domingo, 17 de enero de 2010

Y VOS ¿QUÉ LE VAS A REGALAR A MÉXICO?



Por principio hay que recordar aquello de “Regale afecto ¡no lo compre!”. Esta campaña política, un tanto amañada, se cuelga del festejo del Centenario de la Revolución y del Bicentenario de la Independencia. Digo amañado porque este año lo convierten en una triste parodia del Día de la Madre o del Día del Amor. Ya sabemos que estos festejos son plásticos y están diseñados para que los hombres y mujeres ¡compremos afecto!
¿Qué podemos regalarle a México como pretexto de celebración de estos festejos? Los de a pie, los que no tenemos paga para hacer manifestaciones ostentosas, le regalaremos nada porque no creemos en un año especial para la patria.
Hay millones de mexicanos que día a día se obsequian una patria honesta y decente. Quienes este año se ven obligados a regalar algo a México son aquéllos que veneran a la madre sólo el diez de mayo, porque un complejo de culpa los persigue; son aquéllos huérfanos que sólo acuden a ver a su madre el día que el calendario los obliga.
Quienes regalarán algo a México en este Bi y Centenario son aquéllos que no reconocen a su patria los demás años; los que la joden día a día. Porque, no es casualidad que este amado territorio, a cien años de la revolución y a doscientos de su independencia, esté tan jodido como lo está.
Y no debiera ser así, porque -insisto- hay millones de hombres, mujeres, adolescentes, viejos y niños que día a día tratan de hacer de este país un país digno. Pero, ¿de qué sirve tanto anhelo y tanto desvelo ante el embate de un mínimo grupo de apátridas que deshace todo?
Estos hijos bastardos pagarán la marimba, el cochito, los cuetes, el trago, los fuegos artificiales, la reja de papel de china, la corona, los tamales y el pastel. Se tomarán la foto al lado de su madre, le pasarán un brazo por encima del hombro y con la otra mano acariciarán el regazo de la patria. Sonreirán, besarán a la madre en una mejilla y elaborarán discursos emotivos acerca del amor filial. Esto será por la mañana; por la tarde, ya borrachos, con la camisa desabotonada, con huellas de vómito en los pantalones y zapatos, con el cierre abajo, comenzarán a despotricar, a decir incoherencias. Volverán a ser los mismos y -como siempre lo han hecho- volverán a tratar a la madre con la punta del zapato. Ellos no advertirán, porque el bastardo no tiene conciencia, que tienen muy poca madre, no por ella, que es ¡enorme y generosa!, sino porque ellos no saben lo que es ser hijo. Volverán a ser las piedras oscuras de siempre.
¿Qué le vamos a regalar a México? ¡Nada! Porque a diario nos damos todo, porque nosotros somos la patria. Por encima de la mierda de los otros, hacemos un país que, a pesar de todo, sigue vivo.
¿Qué podemos esperar del delincuente, el asesino, el irresponsable, el borracho, el malnacido, la lideresa transa, el gobernante corrupto? Esta clase de alimañas y tepocatas ¿qué le regalará a México? Ellos comprarán alguna baratija (tal vez manufacturada en China o en USA) y se portarán como el hijo pródigo un día, sólo para regresar más temprano que tarde a su comportamiento de mal hijo. El grupillo de sátrapas tratará de darle pan y circo a la madre que no exige nada, que no espera nada.
Este país no se hizo por la independencia ni por la revolución, apenas se está formulando y, a pesar de toda la mierda que le avientan los hijos de mala madre, camina, sueña y, por ratos, ¡vuela!