martes, 5 de enero de 2010

COSAS BUENAS, TRIVIALES Y SENCILLAS


Los cuates pasaron por mí y fuimos al cine. La tarde era luminosa -como eran todas las tardes de esos años. Era domingo, los cines se llenaban, así que nos tocó asiento en la parte de arriba del Cine Montebello. El azul era el color que predominaba en la sala. Las luces se apagaron y la pantalla se llenó de luz. Saborío -apellido del más famoso proyeccionista- "soltó" el primer rollo. Era una película argentina con la actuación de Sandro de América.
Pucha, siempre llamó mi atención esos agregados que tenían algunos famosos. Uno bien podía confundirse o maravillarse. Si Angélica María era la novia de América y Sandro era de América, ¿había alguna relación prohibida entre ellos? Al parecer ¡no! Porque Sandro no filmó al lado de Angélica.
Esa noche, Sandro nos enseñó un modo de mandar besos a las muchachitas bonitas. En la pantalla estaba con una muchacha bella (tal como correspondía a su categoría)y al despedirse Sandro llevó su índice de la mano izquierda hacia sus labios, apenas el dedo "besó" su boca y luego, lo retiró con delicadeza y lo dirigió hacia los labios de ella (que ya andaba por la esquina). Fue algo como un beso aventado. ¡No, no, no! No había terminado de hacerlo cuando nosotros comenzamos a practicarlo. En Comitán, me da pena decirlo, no sabíamos "aventar" besos. A lo más que llegábamos era a poner un beso sobre la palma de la mano y lo soplábamos. Pucha, se miraba tan cursi. Pero Sandro llegó esa tarde para salvar nuestro prestigio. Aventar un beso como lo había hecho él era de una gran dignidad. A la hora que se hizo el intermedio, medio mundo de chavos buscaba la carita de una niña sentada cinco o seis butacas más allá y le soltaba un beso Sandresco. ¡Funcionaba a las mil maravillas!, porque la niña sonreía y reconocía a Sandro en este maravilloso juego de tirador de caña de pescar.
Sin duda que Sandro no era el creador de este movimiento casi imperceptible, pero reconocemos que él fue quien lo trajo a Comitán; así como también reconocemos que Sandro fue quien trajo la moda del pantalón negro entallado de cuero (por el amor de Dios. Pedro se lo tomó tan en serio que ahorró y se compró uno de esos pantalones ajustados. Caminaba con cierta dificultad pero le funcionaba porque más de una niña bonita hallaba ahí algo de Sandro. Así, Pedro se convirtió en Pedro de Comitán y logró el beso de más de dos comitecas bonitas).
Sandro también nos trajo un día aquella canción en donde a una niña bonita le proponía "cosas buenas, triviales y sencillas". Como en ese tiempo el mundo era más "trivial y sencillo" las niñas se conformaban con un amor así. Ahora todo es más complejo, las muchachas bonitas buscan "cosas buenas"; es decir, todo aquello que se aleje de los trivial y sencillo.
No sé si ahora una niña se "derrita" con un beso Sandresco. Tal vez sí, luego resulta que el amor tiene senderos con margaritas y claveles simples. Tal vez todavía. No lo sé. Yo soy de la generación que escuchó a Sandro, ¡de América! Pucha, humildito el argentino.