jueves, 17 de junio de 2021

CARTA A MARIANA, DONDE SE DICE QUE YO SÍ CONOCÍ A LOLITA ALBORES (Parte 5)

Querida Mariana: doña Lolita viajó a la Ciudad de México en 1944, para ese año, ella tenía 26 años de edad y Rosario era una jovencita que tenía 19 años. La familia Castellanos Figueroa vivía en la casa de Madereros, hoy Constituyentes. En algunos documentales se ven algunas escenas filmadas en esa casa. Se ve que era una casa luminosa. Don César, de acuerdo con los testimonios, no tuvo casa propia en Comitán, pero en la Ciudad de México compró una casa de dos plantas. Lejos quedaron los corredores con ladrillos y los balcones, de Comitán. La casa de la Ciudad de México estaba frente al Bosque de Chapultepec. Nadita. Para no extrañar mucho los árboles de las haciendas, estos comitecos tenían frente a su mirada uno de los pulmones más bellos de la ciudad capital. Les bastaba cruzar la amplia avenida para entrar al bosque y sentirse ardillitas. Digo que, en algunas de esas imágenes filmadas en esa casa, se ve cómo Rosario sale a una terraza, se acoda y ve el bosque. Quién sabe cuántas tardes salió a esa terraza para pepenar algunas palabras o ideas que como papagayos aleteaban después de salir de sus nidos. Rosario tuvo una vista privilegiada. ¿Cómo lo cuenta doña Lolita? Lo cuenta así: “En el año de 1944, por primera vez, fui y estuve viviendo con ellos cuatro meses…” ¿Mirás? Cuatro meses estuvo doña Lolita conviviendo con Rosario y con sus papás. Doña Lolita dice que es la primera vez que estuvo con ellos. No especifica cuál fue el motivo del viaje. Porque, es en el segundo viaje cuando estudia enfermería y declamación. Sin duda que la convivencia fue mayor con los papás que con la hija, quien, en ese momento, no es más que una estudiante de bachillerato. Doña Lolita dice que Rosario “iba al Colegio Luis G. de León”, institución donde conoció a Dolores Castro, quien sería la amiga más íntima, la más cercana, con quien viajó a España y quien hoy, a sus noventa y ocho años de edad, recibe reconocimientos por la obra poética que ha escrito. Dolores Castro acompañó a Rosario en un viaje a la finca Chapatengo y, ya muerta su amiga, ha estado en Comitán, en homenajes que acá se han desarrollado en memoria de Rosario. Lolita Castro se prepara para recibir las muestras de cariño de todos sus amigos y lectores que, en 2023, celebrarán su cumpleaños número cien. A continuación, en la crónica de doña Lolita, cuenta qué sucedía cuando Rosario viajaba sola a Comitán y qué sucedía cuando venía en compañía de su mamá. Leamos: “Cuando Chayito venía de vacaciones, se quedaba en mi casa y teníamos una alegre palomilla de amigos con quienes gozaba de nuestras reuniones. Jorge Pinto, su primo y amigo, le llevaba serenata de marimba para que se sintiera más contenta. Cuando venía con su mamá, doña Adriana, nos encargaba con tiempo le alquiláramos una casita y le buscáramos a sus antiguas sirvientas para que estuvieran a su servicio en los dos meses de vacaciones. Entonces, don César quedaba en México. Amueblábamos la casa y las esperábamos con alegría; las amistades las visitaban y ellas se sentían muy a gusto en Comitán”. Acá hay datos muy importantes. Nos enteramos de sus preferencias. Ya sabemos que cuando don César venía a Comitán iba “a dar” a la casa de doña Lolita; cuando Rosario venía de vacaciones, también llegaba a casa de doña Lolita; pero, cuando venía Rosario con su mamá, doña Adriana pedía a la mamá de doña Lolita que alquilara una casa para la temporada. Y digo que son datos importantes, porque dan idea de comportamientos. En primer lugar, los familiares no cuentan, ni del lado de Castellanos ni del lado de Figueroa. ¿Por qué doña Adriana no llegaba a casa de sus familiares? ¡Saber! Tampoco quedaba en casa de doña Lolita, casa donde, sin duda, habría sido recibida con afecto. Doña Adriana prefería pagar el alquiler de una casa y contratar los servicios de su antigua servidumbre para ser atendida. Puede decirse que en este comportamiento hay una señal de distinción. Doña Adriana no dio pie para que los paisanos (siendo como son) dijeran que había llegado de arrimada. ¡No! Ahora vemos lo que esto significaba, doña Adriana llegaba a Comitán como toda una gran señora, alquilaba una casa y era atendida por su antigua servidumbre. ¡A nadie le quedaré debiendo favores!, tal vez pensaba. Posdata: de la palomilla, doña Lolita menciona a alguien en especial, su primo y amigo Jorge Pinto, quien fue un personaje importante en el pueblo. Por ahí debe haber el registro sonoro que don Jorge realizó durante muchos años. Con una grabadora de carrete al hombro se dio a la tarea de grabar audios de actos importantes de Comitán. ¡Ah, qué labor tan generosa! Sería maravilloso que alguien pudiera rescatar ese tesoro sonoro.