jueves, 29 de junio de 2023
CARTA A MARIANA, CON LLUVIA DE LUZ (III y última)
Querida Mariana: el maestro Jorge y el maestro Hugo llegaron muy temprano a las instalaciones de la primaria del Colegio Mariano N. Ruiz. En este edificio estudió la generación 1970 – 1973 de secundaria, del Colegio Mariano N. Ruiz. En la mañana del 24 de junio 2023 llegaron treinta ex alumnos, treinta Marianitos, para celebrar cincuenta años de haber egresado. Todos asistieron a una misa de acción de gracias y luego caminaron hacia su colegio para desayunar. Los alumnos contrataron el excelente servicio del restaurante Comitán Lindo y Qué Rico, todo ambientado con el sonido sublime de la marimba orquesta Lira de Oro. No podía ser menos, la generación volvía a unirse, en una burbuja que les guiñaba, que les sonreía, que les daba a probar un cachito de felicidad.
En esta fotografía hay un pase de estafeta luminoso. El padre Carlos J. Mandujano fue alumno del maestro Mariano N. Ruiz, el maestro Jorge Gordillo fue alumno del padre Carlos y el maestro Hugo (sin haber recibido enseñanzas en el aula) es el alumno favorito del maestro Jorge. El maestro Jorge Gordillo Mandujano es actualmente director general emérito y el maestro José Hugo Campos Guillén es el representante legal de la Asociación Civil del Colegio Mariano N. Ruiz.
La generación 1970 – 1973 celebró el cincuentenario de su egreso. Volvieron a reunirse. El maestro Jorge y el maestro Hugo, en representación de la institución, estuvieron prestos a recibirlos, a atenderlos. El lema de nuestro colegio es: Hacer las cosas ordinarias de manera extraordinaria; por esto, con detalles mínimos ambos maestros reciben a los queridos ex alumnos. El maestro Jorge, cada año, pide una bolsa de salvadillos y una botella de temperante, para recibir a las generaciones a la hora de entrar al plantel; el maestro Hugo siempre les ofrece unos chinculguajes de excelencia, de esos que no se encuentran en los mercados. Es una manera de ofrecerles el corazón comiteco, de decirles que el colegio se llena de luz con la presencia de los chicos y chicas que concluyeron su educación secundaria hace cincuenta años.
Sin duda que un alud de emociones asoma cada vez que los exalumnos llegan al parque de San Sebastián y al entrar a las instalaciones donde recibieron el conocimiento y los valores que fueron cimiento para su desarrollo profesional. Síntesis temporal del edificio espiritual del colegio: Mariano N. Ruiz, Carlos J. Mandujano García, Jorge Gordillo Mandujano y José Hugo Campos Guillén.
El maestro Jorge siempre lleva el silbato que fue propiedad del padre Carlos. El padre Carlos, al término del recreo (que se efectuaba en el parque), desde la puerta del colegio hacía sonar el silbato y todos los muchachos regresaban a la escuela para continuar con las clases. La mañana del 24 de junio, el maestro Jorge hizo sonar el silbato para que los muchachos y muchachas, integrantes de esta generación, formaran filas e ingresaran al templo. Fue una manera de despertar emociones, de alimentar recuerdos.
Hoy está de moda el turismo de experiencias. Lo que vivieron estos muchachos y muchachas fue parte de esa cinta de luz. Vinieron a recordar experiencias y a pepenar nuevas. Varios de estos chicos y chicas radican en el pueblo, pero algunos viven en otras ciudades de la república. Cuando recibieron la convocatoria para estar en Comitán el 24 comenzaron a hacer preparativos para que el viaje fuera una realidad. El punto de confluencia fue el parque de San Sebastián, el templo, el edificio del colegio, su colegio. El centro del universo estuvo en ese espacio, la mañana del 24 de junio 2023. La vida fue un sistema de asteroides girando alrededor de este grupo.
La jornada fue intensa, el grupo continuó reunido hasta la tarde. La oportunidad fue única, había que exprimirla intensamente.
Posdata: en la vitrina transparente se ve la máquina que fue propiedad del maestro Mariano N. Ruiz. En esta máquina escribió su correspondencia personal y oficial. Tal vez escribió en ella sus obras científicas. Es una reliquia. Se expuso para que los alumnos recordaran que ellos también aprendieron mecanografía en máquinas mecánicas portátiles. Los muchachos se ofrecían a llevar las máquinas de las muchachas que les gustaban y éstas, inteligentes, lo permitían. Total, se trataba de no cargar la máquina en la subida; era tan sencillo decir: gracias; y cuando los chicos se aventaban a declararse, las chicas bien podían decir: no, gracias, en caso de que no fueran de su agrado.
¡Tzatz Comitán!