jueves, 24 de junio de 2021

CARTA A MARIANA, CON UN RECUERDO

Querida Mariana: el 24 de junio de 2020, Comitán recibió la infausta noticia del fallecimiento de Víctor Manuel Albores Guillén. Él falleció en la Ciudad de México, ciudad donde lo llevaron para atenderlo por contagio del Covid-19. No logró vencer la enfermedad. Dos días después, el edificio terminó de derrumbarse, el 26 de junio de 2020 falleció el doctor Newlson Briones, su compañero de vida durante muchos años. Alguien comentó: qué bueno que se fueron juntos, no hubiesen resistido la ausencia del otro. Comitán, sus amigos y sus familiares nos quedamos con sus ausencias. No hay forma de pegar las piezas desunidas. Sus vidas formaban un solo jarrón, hecho de la más exquisita porcelana. Así la modelaron. Ambos fueron exitosos empresarios, lograron construir un fastuoso corporativo que sigue presente, con el cuidado y atención de sus herederos. Pero, su edificio moral estuvo sustentado no sólo en lo empresarial, también en lo espiritual. Cada vez que colocaron una primera piedra y los demás ladrillos para un edificio material, un sembradío de nubes llovió buenas acciones para beneficio de la sociedad. Una vez, Víctor me dijo que yo no tenía idea de cuántas personas metían sus manos en ese morral. Fue una metáfora para decir que muchas personas recibían generosa ayuda de sus empresas. Sí, de las buenas acciones que hicieron sus manos derechas nunca se enteraron las manos izquierdas. Su andar por esta vida fue sencillo, modesto, sublime, lleno de cosas buenas, de sustancias nobles. Ellos viajaron por todo el mundo y en todo el mundo tomaron frutos de ese árbol inmenso que se llama arte. Su entorno comiteco siempre estuvo rodeado de grandes obras artísticas. Yo tuve la fortuna, una tarde gloriosa, de estar con el doctor Newlson en su casa y él tuvo la gentileza de darme un tour por las salas y corredores, repletos de obras de arte. Mi mirada se llenó de luz y mi espíritu se complació con el bálsamo de su plática. Tuve la fortuna, muchas tardes gloriosas, de estar en la oficina de Víctor, donde gocé del conocimiento supremo que tenía de esquinas del mundo. En más de dos ocasiones me enseñó los libros que leía en ese momento, recuerdo con emoción un libro, impecable, bello, que contenía información acerca de los Pueblos Mágicos de México. En esa ocasión me dijo que Comitán tenía potencial para ser más, mucho más de lo que es. Pienso igual que él. Muchos estudiantes universitarios deben recordar la plática que impartió en el auditorio Belisario Domínguez, al lado de connotados empresarios comitecos. Víctor habló del esfuerzo y del talento que cada ser humano posee. Su mensaje fue que cualquier persona, incluso la que tiene entornos adversos, puede convertirse en un ser exitoso si es constante en el trabajo y apuntala bien su sueño. Hoy se cumple un año del fallecimiento de Víctor, pasado mañana se conmemora el primer aniversario del fallecimiento del doctor Newlson. Sin duda que sus amigos y familiares y los empleados de las múltiples empresas que formaron los recordarán. Yo prendo una velita en memoria de ellos. Lamenté mucho la noticia de sus muertes. Lo sigo lamentando. Lamento que sus vidas hermosas poco a poco se contaminen con el polvo del olvido y de la indiferencia. Comitán debe reconocerlos, Comitán debe preservar sus nombres más allá del éxito económico de sus empresas comerciales y hoteleras. Ayer recordé a un gran empresario alemán que llegó a vivir a México y que acá se enriqueció con las minas de plata y formó una soberbia colección de arte, porque era hombre de un gusto exquisito. Sí, mi niña, hablo de Franz Mayer. Y hoy, todo mundo recuerda a don Franz, porque él donó su colección de arte al pueblo de México, obra que hoy puede apreciarse en el museo que lleva su nombre. El nombre de Franz Mayer sigue iluminando los valles y montañas de este México. Víctor y el doctor Newlson, igual que Mayer, fueron empresarios exitosos, visionarios y coleccionistas de arte, porque eran seres exquisitos. El dinero les sirvió para ayudar a muchas personas y a organizaciones. Espero que esa cuerda luminosa siga extendiéndose aún hoy en medio de sus ausencias. Que ese hilo generoso sea la forma de honrar sus nombres y sus actos. Vos sabés que cuando el licenciado Luis Ignacio Avendaño Bermúdez fue electo como presidente municipal de Comitán él me honró con el nombramiento de director de cultura municipal. Al día siguiente de mi nombramiento visité a Víctor y le pedí, en nombre propio y del pueblo, que me apoyara para la edición de la gaceta Kujchil. No dudó, se paró, dio la vuelta a su escritorio y me dio un abrazo, dijo que sí, que me apoyaría. Así comenzó la gaceta. Cuando el presidente municipal vio la importancia de la gaceta determinó que no sólo se publicaran dos mil ejemplares mensuales, de distribución gratuita, sino que fueran diez mil, y ya el costo de la impresión corrió a cargo del ayuntamiento. Pero, el inicio fue obra y gracia de Víctor. Sin su apoyo Comitán no habría disfrutado de esa publicación que es parte importante de la historia de nuestro pueblo. Posdata: Sí, nunca tuve idea de cuántos metían sus manos en ese morral, cuántos se beneficiaron directamente del apoyo generoso de Víctor y del doctor Newlson. Yo sí tuve el privilegio de contar con el afecto de ambos. Más de Víctor, porque él me dispensó su amistad ya que, en sus inicios laborales, muy joven, trabajó con mi papá, en la corresponsalía del Banco de México, y Víctor, como ser noble, extendió su afecto al hijo del antiguo jefe. Víctor y Newlson fueron empresarios exitosos, la diosa fortuna los tocó en la frente, pero ellos, no sólo prendieron veladoras a esa diosa, ¡no!, también prendieron veladoras a la diosa de la solidaridad y a la diosa del arte y esto los hizo grandes. Sus nombres no deben ser olvidados, deben limpiarse todos los días para gloria de este pueblo.