lunes, 28 de junio de 2021

CARTA A MARIANA, EN UNIDAD

Querida Mariana: en tiempo de pandemia muchas empresas cerraron, pero, de igual forma, muchas personas en todo el mundo abrieron diversos negocios. En tiempos futuros se hablará de estos tiempos donde el espíritu humano se sublimó. Ante la máscara de la desgracia, apareció el rostro de la esperanza. En Comitán, por fortuna, hay más ejemplos de lo segundo que de lo primero. Muchos paisanos emprendieron acciones laborales para activar el mercado local. No se quedaron con los brazos cruzados, ante la emergencia activaron iniciativas para fortalecer el patrimonio familiar. Siguieron el precepto que indica que en situaciones de riesgo extremo aparece la fortaleza humana. Mi amiga Candy me platicó el otro día que ella es integrante de un Colectivo de Emprendedoras que se llama Emprendedoras Comitán. En tiempo de pandemia se unieron y realizan bazares y tienen tienditas en línea. ¡Pucha, qué bonito! Las tradicionales tienditas de la esquina, ahora abren ventanas y puertas en todo el mundo. El colectivo inició con treinta chicas y ahora ya son cincuenta. ¿Mirás? Chicas. Las mujeres comitecas siempre han dado muestras de gran fortaleza. Las comitecas de estos tiempos siguen sembrando esperanza. El pasado 19 de junio realizaron el tercer bazar presencial. Dichos bazares han sido exitosos. Las cincuenta chicas exhiben las mercancías que ofrecen y los amigos y clientes acuden a comprar objetos que necesitan. Esto permite que el flujo económico se active en nuestro pueblo. Sí, querida mía, muchas personas realizan iniciativas en todo el mundo, motivadas por la emergencia sanitaria y económica. ¿Cómo llevar el sustento diario para la familia en tiempos tan aciagos? ¡Acá está la muestra! ¡Chicas comitecas se unieron y activaron este colectivo! ¡Ya realizaron su tercer gran bazar y van por más! Por mucho más. El tercer bazar fue incluyente, al colectivo de cincuenta chicas se unieron chicos. El pasado 19 de junio, las Emprendedoras Comitán, de diez de la mañana a seis de la tarde, ofrecieron diversos objetos a una cantidad de clientes que asistieron al Salón La Reja. ¿Qué venden? Muchos artículos: ropa de segunda, ropa nueva, artesanías, accesorios, maquillaje, muñecos, productos de salud y más, mucho más. Por supuesto, ya hay un puesto donde se ofrece gel antibacterial y cubrebocas. Dos conceptos llaman mi atención, el primero que refiere a un grupo y el segundo que habla de emprendedoras. ¡Estos dos conceptos apuntalan puentes, unen orillas! Sí, este colectivo es muestra de que, como es el grito en el estadio cuando juega la selección de México, ¡sí se puede! En unión y con ideas comunes. En Comitán, hay que decirlo, no tenemos la sana costumbre de unirnos a causas, somos de espíritu individualista, pero acá se demuestra que es posible formar grupos con causa, que beneficien a todos. Este colectivo es muestra de que no debemos quedarnos con los brazos cruzados. ¿Hay una situación de emergencia? Nos unamos y salgamos adelante. Me dio gusto ver unas fotografías que Candy me envió. Ahí vi la afluencia de compradores al tercer bazar. ¡Qué bueno! Con sana distancia, con cubrebocas, respetando las medidas sanitarias, ¡la vida sigue! El comercio se fortalece y estas chicas ofrecen productos necesarios para el hogar. Pienso que la idea da para más, dará para más. Por el momento ya lograron unirse, es preciso que así continúen; por el momento, ya no sólo son ellas, también ya se integraron ellos; por el momento, el mercado es local. Pero, pienso, esta idea puede dar para más. ¿Qué puede ofrecer este grupo de chicas al mundo, a través de las tienditas virtuales? El mundo las está esperando. En este maravilloso pueblo tenemos mucho para ofrecer. Sólo falta que aparezcan chicas emprendedoras, unidas, que se atrevan a abrir puertas novedosas. Acá ya está un colectivo que, en unidad, ofrecen sus productos en los bazares que promueven. Posdata: la vida sigue, sigue plena. En Comitán, querida mía, seguimos abonando a la esperanza. El viento dobla nuestras ramas, porque nos mecemos al ritmo que la vida impone, pero, como dice el dicho, no nos rajamos. ¡Jamás!