sábado, 24 de junio de 2023

CARTA A MARIANA, CON CELEBRACIÓN

Querida Mariana: fue cumpleaños de La Trinitaria y estuve presente. Estuve en el sitio de honor. ¿Por qué? Ah, por la generosidad de sus habitantes. Sucede que una mañana recibí una llamada del cronista de aquel maravilloso pueblo, mi querido y admirado maestro Benito Vera. Me dijo que la directora de educación del Ayuntamiento de La Trinitaria me buscaba, quería invitarme a un Conversatorio a efectuarse el día jueves 15 de junio, con motivo a la celebración del cumpleaños 444 de La Trinitaria. ¿Conversatorio? Ay, prenda. No, mi querido maestro, no soy conversador. Le dije que tatarateo cuando debo conversar. ¿Entonces? Pues se me hace feo no aceptar, porque tras no basta me toman en cuenta. ¿Y si en lugar de conversar en la mesa de honor, leo un textito? Así sí. El maestro Benito me pasó el número de la directora de educación, llamé, le dije que para mí era un privilegio, ¿aceptaba mi propuesta de leer un textillo escrito especialmente para la ocasión? Dijo que sí, y el día del compromiso Paty, editora ejecutiva de Arenilla, y yo trepamos al tsurito que, en La Trinitaria, dejamos en casa de mi amigo Don Marín. Como pegaba galán el calor tomamos los paraguas (que se convirtieron en parasoles) y, como esos disciplinados religiosos que visitan casa por casa llevando su mensaje, caminamos protegidos por los paraguas por las calles de La Trinitaria hasta llegar al salón Salomón González Blanco. Un católico y una cristiana caminamos como si fuésemos Testigos de Jehová. ¿Cómo no agradecer la hospitalidad de La Trinitaria? Debajo del gran mural estaba colocado el sitial de honor, donde estuvimos el maestro Benito, su hermana, la maestra Lupita Vera Guerrero y yo. Antes del Conversatorio sucedió un acto de lujo: la participación de la extraordinaria Marimba Municipal de La Trinitaria, que dirige el maestro Pepe López Gordillo. Paty y yo nos sentamos frente a la marimba y disfrutamos el concierto, excelente concierto en ocasión tan memorable. Cuando llegó la Presidenta del DIF Municipal y demás autoridades que engalanaron el acto dio principio el Conversatorio. El maestro Benito hizo uso de la palabra, de su palabra culta y erudita; posteriormente pasé al podio y leí el textillo, para cerrar con la participación de la maestra Vera Guerrero. ¡Todo bonito! Muchos niños acudieron al acto; sin duda que algo pepenaron de la historia de su pueblo. Al final hubo participación de la audiencia y todos coincidieron en que era un día relevante para la población. Las autoridades mencionaron que realizarán una reunión de cabildo para decretar que, de hoy en adelante, se realice un acto celebratorio cada quince de junio. ¿Querés saber qué leí? Te paso copia. Acá va: Buena tarde. Soy escritor. Soy escritor porque soy lector. Comencé a leer cuando tenía seis o siete años de edad, comencé con la lectura de cómics, revistas ilustradas que en ese tiempo llamábamos cuentos. Pasar de esos cuentos a los cuentos escritos por grandes autores fue sólo un paso, como subir un escalón. Esto me permitió conocer el amplísimo jardín de los libros. Ahora tengo 66 años de edad; es decir, llevo más de 55 años siendo feliz, gracias a la lectura, gracias a los libros. ¿Por qué les cuento esto? Porque mi historia está enredada con la historia de este pueblo. Sucede que una mañana, siendo niño, mi mamá me dijo que viajaríamos a La Trinitaria. Mi mamá, que hoy tiene noventa y tres años de edad y está muy bien, física y mentalmente, es devota de la Santísima Trinidad. En mi pueblo, Comitán, fuimos a tomar el autobús que nos traería a La Trinitaria. En ese tiempo, hablo de los años sesenta del siglo pasado, se tomaba el camión frente al edificio donde ahora está la Casa de la Cultura. Subimos, me senté al lado de la ventanilla y vi todo el trayecto. Viajamos por la antigua carretera que no era la amplísima carretera que hoy une a Comitán con La Trinitaria. Al llegar