jueves, 21 de enero de 2010

¿DE QUÉ ESCRIBIR?


Mateo me dijo: "Vos escribís porque te sobran temas". Lo dijo así, como si yo tuviera una bodega llena de chunches "temáticos".
Si esto fuera así tendría yo que contratar los servicios de personal para que vigilara la bodega. ¡Hay tanto escritor en busca de temas que cualquiera se metería a mi bodega y robaría dos o tres cajas con esos temas!
Pero esto no es así. Ningún escritor tiene temas "secretos". Es más, los temas son como mariposas y todo el día andan revoloteando; es más, son como murciélagos (éstos son los más raros, porque no se advierten a la luz del día, pero apenas dan las seis de la tarde salen de su oscuridad por millones).
Los temas de un escrito son tantos como tantas las motivaciones del ser humano.
Creo mucho en los talleres literarios porque ayudan a comprender lo anterior. Los escritores pueden escribir sobre todo lo que sucede en la vida y, además, sobre todo lo que no sucede.
Los maestros sugieren que uno escriba sobre lo que conoce; pero yo -simple oficiante- pienso que es posible escribir sobre lo que uno no conoce (siempre y cuando así se manifieste; es decir, como una eterna duda y no como una certeza).
Yo, si quiero, puedo escribir acerca de la vida en el año 2080. Como no poseo conocimiento científico no puedo aventurar a describir cómo será la tierra en ese instante, pero sí puedo atreverme a plantear dudas acerca de cómo será una casa. ¿Seguirá siendo la estructura sencilla hincada sobre el suelo o podrá ser una estructura en vuelo, como se ve en algunas películas de ficción?
No tengo bodega de nada. Mi casa es tan pequeña que en la sala hay objetos cuya vocación original es el cuarto de "tiliches".
Ana me dijo hace tiempo que cómo le hacía para que me topara con tanto personaje peculiar. Le expliqué que a ella le sucedía lo mismo. Las historias están en la calle y -además- en la imaginación. Así que para la escritura las bodegas son innecesarias. La literatura está impregnada de vida y basta abrir los ojos -o mantenerlos cerrados- para llenarse de vida.
¿De qué pueden platicar dos hombres que se encuentran?
¿Mirás, Mateo, como los temas son como el viento que camina por tu cara todas las mañanas, a la hora que salís de tu casa para ir a la escuela a la chamba?