martes, 15 de junio de 2021

CARTA A MARIANA, CON MENTIRAS FALSAS

Querida Mariana: no hay verdades verdaderas. Cada vez que hablamos, un hilo de falsedad se desliza. Hay personas que propenden a ser muy fantasiosas y agregan muchos brillos de lentejuela a su plática. Por eso, los novios discuten, porque, al principio de la relación juran ser leales y honestos, juran que se contarán todo. ¡Ay, por favor! Todos los seres humanos, desde que aparecieron sobre la faz de la tierra, han mantenido secretos. Se sabe que un grupo de cazadores no contó jamás que había matado un mamut, escondieron la carne en una cueva, y todas las mañanas se despedían, con pretexto de ir a buscar alguna presa, para compartir con los de la aldea. Pero, ya lo intuiste, ellos iban a darse un buen atracón con la carne guardada. La historia no terminó bien, ya que un buen día se enfermaron, porque la carne estaba podrida. Y así, los de la aldea supieron la verdad de la mentira. Digo esto, porque Mateo me dijo que era mentira mi dicho, mientras yo insistía en decir que Tomás Pérez Turrent publicaba sus críticas cinematográficas en el periódico ESTO, un periódico especializado en deportes, que yo leía en los años setenta. Y yo compraba el ESTO, no por el deporte, sino porque traía una sección de espectáculos donde Pérez Turrent publicaba reseñas y críticas cinematográficas. Cuando estudié en la Ciudad de México, más o menos de 1975 a 1980, la guía de don Tomás fue el faro para acudir a las salas cinematográficas. Si don Tomás decía que la película valía la pena yo iba al cine donde exhibieran esa cinta, aunque estuviera lejos de la colonia Del Valle, que era donde vivía; si don Tomás hacía trizas a una película, la ignoraba. Mi gusto cinematográfico se decantó, gracias a la compañía de don Tomás. Juro que en el ESTO conocí a don Tomás. Mateo me dijo que yo era un mentiroso y exigió que le demostrara mi dicho. ¡Imposible! ¡Pucha! Debería ir a las hemerotecas para buscar un ejemplar del ESTO, de esos tiempos. Busqué en el Internet la biografía de don Tomás, con la ilusión de hallar información acerca de lo que digo, pero me pasé más de media hora en la búsqueda y nada hallé. En las fichas biográficas de don Tomás existe registro de las revistas donde publicó su crítica. Pura revista fifí: revista de la Universidad Nacional Autónoma de México, una del CONACYT y suplementos culturales de periódicos importantes. ¡Suplementos culturales! ¡No la sección de espectáculos de un periódico especializado en deportes! No le pude demostrar a Mateo que mi aparente mentira era verdadera. Terminó diciéndome que confundo la realidad con la fantasía: “Sos pues escritor de cuentos”, me soltó, y nada pude decir en contra, porque lo que él decía sí tenía forma de comprobarlo. No tengo forma de demostrar lo que digo, pero yo estoy seguro que en el ESTO conocí a don Tomás. En los años sesenta y principios de los setenta ignoraba la existencia de personas que se dedican a hacer crítica cinematográfica. Iba mucho al Cine Comitán y al Cine Montebello, en mi pueblo, pero ahí no precisábamos de críticos, porque no había más sopa que la sopa que exhibían. Cuando llegué a la Ciudad de México la oferta cambió. Había decenas de salas con propuestas diversas. Ahí fue donde la presencia de don Tomás se volvió fundamental. En la Ciudad de México había la posibilidad de elección, entonces tomé la mano de don Tomás y él guio mis gustos de cinéfilo de hueso colorado. Su guía fue fundamental para ver buen cine, un cine inteligente, con estéticas fabulosas. Fue cuando pensé que sería maravilloso tener el oficio que él tenía: ir todos los días al cine para escribir reseñas y vivir de eso; con el agregado de entrevistar a artistas y directores y asistir a todas las muestras de cine en el mundo entero, con gastos pagados. En Comitán llegaba el ESTO, tal vez algún paisano recuerde esta sección de espectáculos, tal vez por ahí se topó con el nombre de Tomás Pérez Turrent. Actualmente, el ESTO ya no se publica con su color sepia tradicional. Sé que, en los últimos tiempos de su vida impresa, el ESTO tenía una sección estatal y ahí Ari Peralta, Alex Hiram Morales y Ricardo Aguilar publicaron notas deportivas. Para ellos, estoy seguro, fue un hecho relevante publicar en uno de los periódicos deportivos más importantes del país (el otro periódico deportivo era el OVACIONES); faltó el crítico cinematográfico comiteco que publicara sus reseñas. Posdata: el otro día encontré a don Tomás en la televisión, en un programa dedicado al cine nacional. Recordé entonces que él fue mi cayado en el camino del cine internacional. Le conté a Mateo lo que ahora te conté y él me pidió pruebas de lo que decía y yo no tuve más que mi palabra, mi recuerdo, mi memoria. ¿Por qué en ninguna de sus biografías aparece el dato que sus críticas aparecían en la sección de espectáculos del ESTO? Internet bobo, me hace pasar por un mentiroso. Ahora que escribí la palabra mentiroso, ya comencé a dudar. Tal vez don Tomás no publicó crítica cinematográfica en ese periódico; tal vez todo lo invento; tal vez Mateo tiene razón, como soy un escritor de cuentos; tal vez todo lo invento; tal vez no soy real y soy un personaje que me inventé.