martes, 27 de junio de 2023

CARTA A MARIANA, CON LLUVIA DE LUZ (I)

Querida Mariana: la mañana del 24 de junio estuve en San Sebastián. Ahí ocurrió un acto glorioso. Acá está la prueba. No fue un día común. A veces, lo sabemos, en el parque se dan actos cívicos, las autoridades, sobre todo, recuerdan a Fray Matías de Córdova o a Josefina García y colocan ofrendas florales en la estatua y en el busto y, de sus ronquísimos pechos, lanzan discursos con palabras rebuscadas. La mañana del 24 de junio 2023 no hubo acto político alguno, todo fue una manifestación de amistad. No fue una mañana común, ¡no!, los chicos y chicas de la generación 1970 – 1973 de secundaria del Colegio Mariano N. Ruiz se reunieron para celebrar cincuenta años de haber egresado. El otro día te comenté que ya se volvió un acto tradicional, cada generación vuelve a reunirse en el parque que fue testigo de sus vivencias juveniles. Estuve antes de las ocho de la mañana y me topé con tres amigos de esa generación. De izquierda a derecha: Jorge Domínguez Gómez, Alejandro Pedrero Sierra y José Luis Córdova Trujillo. Para que mirés la trascendencia del acto diré que Jorge viajó desde la Ciudad de México para acudir a esta cita. Mi tocayo y José Luis radican en el pueblo, sólo treparon a sus autos, salieron de su casa y bajaron al parque de San Sebas. Igual que Jorge dos o tres más integrantes de la generación viajaron desde otros lugares, para reunirse con los compañeros. El acto es glorioso, porque la vida les permitió brindar por la vida. Antes de entrar al templo para la misa de acción de gracias, programada para las ocho y media de la mañana, Jorge, Álex y José Luis dieron unas vueltas al parque, ahí los topé, les pregunté si podía tomarles una fotografía para el recuerdo y me lo permitieron. Después de cincuenta años volvieron a acudir como integrantes de un grupo. Entiendo que los organizadores del festejo mandaron un WhatsApp para ponerse de acuerdo en la vestimenta: camisa blanca, pantalón azul y calzado negro. Todos cumplieron. Las chicas también vistieron con pantalón azul, blusa blanca y, coquetas, lindísimas, se colocaron unos rebozos de color rojo. ¿Qué huellas se pepenan cincuenta años después? La cita fue para agradecer a la vida la posibilidad de la vida. Comentamos en una carta anterior que estos chicos fueron una generación del cambio, porque ingresaron a la educación secundaria a inicios de la década del setenta. Acá están, cincuenta años después, acá están, vitales, felices, sobrevivientes a épocas malhadadas. Digo esto, porque mi querido amigo Hernán Esquinca fue integrante de esta generación y ya no acudió a esta reunión, porque cuando apareció el Covid 19 él, desgraciadamente, se contagió y no logró sobrevivir. Toda la sociedad lo lamentó muchísimo. Jorge, Álex y José Luis caminaron contentos en el parque de San Sebastián (parque de La Corregidora), tal vez, no lo sé, en la plática, asomó en algún momento el recuerdo de quienes no pudieron estar. ¡Cuántos retos han sorteado estos muchachos! Acudieron a la cita, para reencontrarse, porque no sólo RBD se reúne para satisfacer los deseos de sus fanáticos; también los grupos de alumnos se reúnen para darse la mano, para compartir un instante de vida. No se trata de subir al escenario para actuar frente a otros, se trata de hacer un escenario sorprendente en el día a día. Durante tres años se vieron todas las mañanas, como cualquier grupo de estudiantes en el mundo, estos chicos tuvieron momentos felices, dramáticos, los compartieron, la característica principal de un grupo es el instante compartido. Jorge, Álex y José Luis compartieron, con sus compañeros, tres años de su vida, durante varias horas en la mañana en un salón de clases. La mañana del 24, sin duda, afloraron muchos recuerdos compartidos, algunos presentes y otros ya diluidos. Fue una mañana, así lo ves, fresca, el charco del piso demuestra que llovió en la noche. El parque ya no es el mismo que ellos vivieron. Jorge recordó que en el lugar donde ahora está la estatua de Fray Matías de Córdova echaban la cascarita de fútbol y en el extremo opuesto jugaban a los quemados. Hoy ya nadie juega fútbol ahí, ni tampoco juegan quemados. Los muchachos caminaron sobre un parque remodelado por el arquitecto Ramírez. Fue parte de un proyecto llamado Ciudad Rosario, donde en los principales parques de la ciudad habría intervenciones para rendir homenaje a Rosario Castellanos. En este parque existen versos de la poeta sobre el piso, en cerámica. El proyecto deseaba respetar el entorno, agregando elementos para formar un verdadero rosario, con cuentas en cada plaza. Posdata: me dio mucho gusto ver a los tres amigos. Jorge, Álex y José Luis estuvieron en el espacio donde hace cincuenta años se despidieron como grupo. ¡Tzatz Comitán!