viernes, 25 de junio de 2021

CARTA A MARIANA, DONDE SE DICE QUE YO SÍ CONOCÍ A LOLITA ALBORES (Parte 7)

Querida Mariana: sí, tenés razón, es de gran interés lo que comparto con vos en esta serie de cartas. Sí, todo lo que contó doña Lolita Albores tiene gran significación para el pueblo comiteco, pero, sin duda, la crónica que ahora desmenuzamos posee un especial encanto, ella tuvo relación cercana con Rosario Castellanos, la gran escritora mexicana del siglo XX. Ya dije que doña Lolita Albores vivió en casa de la familia Castellanos Figueroa, en la Ciudad de México, y le tocó (uf, qué momento tan intenso) estar ahí (en 1948) cuando fallecen los papás de Rosario. Doña Lolita, con la tradicional solidaridad comiteca, se queda a acompañar a Rosario en ese tiempo de luto. No debió ser fácil para Rosario asimilar la pérdida de sus padres y hacerse cargo de todo lo que don César comandaba. Pero luego, en una entrevista que doña Lolita concedió a Luis Armando Suárez Argüello, en 1998, cuenta cómo cambió el trato que había recibido en casa de doña Adriana y de don César. Como no queriendo deslizó parte del carácter que en ese momento tenía Rosario. Una tarde, doña Lolita llega a la casa y encuentra que ya no está el ropero donde colgaba su ropa, Rosario lo había vendido; tiempo después, Rosario vende la cama donde dormía doña Lolita. Bueno, parece que las señales eran muy obvias, Rosario ya podía (ya quería) quedarse sin la compañía de doña Lolita. Por eso, doña Lolita, en su crónica manifiesta que, por el año 1949 deja de ver a Rosario, Chayito, dice. Doña Lolita siempre le dispensó un trato afectuoso a la famosa escritora. Muchos comitecos que la conocieron y que le tuvieron estimación la trataron con el nombre de Chayito, así, en forma cariñosa. Doña Lolita comenta que vuelve a ver a Rosario dos o tres años después. Mirá cómo lo contó: “Por el año de 1949 dejé de ver a Chayito. Volví a visitarla en casa de su prima Lucita Lara Castellanos de Ruiz en 1951 o 52. La saludé ya casada en compañía del doctor Ricardo Guerra su esposo; supe cuando perdió a su primer niño y la segunda niña. Después vino la alegría del nacimiento de Gabriel…” Recordá que, en 1950, Rosario obtiene el título de Maestría en Filosofía, por la UNAM, con la tesis: “Sobre cultura femenina”. Traigo la fecha a colación para decir que cuando doña Lolita saluda a Rosario en casa de su prima Lucita, ella ya tiene un alto grado de estudio a escasos veinticinco años de edad. Y digo escasos, porque ahora es común que las chicas obtengan sus grados de maestría y doctorado siendo jóvenes, pero a mediados del siglo XX no era común. Rosario ya es una comiteca destacada. Muchas de sus amigas comitecas no alcanzaron la estatura intelectual de ella; la mayoría se quedó en el pueblo y vivió tranquila, pero en forma discreta, modesta. Luego, doña Lolita no especifica el año, pero consigna que cuando vuelve a saludar a Rosario, ésta ya se casó con el filósofo Ricardo Guerra; es decir, doña Lolita saluda a la escritora comiteca después del año 1958, que es el año del matrimonio de Ricardo y Rosario. Luego, doña Lolita deja constancia que Rosario perdió a sus dos primeros hijos, un niño y una niña, y el único que sobrevivió fue el tercero: Gabriel, quien vive en la Ciudad de México y está considerado por el prestigioso grupo Líderes Mexicanos como una de las trescientas personas más relevantes del país. ¡Nadita! Hijo de tigres: rayado sublime. En un árbol genealógico que aparece en la sala principal del Museo Rosario Castellanos, que existe en la ciudad de Comitán, aparece el nombre de la hija que Rosario tuvo. La pichita malograda de Rosario llevó el nombre de su mamá: Adriana. La niña Adriana Guerra Castellanos nació el 12 de noviembre de 1959 y falleció el 15 de noviembre de 1959. ¡Ah, cutushita! Sólo vivió tres días. El nombre del otro difuntito no está consignado en ese árbol genealógico. ¡Ah, cutushito! No alcanzó ni siquiera la gracia del nombre. En ese árbol genealógico, cuyo título alude a un dicho muy popular en Comitán: ¿Hijito de quién sos vos?, aparece la fecha 7 de octubre de 1961, como fecha de nacimiento de Gabriel. Algunos paisanos han criticado el título del árbol genealógico que está en el museo dedicado a Rosario, dicen que tratándose de la escritora debieron haber hecho la pregunta en femenino: ¿Hijita de quién sos vos? Pero lo dejemos ahí, a menos que alguien haga justicia a Rosario y a su pensamiento feminista y corrijan el género de la pregunta. Posdata: al recordar la crónica escrita por doña Lolita no sólo rescatamos datos importantes de la vida de Rosario, también honramos la memoria de doña Lolita, honramos su trabajo de hormiguita paciente y disciplinada, en favor de la historia común de nuestro pueblo. ¡Que viva Rosario!, por supuesto que sí, pero también ¡que viva doña Lolita Albores!, por siempre, para siempre.