas que disfrutan tomar fotografías a los pájaros, otras personas apuntan con su escopeta y los matan y los envían al taxidermista para colocar a los pájaros disecados en sus oficinas. Si la población mundial rebasa los siete mil millones de seres humanos, hay, niña mía, más de siete mil millones de formas de vida. ¿Quién se atreve a decir que la vida de un millonario con yate es superior a la vida de un santón hindú que vive en la calle? Si ambos han decidido vivir así, sus vidas ¡son vidas! Cuando el millonario se harta y se ve al espejo y dice que eso no es vida y vende sus yates y sus lujosos autos y sus residencias y va a vivir a una modesta cabaña en medio del bosque, la vida toma otra senda. Posdata: Lo escucho con frecuencia, me lo dicen personas cercanas, preocupadas por mi vida. Cuando se enteran de mi forma de vida, dicen: “eso no es vida”, y me invitan a ser como ellos. Agradezco su interés, pienso que, igual que ellos, vivo. Decidí ser así y vivo feliz, agradecido, conforme. Leo, veo cine en streaming, escribo, pinto, disfruto la presencia de los míos, la modesta serenidad de mi modesta casa. Y si ahora asomara alguien a decir: “eso sí es vida”, yo diría que también las otras vidas son vidas, todas son vidas. Veo a Félix, el gatito de casa. Lo veo tranquilo. En el pequeño patio se tira debajo del auto y desde ahí observa y salta cuando aparece una mariposa o un pajarito o mira sombras por debajo de la puerta de calle; a veces entra a la sala, trepa a un sofá y rasca una colcha y dormita; sube al mueble donde están sus croquetas y come y entra al baño donde está su trasto con arena y orina y caga. Así la lleva, desde antes de la pandemia y ahora en tiempo de pandemia. Gato casero. Lleva una vida tranquila, hasta donde el término lo permite, porque es tremendo, corre de un lado a otro, trepa en muchos lugares, tira macetas y salta por encima de la perrita y la molesta. ¿Alguien puede atreverse a decir que eso no es vida, o que lleva una vida de perros? Hay vidas aventureras y vidas sosegadas; vidas de pata de chucho y vidas de gatos caseros. Todas son vidas, disfrutables vidas, bendecidas vidas.