lunes, 9 de diciembre de 2019



CARTA A MARIANA, DONDE SE DICE QUE LOS ZAPATEROS SE DEDICAN A LOS ZAPATOS

Querida Mariana: Todavía no hay estadísticas. No sabemos cuántas personas acudieron a la FIL 2019, en Guadalajara. Lo único que sabemos en Comitán es que asistieron los DGPR (director-gerente-propietario-responsable) de las dos librerías comitecas. Y esto, que parecería intrascendente, porque se perderá en las estadísticas de miles y miles de asistentes, es una gran noticia para Comitán. (La otra librería que existe en Comitán es de la cadena librera Porrúa.)
Alonso Villagómez Ruiz y Samuel Albores Amezcua estuvieron en la FIL 2019. ¿Y? ¿Cuál es la noticia? ¿Cómo que cuál es la noticia? ¡Pues esa! Dos libreros comitecos acudieron a la feria del libro, la feria más importante de lengua hispana. Esto, perdón, no es poca cosa. Al contrario, demuestra la profesionalización de las empresas comitecas.
Recuerdo algo baladí. Samantha, Ericka, Julio, Armando y yo entramos a una cantina en la ciudad de Querétaro. Después de dos o tres cervezas, el dueño del local jaló una silla y se sentó a platicar con nosotros. Dijo que en dos ocasiones había estado en Chiapas y que Palenque le había gustado mucho y lo mismo había sucedido con San Cristóbal de Las Casas y Comitán. En un momento determinado Samantha le preguntó si no le ganaba la tentación de beber de más en su establecimiento, el dueño del bar rio y dijo que él no bebía, que nunca había bebido. Samantha casi casi se cae de la silla. ¡Cómo que no bebía! ¡Cómo era posible que un abstemio se dedicara a ese oficio! Y el cantinero explicó que ese había sido su éxito y dijo que si fuera un bebedor seguramente su negocio ya habría fracasado.
Cuando el cantinero se paró, pedimos la caminera y Armando dijo que era un caso raro, conocía a muchos cantineros que se dedicaban a ese oficio porque conocían de primera mano todas las bebidas del mundo. Armando, lector empedernido, comentó que no imaginaba a un analfabeto dirigiendo una biblioteca. Armando dijo que el ciego Borges había sido director de una, en Buenos Aires. Sí, dijo Armando, pero él era uno de los lectores más prodigiosos del mundo, y bebió otro trago de cerveza. Además, dijo Samantha, Borges leía braille. ¿De verdad leía braille? La plática se fue por ahí, por el camino de las vocaciones y de los oficios. Ericka, comiendo una empanada pequeña con salsa verde, dijo que no concebía que un astronauta no conociera los secretos mínimos del universo, fue cuando dije que una de las primeras astronautas había sido una perra, Laika. No nos pondríamos de acuerdo. Mejor pedimos la cuenta y platicamos de otra cosa.
Pero, ahora que me enteré que Alonso y Samuel fueron a la FIL de Guadalajara recordé el eterno dilema de los oficios. Pienso que la gran ventaja de Samuel es que es un gran lector, por lo tanto, un excelente librero; pienso que es bueno que Alonso, quien creció entre libros y también es lector, haya ido a la FIL para beber el mundo que le heredó el abuelo, inolvidable personaje de nuestro pueblo. Sí, que los bolos beban trago y los alcohólicos anónimos vayan a Congresos donde sólo beben agua; que los arquitectos viajen para ver las obras de los grandes creadores del mundo; y que los que venden libros vayan a las ferias de los libros.
Yo estoy unido con un hilo infinito con ambos espacios, con ambos libreros, quienes son mis amigos. Tuve una librería en los años ochenta, en un local del Pasaje Morales. En ese tiempo uno de los pocos clientes consuetudinarios que tuve fue el papá de Samuel, el dueño de la Librería Lalilu. La librería era una filial de las librerías EDUCAL que existen en toda la república. Y el lazo de unión con la Proveedora Cultural me viene desde que tenía once años, cuando pasaba a comprar los libros de la Biblioteca Básica Salvat, cada semana. En la Proveedora me atendía don Rami Ruiz, quien fue un librero que me quiso mucho, tanto como yo lo sigo queriendo. Los cariños surgidos en librerías tienen la luz de la palabra embarrada en los corazones. Estos dos espacios siguen alimentando mi vida de lector.
Así pues, celebro que Samuel y Alonso hayan ido a la Feria del Libro, ambos se llenaron con el espíritu infinito de los libros impresos. Sin duda que su experiencia se extenderá hasta nuestras manos y caminará por nuestras mentes.
Posdata: Este año estuve muy cerca de ir a la FIL. Hubo un año que mi amiga Coco me ofreció su casa, porque ella estaría de vacaciones durante los días de la Feria. Vení, me dijo, y te quedás en la casa, así ahorrás lo del hotel; mi amiga Eva cada año me motiva a ir y a mí me escuecen las patías. Todos son generosos, saben que soy amante de los libros y que debería vivir la experiencia que vivieron Samuel y Alonso. Este año estuve muy cerca de asistir a la feria, diez o doce días antes de la inauguración, un amigo me dijo que un grupo de amigos comunes había decidido invitarme con todos los gastos pagados. ¡Uf, estaba la mesa puesta! Pero, como siempre sucede, hubo imponderables que me tendieron una zancadilla y ya no fui. Como dicen los sabios: Ahí será para la otra. Mientras tanto celebro que mis amigos hayan ido y la hayan disfrutado.
Mentira: Ya dijeron cuántos lectores asistieron este año: Más de ochocientos mil lectores. ¡Qué prodigio!