bajamos frente al parque y caminamos hacia el templo; el parque no es el que ahora existe; entramos al templo con un piso que tampoco existe ya. Me bastó entrar al templo para recibir la primera bendición, un aroma que hasta la fecha me seduce: el aroma de la cera derretida. Me dediqué a ver las imágenes religiosas mientras mi mamá oraba. Y el milagro no se dio dentro del templo, sino afuera, ahí recibí un dardo de luz que me marcó para siempre. Soy comiteco y amo mi pueblo, pero también amo este pueblo de ustedes, porque esa mañana, mi mamá me dijo que nos sentáramos en una banca del parque, en una sombra que regaba un árbol. Desde esa banca vi un edificio sembrado a mitad del parque, pregunté a mi mamá qué era ese edificio, su respuesta iluminó mi alma. Debo decir que en Comitán también había una construcción a mitad del parque, era una pérgola grande con un arco, en este arco existía una cafetería. ¡Es una biblioteca!, dijo mi mamá. ¿Una biblioteca? Sí, una biblioteca. ¿En cuántos pueblos del mundo hay bibliotecas a mitad de los parques? En este fantástico pueblo ¡había una biblioteca a mitad del parque! Le pedí a mi mamá que entráramos, subimos por una escalinata y llegamos a una sala luminosa, con libros. La luz del exterior entraba por los ventanales amplísimos. Supe que ahí se daba una fórmula mágica: la luz entraba, pero también salía de los libros. ¿Qué resulta de esta sumatoria: luz más luz? La biblioteca de La Trinitaria era un árbol enormísimo con muchas hojas de papel, dando oxígeno a este pueblo, proveyéndolo de conocimiento. Siempre he reconocido que La Trinitaria es un pueblo de gente culta. ¡Cómo no! Sólo los pueblos cultos realizan el portento de tener árboles que dan libros, libros que dan aire, aire que da vida. Esto que cuento me deslumbró en los años sesenta. Cuando regresamos a casa, saqué los cuatro libros que poseía y le dije a mi mamá que yo también tenía una biblioteca, como la de La Trinitaria, la mía estaba sembrada a mitad de mi alma. Hace apenas unos cuantos días, en el salón del Parque Hundido, fui testigo del momento en que el maestro Benito Vera, acá presente, dio a conocer su libro “Génesis”, libro donde da a conocer su labor de investigación acuciosa que llevó a descubrir la fecha que hoy celebramos: el día de la fundación original de este pueblo. Sostengo que hoy La Trinitaria vive una época de esplendor. El libro del cronista es una edición del Honorable Ayuntamiento. ¿Cuántos ayuntamientos de Chiapas editan libros para el fortalecimiento de la identidad? Amo mi pueblo: Comitán; amo este pueblo de La Trinitaria; amo los libros. En Comitán soy feliz; soy feliz cuando vengo a La Trinitaria; soy inmensamente feliz cuando leo libros que me gustan. Es un honor para mí estar con ustedes en esta fiesta, en esta celebración que por primera vez ocurre. Hoy celebramos un cumpleaños más de esta tierra, ¡qué alegría! Por esto, amigos todos, les traje estas palabras y este puñito de confeti. ¡Felicidades! Posdata: y como ya había aventado las palabras de mi ronco pecho, aventé un puñito de confeti que había comprado en una papelería de Comitán, un poquito, para no hacer basura y joder a los encargados de la limpieza, fue sólo para llenar de color el acto. Ya el Ayuntamiento había puesto la marimba, me tocó aventar el confeti. Envío mis respetos para los integrantes de la Marimba Municipal de La Trinitaria. Ah, qué hermosa agrupación musical. Abrazo para Daniel Thomas (bajo); Martín Flores (armonía); Álvaro Cruz Gordillo (en la segunda); Antonio Espinosa (en la primera); Víctor Espinosa (en la segunda); Mirtha Luz García Flores (en la primera); Metzli Hernández (en la segunda); Citlalli Hernández (voz); Lenin Antunes (batería); Jhonatan y Maciel Pérez (saxofones). Disculparán si algún error aparece, pero escuchar la grabación en medio del rumor del gentío fue difícil. Quede constancia para consignar el momento histórico que vivió La Trinitaria. ¡Tzatz Comitán!