viernes, 1 de enero de 2010

LO HACEMOS SIN QUERER


Decimos que lo hacemos sin querer. Los seres humanos somos crueles con la naturaleza. Somos crueles, sobre todo, con los animales.
Hay animales que me provocan temor o asco. Las babosas me provocan lo segundo y las arañas lo primero. No obstante, desde siempre, he procurado ser respetuoso con los animales.
Pero mi asco me hace alejarme de ellos y mi temor me lleva a eliminarlos.
En Comitán, debajo de las piedras, hallamos "chibojes" (tarántulas). Nos enseñaron que a los chibojes hay que rociarlos con alcohol y ¡prenderles fuego!
(Olga Breeskin, la violista vedette, famosa en los años setentas, usaba un chiboj en su espectáculo. Siempre me causó asco y temor. Ahora, muchos años después, cuando veo a Olga en la televisión aún me causa asco y esto que ya no lleva su "chiboj" encima. Bueno, bueno, los perversos dirán que aún lo lleva).
De niños "jugamos" a ahogar los nidos de las hormigas; asimismo les quitamos las patas traseras a los tzizimes y los enfrentamos en "luchitas".
Los hombres somos perversos. Los animales aparecieron sobre la tierra antes que el hombre. La ciencia ha demostrado que los hombres apenas llevamos unos cuantos minutos en el día del universo. No obstante, el derecho de antiguedad de los animales nada les ha valido.
Si de niños cortábamos en pedazos a las lombrices para ver cómo se retorcían; de adultos gozamos con el sufrimiento de los animales. ¿Cómo es posible que el hombre haya inventado ese espectáculo tan indigno que se llama Corrida de Toros?
Algunas personas dicen que los pescadores emplean a gatos y perros como cebo para pescar tiburones. ¡Qué pendejos!
Mi mamá me platicó ayer cómo se prepara la "sangrita" (que es tan sabrosa y los comitecos la comemos en festejos importantes). La sangre del guajolote se pone a cocer con perejil. Una vez que está cocida, se exprime y luego la sangre se pone a sofreír con cebolla, tomate de cáscara y chile bien picados. La "sangrita" se come con tostadas fritas. Hasta acá todo estuvo bien y se me hizo agua la boca, pero cuando mi mamá me contó cómo matan al animal y "aprovechan" la sangre, se me hizo un nudo en el corazón. La gente amarra el "jolote" de las patas y lo coloca "con pico abajo", lo pinchan con un cuchillo para que la sangre fluya. Se coloca un trasto debajo para recibir la sangre.
En Huixtla acostumbran comer los "casquitos" (tortuguitas). Llenan una olla con agua y ponen a hervirla, cuando el agua está "para pelar pollos" meten vivas a las tortuguitas. Dicen que los "casquitos" son deliciosos.
A veces he visto en la televisión escenas de rastros donde -de manera incruenta- matan a los bueyes y a los cerdos.
Existen seres horrendos que se entretienen en patear a los pollos antes de matarlos. Hay hombres estúpidos que organizan peleas de perros (son parte de los famosos amores perros de Gael García).
Los hombres somos perversos y estúpidos. Nos encanta dañar a los animalitos.
Algunos lo hacen a propósito por intereses económicos aviesos; otros lo hacemos sin querer . Nuestra cultura culinaria nos legó la costumbre idiota de comer carne de animales tan simpáticos como el conejo, el pato, las gallinas de rancho, el venado (¡el venado, por el amor de Dios!).
Que Dios bendiga a los hombres que son vegetarianos y con su costumbre respetan el derecho a la vida de los animalitos.