miércoles, 28 de junio de 2023

CARTA A MARIANA, CON LLUVIA DE LUZ (II)

Querida Mariana: los integrantes de la generación de secundaria 1970 – 1973, del Colegio Mariano N. Ruiz, se reunieron la mañana del 24 de junio 2023, para celebrar cincuenta años de haber egresado de la institución. Asistieron a misa de acción de gracias, a las ocho y media de la mañana, y luego se tomaron la foto del recuerdo, de la cual te paso copia, gracias a la generosidad de Gloria Ruiz Albores. Cincuenta años después se tomaron la fotografía un poco a la derecha del sitio original. La foto tomada en 1973 muestra como fondo la puerta principal del templo, ahora estuvo como fondo la oficina parroquial. Ya te conté que, en este espacio, Jorge Domínguez Gómez recordó que jugaban fútbol callejero. En el centro de la fotografía del año 1973 apareció el fundador de la institución, el padre Carlos J. Mandujano, en este año aparece el director general emérito, el maestro Jorge Gordillo Mandujano, a su lado están dos maestros que aparecen en la foto de hace cincuenta años, maestros que dieron cátedra a este grupo: el maestro Roberto Gordillo y la maestra Rosita Guillén Apodaca. En el extremo derecho aparece el maestro José Hugo Campos Guillén, quien actualmente es el representante legal de la Asociación Civil del Colegio Mariano N. Ruiz, y Rector de la Universidad. Cuando estos chicos estudiaron en el colegio no había bachillerato ni universidad como lo hay ahora. El Colegio Mariano N. Ruiz ofrecía parvulitos, primaria y secundaria. Y los tres niveles se estudiaban en el edificio frente al santuario del Niñito Fundador. La madre Sara sólo cruzaba la calle para dar sus clases. Del total de alumnos asistieron trece muchachos y diecisiete muchachas. Si me salen las cuentas digo que asistieron treinta integrantes de la generación. Algunos muchachos y muchachas no asistieron por diversos motivos, a veces la distancia es un impedimento físico real, a veces asoman imponderables, otros, qué pena, ya no acudieron a la cita porque la vida los envió a otro plano celestial. Acá están treinta integrantes orgullosos de su grupo. Se reunieron para celebrar la vida, para dar luz al espíritu común. En la fotografía de 1973 aparecen 23 chicas y 30 chicos; es decir, el grupo estaba conformado por 53 estudiantes. La convocatoria de los organizadores fue amplia y generosa, porque si le echás pluma verás que más del cincuenta por ciento acudió. A esto, hay que agregar la lista de fallecidos. Uf. Siempre hay personas fallecidas en las fotografías de generación, sobre todo cuando han pasado tantos años. Por esto, la reunión de treinta chicos y chicas, cincuenta años después, fue un acto glorioso. Debo confesar que me sorprendió escuchar los nombres de los chicos y chicas que ya no estuvieron la mañana del 24 de junio, por motivo de ausencia definitiva. Uf. La vida y la muerte. Mi tocayo Álex González Alonso compartió un video donde el sacerdote hizo un pase de lista de los integrantes de esta generación ya fallecidos, ahí apareció el nombre de su hermano: Miguel González Alonso, persona que admiré, profesional de excelencia en los medios de comunicación de Chiapas, y quien siempre fue muy generoso conmigo. Acá está la lista de alumnos de esta generación que ya no están en este plano terrenal: Pedro Hugo Avendaño Pérez, Rodolfo Avendaño Santiago, José Antonio Castillo Hernández, Guillermo Del Castillo Rojas, Néctar Hernán Esquinca Carpio, Miguel González Alonso, Ramón Roberto Guillén Albores, Luis Romeo Muñoz Guillén, César Augusto Román Gordillo, Ana María Domínguez Gordillo, María Yolanda Figueroa Castro, Margarita de Jesús López Hernández y María del Carmen Pérez Velasco. Trece queridos amigos y amigas. ¡Dios mío! Es decir, sólo diez alumnos vivos no asistieron a la reunión. La convocatoria fue exitosa, todos los presentes acudieron para celebrar la vida, para reafirmar el prodigio del momento compartido, para volver a la vida a los compañeros ya muertos. Los vivos honraron a los muertos y con ello se honraron y dieron gracias por la bendición de la vida, por la posibilidad de volverse a ver, de abrazarse, de platicar, de sonreír y, tal vez, llorar de gusto, de pasión por lo que es este paso corto en esta aventura. Posdata: esta generación creció oyendo radio, jugando en la calle; cuando ingresaron a la secundaria, la televisión en blanco y negro asomó su rostro. Hoy se comunican a través de WhatsApp, hacen videollamadas, tienen televisores de pantallas planas y ven películas por streaming. Muchos de ellos tienen nietos y éstos les dicen abuelo, abuela. Pasaron de un siglo a otro y, gracias a Dios, siguen bien campantes. ¡Tzatz Comitán!