domingo, 31 de enero de 2010

DE 360 GRADOS


Todos lo hemos escuchado. Nunca falta un tipo que, en emotivo discurso, dice: "¡Vamos a cambiar radicalmente, hay que dar un giro de trescientos sesenta grados!". Nunca falta el tipo, entre el auditorio y entre risas, que dice: "¡Bestia, volverá a quedar en el mismo lugar!".
Durante cierto tiempo festejé la respuesta, pero ahora ya no lo hago.
Un día salí de este pueblo con un sueño en la bolsa. Después de diez años me encuentro en el mismo lugar. Salí,di una vueltecilla; cuando vi las fauces de lo desconocido ¡me aterré! y volví al lugar de donde salí.
No supe valorar mi atrevimiento, cuando vine a darme cuenta estaba fuera de casa, ¡en la calle! Dios mío, cuando niño mis papás siempre vigilaron que no fuera lejos de casa. Y ahora estaba en lugares muy lejos del centro. Regresé a mis paredes confortables. Cualquiera diría: ¡tanta vuelta para regresar al mismo lugar, qué pendejada!
Sí, fue como esos míticos giros de trescientos sesenta grados.
Pero ahora sé que cuando alguien da un giro de trescientos sesenta grados nunca "queda" en el mismo lugar. La aventura del giro es la máxima aventura del hombre y cuando "regresa al lugar" éste es otro y el hombre también es diferente. ¿Cuánta gente existe en el mundo que nunca ha experimentado la emoción del giro? El otro día vi en el patio de la escuela a un par de jóvenes que jugaba. Él le daba giros y giros permanentes a ella hasta que la niña no pudo más y cayó al piso mareada, llena de vida, ¡emocionada! Quienes veíamos la acción también sonreímos, pero ninguno de los espectadores vivió esa emoción. Quienes sólo miran son hombres que nunca han dado el giro de trescientos sesenta grados, no saben qué se siente. El hombre que ya giró sabe que nunca, nunca, se regresa al mismo sitio.
Quienes dan un giro de ciento ochenta grados, en apariencia quedan en el otro extremo y cambian de sitio, pero en realidad lo que han hecho es únicamente un medio giro; es decir, algo incompleto.
Los hombres que propugnan un cambio con giros de trescientos sesenta grados son los verdaderos hombres, los que cambian el mundo, porque ya se atrevieron a dar la vuelta completa "a su mundo"; y no importa si esa vuelta se da en ochenta días, en diez años o en un instante.
Padre nuestro que estás en el cielo...(gracias, querido lector, porque en esta simple mención ya te uniste al rezo por mi compadre querido, Pepe Bermúdez Macal, que hace un año falleció y que hoy lo recuerdo con afecto porque él, sin salir de su casa, le dio la vuelta al mundo muchas veces).