jueves, 26 de diciembre de 2019

CARTA A MARIANA, CON NOMBRES AUTÉNTICOS




Querida Mariana: ¿Recordás que estamos en concurso del nombre más original de empresas comitecas? El primer nombre que propuse fue “Petit Comitec”, que es un café que está en la subida de El Terrazo. Pienso que no hay otro café en el mundo que se llame igual. Ahora propongo “Central 47”, que es un Mercado Gastronómico de reciente apertura.
El nombre de Petit Comitec es una mezcla ingeniosa, que alía a Francia con nuestro pueblo, que, sin ser la Ciudad Luz, es una ciudad con luz.
Puede ser que en el mundo exista otra Central 47, pero sería una coincidencia genial. ¿Por qué este mercado gastronómico se llama así? Central es una palabra galana, porque remite al centro, pero además se emplea, por ejemplo, para referirse a espacios de importancia capital. En Veracruz existe una Central Nucleoeléctrica, en La Angostura hay una Central Eléctrica. ¿Mirás? Las centrales son espacios altísimos En Comitán, como en muchos lugares del mundo, existe una Central de Abasto, el lugar donde se concentran los víveres para preparar los alimentos. La central, entonces, es un lugar de concentración. Acá, Central 47 significa el lugar donde las familias se concentran a degustar alguno de los platillos que ahí ofrecen (sabés que no como carne, pero sí paso a pedir un pan compuesto, sólo con frijolitos, salsa y picles. Sí, sí, me pierdo el ochenta por ciento del sabor: la mayonesa, el quesito, la crema y las hebras de carne, pero disfruto mi panito compuesto a la Molinari).
¿Por eso Central 47 se llama Central? Parece que no, parece que la idea es más sencilla y por eso es más importante, recordá que lo sencillo es lo grandioso.
Se llama Central, porque el Mercado Gastronómico está ubicado en la Calle Central de Comitán, la que comunica directamente el bulevar con el parque central. La calle del Mercado Gastronómico es la entrada que lleva a propios y extraños al centro de la ciudad. Sencillo, ¿no? ¡Genial!
¿Por qué 47? ¿Ya adivinaste? Sí, ¡por eso!
Digo, entonces, que sería una gran casualidad que algún empresario, en algún lugar del mundo abriera un local en una calle central, en el número 47 de dicha calle, y se le ocurriera (para no quebrarse la cabeza en ideas extranjerizantes o snobs) llamar a su local Central 47, y ya el colmo de la coincidencia sería que dicha empresa fuera un Mercado Gastronómico, que ahora es una innovación en nuestro pueblo; es decir, un mercado donde se ofrece una serie de delicias culinarias.
Central 47 es mi segunda propuesta para el concurso del nombre empresarial comiteco más auténtico.
Estas dos primeras propuestas dan una idea de que Comitán (como todos los pueblos que respetan su identidad) no necesita importar ideas.
Recordá que los grandes escritores del mundo vuelven universal lo local. Su grandeza radica en dar al mundo lo propio. Gabriel García Márquez, por ejemplo, cimentó su genio en contar lo que vivió de niño en su pueblo natal, su grandeza estuvo en saber trasladar a lenguaje literario lo que le contó su abuela. Su gran obra: Cien años de soledad, narra una historia de su pueblo de infancia. Con su narrativa legó al mundo un cacho (pequeñísimamente enorme) de su identidad. Gabo contó de lo que sabía, de lo que lo formó, por eso triunfó en el mundo entero.
Nuestro concurso va dirigido al mundo de nuestra identidad.
Vos sos muy joven, pero tal vez sabés que en los años setenta hubo una discoteca en Nueva York, discoteca a la que asistían los más famosos del mundo, que se llamó Studio 54, porque estaba ubicada en la calle 54 de Manhattan.
Dichos nombres (Central 47 y Studio 54) emplearon una fórmula de mercadotecnia muy sencilla: otorgar una referencia geográfica.
Posdata: Sé que es un poco fastidioso insistir, pero debo, como si escribiera Las mil y una noches, decir una y mil veces que estoy contento, porque estás de nuevo en tu pueblo. Sosegaras un poco, digo, está bien que llevés diplomados y cursos de posgrado, pero ¿por qué fregados no los hacés en línea? Digo, digo.
Lo escribo y, dos segundos después, reculo. Sé que tenés que vivir, que el mundo es tuyo. En fin, por ahora, estoy contento, porque puedo verte de nuevo. ¿Hasta cuándo? Hasta que se te trepe la idea de estudiar un nuevo curso de cinematografía.
Ay, en lugar de que vos vayás al mundo, Cuarón debería venir al pueblo a darte un curso intensivo de dirección cinematográfica, digo.
No, no, perdón, reculo, sé que vos tenés que vivir, viajar, beberte el mundo. ¡Qué coraje!