sábado, 9 de enero de 2010

EL ALFABETO COMPLETO


Conocí a De hace varios años y dije que era mi De Consentida. Tengo "As" consentidas, "Bes" y así sucesivamente,como cualquier ser humano.
Ahora me entero que ella vive con su pareja en Miami y, gracias a Dios, está plena de luz.
¿Cuántos chiapanecos viven en otras regiones del mundo? Miles y miles. Diversas circunstancias los "obligan" a vivir fuera de la tierra. Pero puede asegurarse que todos lo hacen en su intento de vuelo. A veces la tierra no da para más. Hay espíritus que son gaviotas y se sofocan con tan poca extensión.
Pero el vuelo evita el contacto con el suelo y, a veces (imagino), los chiapanecos que están lejos de estos Sumideros y de estos aires con aroma de pozol meten sus pies en aguas llenas de otras esencias. La nostalgia no abandona nunca a quienes son papalotes por otros cielos.
Ayer, un padre de familia me confió en que su hija (estudiante de quinto semestre de bachillerato) no desea irse de Comitán. El señor me dijo que él quiere que su hija "vuele" (juro que así me lo dijo), pero ella insiste en quedarse acá. Hace poco la llevó a Oaxaca -porque él estudió allá-, en intento de que se enamorase de aquella ciudad. A su hija le gustó esa tierra hermosa, pero al regreso decidió no ir a estudiar su carrera universitaria. ¡Lo hará acá!
¿Acaso esta muchacha no quiere volar? Claro que sí, pero ella ya decidió hacerlo en este pequeño espacio, acá en donde los cielos son afectuosos. Hay hombres y mujeres que han volado muy alto en una columna sencilla de aire (dicen que a Onetti no le gustaba viajar y vaya que voló en sus textos literarios. Lo hizo desde su casa, apenas asomándonse a la ventana).
Existen espíritus que encuentran armonía en espacios sencillos. Hay otros -como mi De Consentida- que necesitan más espacio. Los cuartos pequeños los asfixian.
Por fortuna, ahora este chunche acerca los cielos. Este aparatejo es como una cuerda mágica con la que jalamos afectos, cielos, aires y aromas.
Vaya para mi De Consentida y para su pareja un cachito de esta luz que tiene mucho de aquélla donde viven ahora, pero que es tan diferente.
Vaya, también, un cacho de sol para todos los chiapanecos que, como polluelos, se entrenan para emprender el vuelo.
Y vaya un cacho de aliento para todos los chiapanecos -comitecos sobre todo- que renuncian al vuelo mayor sólo para tener la emoción diaria de jugar cobijados por estos cielos.