domingo, 25 de junio de 2023

CARTA A MARIANA, SIN CULITOS

Querida Mariana: fui a Cafetico y saludé a la licenciada Hidalgo. Con una gran contundencia me dijo: “por primera vez en la historia ¡no hubo tzisim en Comitán! ¡No salió!” Como si me hubieran aventado un vaso de agua hirviendo tomé conciencia de algo extraordinario. ¿De verdad así sucedió? Parece que sí. No es algo irrelevante, al contrario. Si en un telenoticiario apareciera la noticia: “En Comitán no salió tzisim”, podría tomarse como una noticia boba, pero, en realidad es algo para reflexionar. Cada año, en temporada de lluvias aparecía el tzisim y la algarabía se daba, la gente se reunía alrededor del boljocosh para atrapar a las hormigas, meterlas en cubetas con agua y luego llevarlas al comal para dorarlas. En el mercado primero de mayo, en la central de abasto o con las canasteras se podía comprar lo que dimos en llamar “el caviar comiteco”. Y ahora, diría doña Lolita Albores: “’caso hay”, no hubo. El mundo ¿acabará por no comer tzisim? No, por supuesto que no, pero parece que sí hay una advertencia: algo pasó en la naturaleza. ¿Por qué no apareció tzisim este año? A mí no me mirés, yo nada sé, pero los científicos sí podrán darnos una explicación fundamentada. La licenciada Hidalgo se aventó una teoría basada en el sentido común: el calentamiento global está provocando cambios severos. Bueno, sí. Ya mirás los calores brutales que se han dado en los últimos días. Ya te comenté algo que podría provocar risa, pero que, de igual manera mueve a la reflexión: “estáis viviendo el verano más frío del resto de tu vida”; es decir, están por venir tiempos más calurosos. Todo mundo dice que la tala indiscriminada está provocando estos calores brutales. Comitán siempre tuvo clima templado, riquísimo. En una estadística de los años cincuenta se ve que un clima de veinticinco grados era lo más intenso durante el año. ¿Ahora? Dios mío, cada vez hay más calor. Seguimos teniendo el clima más agradable del estado de Chiapas y así será por siempre, pero parece que cuando, en el futuro, todo mundo esté achicharrándose con un clima de cuarenta y cinco grados, nosotros andaremos con treinta y cinco grados. Se terminó el clima templado, ya ingresamos al clima caliente. Pancho dice que los comitecos siempre hemos sido calientes, pero la calentura a la que se refiere es de otro tipo. En fin. La licenciada Hidalgo me contó que ella visita muchas comunidades rurales, donde la quieren mucho. Es cierto. Este año visitó comunidades y en todas le dijeron que no había salido tzisim. ¿Viste vendedoras en el mercado? Un día vi a una mujer que tenía una borcelanita pequeña, con contados animalitos. Daba flato. La licenciada Hidalgo me dijo que el precio actual del tzisim se cotizaba en la Bolsa de Valores con un precio de cinco mil pesos el litro, pero “caso” hay, “caso” hubo. Todo fue ficticio, una mera especulación. Este año no hubo tzisim, no salió. ¿Qué sucedió? ¡Andá a saber! La noticia no es alarmante, porque el tzisim no es artículo de primera necesidad, pero sí comienza a ser apocalíptica. Algo está sucediendo en la tierra, las hormigas nos están alertando. Pancho dice que los culitos más esperados no aparecieron este año. Quedamos en ayunas de los culitos más sabrosos. Cuando fui comedor de tzisimes siempre comí culitos. Hay personas que le entran parejo. Felipe prepara quesadillas, con tortillas hechas a mano y queso de Oaxaca, cuando están listas las abre y les rocía un puño de tzisim. Ah, lo veo disfrutar esa bendición. ¿Este año? Se quedó con el gusto. Bueno, a medias, porque él siempre guardaba una bolsa con tzisim en el congelador. No es el mismo sabor, pero cuando menos para no quedarse con el antojo. Posdata: hay una señal apocalíptica. Cada vez hace más calor, cada vez la naturaleza resiente el trato abusivo y bobo del ser humano. Por la desmedida ambición de unos el mundo comienza a sufrir. Al final, hasta los miserables millonarios caerán muertos a mitad del desierto. Las llamadas de atención de expertos y de gente consciente son cada vez más alarmantes. El agua se está agotando, el calor cada vez es más intenso. Nos piden conservar árboles, sembrar más, pero no lo hacemos. Al contrario. ¡Qué pena! ¡Tzatz Comitán!