lunes, 4 de diciembre de 2017

CARTA A MARIANA, CON HELADO INCLUIDO




Querida Mariana: ¿Sabés cómo le dicen al que vende helados en Nicaragua? Le dicen “Sorbetero”, porque allá a los helados (a las nieves) les dicen sorbetes. Acá en el pueblo, como en todos los pueblos de México, a los sorbeteros de allá les llamamos neveros, “ñeveros”, dice el Quique, en uno de sus cuentos. Y Quique les llama ñeveros porque en Comitán, en los años de nuestra infancia; es decir, en los años sesenta, los neveros gritaban: “Ñeve, ñeve”, o cuando menos así lo escuchábamos. Y entonces, nosotros pedíamos una moneda de veinte centavos a nuestros papás, corríamos a la puerta de calle y pedíamos: “Deme’sté una ñeve de limón” (cabroncitos, lo hacíamos como remedo, porque como ya íbamos a la escuela sabíamos que no se decía ñeve, sino nieve.) Quique juega con el lenguaje.
Hace años, en México, hubo una discusión acerca de si se decía nieva o neva, esto porque la Chica Dorada, la tal Paulina Rubio, cantaba una canción que decía más o menos así: “Esta melancolía me está dejando fría (…) Nieva, nieva en mi primavera…”. Y todo esto salió porque el verbo nevar (nos dicen los entendidos) es un verbo irregular y los verbos irregulares (como su nombre lo indica) son difíciles de conjugar. Al final de la discusión los académicos dijeron que lo prestigioso era, precisamente, nieva. Yo, cuando tengo duda, me acuerdo de mi amigo Humberto Nieva y sé que debo decir nieva.
Cuentan los entendidos que en Managua aún es posible toparse con sorbeteros en las plazas, los días domingo, o en la entrada a los estadios. Llevan carritos, así como acá los neveros, con letreros pintados que dicen: “Sorbetes”.
Ahora que escribo esto pregunto ¿por qué en México decimos “Me vale un sorbete” cuando queremos expresar que nos importa un cacahuate la opinión del otro? ¿Es como decir “Me vale una nieve”? ¡No! Eso sería un sacrilegio. ¡Cómo nos va a valer un sorbete la nieve de chimbo que hace doña Mary, la de la papelería “El escritorio”! ¡No! ¿Por qué decimos entonces que una opinión intrascendente nos vale un sorbete? Ya miro a los nicaragüenses diciendo: “Me vale una nieve”.
Ramón dice que en Argentina el sorbete es el popote (la pajilla, de Guatemala). Entonces, si tomamos la acepción argentina, cuando los mexicanos decimos que algo nos vale un sorbete, decimos que nos vale un popote.
Los chapines no están mal encaminados cuando al popote le dicen pajilla, porque un experto lingüista comenta que popote viene del náhuatl “popotli”, que significa paja.
¿Está bonito, no? Cuando decimos popote retomamos una voz náhuatl; es decir, la palabra es hija mexicana, así como lo es la palabra tiza, que ahora ya no usamos los mexicanos, porque empleamos la palabra gis, que es española. Esto es un fenómeno simpático: los mexicanos botamos nuestra palabra tiza y recogimos la palabra gis; y los españoles, botaron su palabra gis y absorbieron la palabra tiza. ¡Bonita historia! ¡Rara, pues!
Si vamos de nuevo a Argentina, allá al popote le llaman pajita. Pero si estuviéramos en España, si alguien dijera que se hará una pajita es que se masturbará poquito, porque “hacerse una paja” es “volarse una chaqueta”. Así que si queremos hacer un homenaje a nuestros ancestros náhuatles podemos decir, con toda propiedad: “Con permiso, entraré al baño, para hacerme una popotli”. Y los no enterados pensarán que popotli es manera simpática de referirse a la popó, pero los entendidos sabrán que entraremos a masturbarnos.
Posdata: Es simpático el lenguaje. En Comitán no usamos la palabra sorbete para nombrar un helado o una nieve. Por eso acá hay neveros y no sorbeteros. Por eso acá nos “vale un sorbete” algo que no tiene importancia. Bien podríamos decir: “Me vale un popote lo que digás”, y como popote es paja y como paja es masturbación, pues…
Sí, tenés razón, esto ya fue como una pajita mental. Mejor me callo.