martes, 26 de enero de 2010

SI UNA NOCHE DE INVIERNO UN VIAJERO


Es el título de una novela prodigiosa de Italo Calvino. Uno se viene a enterar a los cincuenta y tres años que Italo nació en Cuba, cuando toda la vida pensó que el nombre y el apellido eran huellas indiscutibles del lugar de su nacimiento.
Algún crítico, por ahí, coloca su obra en el "realismo fantástico".
Aurora Bernárdez ha sido traductora de Calvino. ¿Recuerdan a Aurora, la primera esposa de Julio Cortázar?
Hace como dos años Aurora participó en una Feria del Libro. Ella se presentó, como siempre, menudita, con los ojos de callejón a media noche; con esa luz que denota los miles y miles de kilómetros andados en la literatura. Porque los lectores no somos más que caminantes; de vez en vez nos paramos en estaciones, sólo para esperar el nuevo tren.
Pienso en la red de relaciones que se da entre escritores, lectores y traductores; ahora mismo se ha establecido una red invisible entre Cortázar, Aurora, Calvino y vos, lector de estos apuntes. Es como una maravillosa estación donde los trenes salen a determinada hora (como esa que aparece en el inicio de "Si una noche de invierno un viajero"). Y también yo estoy enredado en esta red invisible, un poco de lejos; sólo viendo como se mueven ustedes. Italo está parado frente a la ventanilla, mientras Julio y Aurora permanecen sentados a tu lado. Él escribe en una libreta de pasta dura, mientras ella fija su mirada en el hombre que está en la ventanilla y que no sabe quién es; así como vos no sabés quién sos porque el "escribidor" que está detrás del poste y mira a los cuatro aún no define el color del cabello, ni el color de la camisa o el olor que expide tu boca, porque aún no sabe qué has cenado.
Mientras tanto leo "Si una noche de invierno un viajero", porque ahora resulta que no soy "escribidor" sino lector y esto que escribo no es más que una lectura apresurada, apenas un apunte donde cuatro hombres y una mujer esperan la llegada de un tren cansado, porque apenas van a dar las cinco de la madrugada. A lo lejos se oye el canto de un gallo. No viajará, sólo avisa que el Sol está por aparecer. Quienes están en el andén ya escuchan el sonido del tren, alguien pone su mano sobre la vía que se mueve.