lunes, 21 de junio de 2021

LLUVIA DE MADRUGADA

A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que suben escaleras como cabras, y mujeres que pintan sueños. La mujer que pinta sueños sabe que hay mil colores y millones de combinaciones cromáticas; sabe que cada ser humano tiene un color especial para pintar sus huellas en la arena, en la grava, en la piedra, en el musgo, en la banqueta de laja, en la tierra, en la alfombra y en la carretera a la hora que emprende el viaje. La mujer que pinta sueños sabe que cada noche hay cien mil posibilidades para formular sueños, que son bocetos para el cuadro que pintará al día siguiente. La pinta sueños tiene caparazón de tortuga, para evitar el óxido de la realidad; tiene la velocidad del gamo, para evitar el fastidio de la repetición; tiene la sonrisa de la cuerda a la hora que sirve, no para ahorcar, sino para que las niñas brinquen en el parque. La pinta sueños acumula, en su espíritu, hojas, insectos, tzisimes, cuches, golondrinas, chuchos, gatos, mariposas, cargapalos, rodacacas y colibríes. Su memoria es un reservorio de esencias que son como hojas de albahaca para la hora en que duerme. El sueño que elige a la hora de pintar es el que más se acomoda a la música del día, el ritmo de la mañana. Aparece, como fantasma, en el instante que asoma el vaho del café de la mañana, en la mano de la brisa, en el beso de la niebla. El sueño, que, por definición, es dúctil y maleable, pero vaporoso, debe ser retenido, no con cadenas ni con cerrada de ojos; debe ser retenido en la piel del amado, en el vuelo del águila, en el salto del pez y en la nariz fría de los perros. El sueño es una ardilla que salta de rama en rama, un polluelo que abre el pico para recibir la comida; el sueño es una cordillera, un letrero de stop en la carretera; un islote a mitad del lago, una flor para el deseo de la abeja. La pinta sueños tiene alas, como si fuese un hada de cuento infantil; tiene branquias, porque es sirena de mares secos, mujer pez de desierto. La pinta sueños no usa brochas ni pinceles para realizar su obra, todo lo pinta con las manos, con los pies, con las rodillas, con sus tetas, hermosos pechos que son brotes de espiga para el trigo que alimenta a los pichitos mamones. La pinta sueños no pinta en las paredes o sobre telas ni tatúa las pieles de los dromedarios que la buscan y la acosan como hermosos faunos. Ella elige el agua limpia para bordar sus muros de agua; elige la madrugada para calentar la brasa de sus mañanas; elige el compás para trazar los círculos de la noche, y para iluminar el ojo sol del tedio. A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que son como piedras para mausoleos y mujeres que son como brizna en los humedales.