miércoles, 13 de enero de 2010

MUJERES BAJO CERO



A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que son como una ola de calor, y mujeres que son como una ola de frío.
“A mí no me estés con cuentos -dijo mi tío Carlos-, sólo hay una clase de mujeres: ¡las calientes!”. Pero, Joaquín, que estaba sentado en la misma mesa, dijo que no es cierto, que también hay mujeres frías, tan frías como bloque de iglú.
La mujer ola de frío se sublima en los meses de enero y febrero, meses del “desviejadero”.
En apariencia es una mujer contradictoria, porque es una mujer helada en busca de calor, sin embargo la paradoja es su consigna. ¿Qué le sucede a un bloque de hielo expuesto al fuego? Esta es la ventaja de ella: al final, el calor de su amado la deshiela y la convierte en río de agua generosa. Es como si fuese un polo negativo en busca de un positivo para hacer la luz.
Cuando un hombre está al lado de una mujer ola de frío, al principio tiembla como si estuviera en San Cristóbal de Las Casas, pero conforme toma la taza de chocolate caliente, algo del calor de la playa de Tonalá comienza a inundarlo.
Además, la mujer ola de frío tiene la ventaja de que no busca relaciones duraderas. Es una mujer cíclica: cuando llega la primavera se esfuma y vuelve cuando el árbol comienza a desnudarse.
Lencho “Cachondo” afirma que el frío se quita con diez frazadas, pero -dice- ¿cómo chingados te quitás el calor? Uno se pone a la sombra, toma cerveza helada, se pone cubos de hielo en las partes nobles y en las innobles, pero el sudor nos sigue consumiendo, como si fuéramos cebollas adentro de un cazo de aceite hirviendo. Por esto la literatura inventó el infierno como un lugar en donde los demonios de Dante se consumen en el fuego.
La vida no se equivoca. Los humanos somos quienes andamos en caminos extraviados. Los hombres inventamos el mito de que la mujer es ardor, pasión y entrega. Siempre nos movemos en los extremos. A los niños les enseñamos que la mujer es el fogón de la maternidad, y a los jóvenes les decimos que es la chimenea del sexo. Pero en realidad la mujer está más cerca del hielo que del fuego. El frío es más tolerable, más humano.
El fuego todo lo consume, lo achicharra, lo convierte en ceniza; en cambio, el hielo todo lo preserva. Por esto es que la mujer ola de frío está más cerca del corazón del hombre.
La prueba irrefutable de que la mujer ola de frío es la estalactita que evita la rutina de la gruta es la de que más hombres mueren de hipotermia que de calor. Si los hombres se quedan casi mudos ante la visión de una muchacha bonita es porque la bebida con hielos afecta la garganta.
Las bebidas calientes son sosas, para espíritus taciturnos. Por el contrario, el hielo de una cuba despierta la entrepierna de las cubanas. Este es el secreto de la isla. Cuba sobrevive a pesar del calor insoportable; a pesar de Castro y de las costras de las casas; a pesar del salitre y de los cangrejos que saltan de la Lima de Lezama. Cuba tiene el ritmo de las olas más cachondas por el hielo de un mojito.
A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que son como pelotas de Mundial de fútbol, y mujeres que en un Mundial de fútbol se quedan en pelotas.