jueves, 10 de junio de 2021

CARTA A MARIANA, DONDE SE DICE QUE YO SÍ CONOCÍ A LOLITA ALBORES (Parte 3)

Querida Mariana: doña Lolita cuenta que al terminar el ciclo de primaria, Rosario Castellanos entró, por lógica, a la secundaria. Esta escuela secundaria la dirigía el papá de Rosario, el ingeniero César Castellanos Castellanos. Podemos hacer cuentas, más o menos, sin que sea exacto. ¿A qué edad entra Rosario a la secundaria? Pues no sé vos, pero ahora, los muchachos entran a la edad de once o doce años. ¿Cuántos años tenía Rosario? Hurguemos lo que hay a la mano: en el libro “Comitán 1940”, de Armando Alfonzo, hallamos un croquis de la casa donde vivió Rosario. Armando anota lo siguiente: “los datos para este dibujo se tomaron de la prueba final de Dibujo Técnico presentada por Rosario Castellanos el 12 de agosto de 1940, en la Escuela Secundaria de Comitán”. ¿Mirás? Es un dato genial que da luces. Cuando Rosario tiene 15 años presenta esa prueba final. Hablamos de 1940. ¿Por qué hago estas cuentas? Porque doña Lolita es muy puntual en su recuerdo al decir que el papá de Rosario era el director de la Escuela Secundaria de Comitán. Ante este dato asoma la pregunta: ¿cómo un hacendado se daba tiempo para desempeñar tal cargo? Porque ya doña Lolita nos dijo que su mamá no visitaba muy seguido a sus amigos: doña Adriana y don César, porque ellos hacían largas temporadas en sus fincas. Ah, por eso el dato es importante. Acá hay dos elementos señeros, aportados por Armando Alfonzo y por Lolita Albores: el papá de Rosario dirigió la escuela secundaria y en agosto de 1940 Rosario estudiaba ahí. ¿1940? Sí, 1940. ¿Por qué no revisamos la historia del país y vemos quién era presidente de la república en 1940? ¡Lázaro Cárdenas! Ah, el nombre que causó pavor y enojo en los hacendados del país al verse despojados de sus propiedades rurales. Parece que este dato aporta elementos para, más o menos, entender por qué don César dirige la escuela. Ya tenía tiempo para hacerlo, incluso, puede deducirse, ya tenía necesidad de ganar un dinero extra. Sin duda que el reparto agrario ya había mermado sus propiedades. Aún conservaba los dos ranchos, pero disminuidos en hectáreas. ¿Cómo seguir caminando en forma oronda en el pueblo? Debía hacerlo con el prestigio que le daba ser una persona preparada, con credenciales obtenidas en sus estudios realizados en Estados Unidos de Norteamérica. Don César no era un finquero poderoso, pero ignorante, ¡no!, don César era un hombre preparado intelectualmente. Pero lo que cuenta doña Lolita no sólo ayuda a medio armar este rompecabezas de la vida de Rosario sino también nos ayuda a entender lo que al principio dijo: mi mamá era amiga de la mamá de Rosario y de don César. Doña Lolita cuenta que para el funcionamiento de la escuela, don César “había alquilado con mi madre la mitad de nuestra casa y se dividía por una cerca”. La casa sigue casi intocada, es propiedad de la familia Díaz Carreón. En la fachada existe ahora una placa que consigna que ahí vivió Lolita Albores, la cronista municipal, vitalicia, de Comitán. Bueno, para la historia de la Escuela Secundaria de Comitán, también está el dato que ahí estudió Rosario. Este dato, en apariencia intrascendente, vuelve a relacionar a doña Lolita con Rosario. Nuestra escritora estudió en la que fue casa de Lolita. La cercanía de don César con la mamá de doña Lolita permitió que ésta le alquilara la mitad de su casa para que algunos cuartos se convirtieran en aulas. Como mirás, cada dato que doña Lolita nos legó en esa crónica nos aporta conocimientos para comprender un poco más la vida de la famosa escritora comiteca. ¿Qué más? Ah, bueno, en seguida viene una información que ya tiene presencia en su obra creativa y en su carpeta de sentimientos. Doña Lolita cuenta quién fue el primer noviecito de Rosario, fue un compañero de grado escolar: Guillermo Robles Domínguez. Pero, dirías vos, mejor que lo cuente doña Lolita. Sí, acá va copia de lo que doña Lolita escribió: “la recuerdo con los demás muchachos y su primer novio, que fue el dentista Guillermo Robles Domínguez, de cuyo noviazgo ella llevaba un diario que causaba mucha inquietud en doña Adriana, según me dijo tiempo después”. Posdata: en un ensayo de Rafael Araujo (“Chiapas. La constitución de una élite cultural a través de la prensa”, publicado en 2012) vemos el siguiente dato: “en el periódico tuxtleco “El estudiante”, en el número 5, publicado en 1942, aparecen los primeros poemas de Rosario Castellanos (…) fechados en 1940 y 1941…” Rosario, dice doña Lolita, llevaba un diario donde consignaba apuntes de su noviazgo con Guillermo, quien en ese momento era estudiante del nivel secundario y, años después, se tituló como dentista en la UNAM. Tal vez por ahí estaban escritos los primeros poemas que Rosario, ya viviendo en la Ciudad de México, envió a “El estudiante”, de Tuxtla. No me estás preguntando, pero yo recibí clases de química, que, en 1971, impartía el primer novio de Rosario, en la secundaria del Colegio Mariano N. Ruiz. Y como ya estoy encarrerado diré que el primer novio de Rosario era mi primo, porque su papá, don Ciro Robles Bermúdez, fue hijo de una hermana de mi abuela María Bermúdez. Sí, tenés razón, ya me fui por otra vereda. Perdón.