jueves, 2 de julio de 2020

CARTA A MARIANA, CON ESPECTACULARES QUE DAN CUENTA DE ESTOS TIEMPOS



Querida Mariana: Tres elementos llamaron mi atención: el cielo, el espectacular y el alto en el semáforo.
¿Viste qué cielo más hermoso? A veces, el cielo comiteco aparece así, empedradito, como si nos remitiera a una imagen del Comitán de los años cincuenta, cuando las calles estaban empedradas.
Pero, el Comitán de esta imagen es el Comitán del año 2020, el año encementado, el año de la pandemia. El cielo está empedradito con nubes afectuosas, pero el ánimo de muchos está empedrado con losas de cemento.
Todo ha cambiado. Hay cosas que son un prodigio de estos tiempos, como los teléfonos celulares, como el google maps, como el Internet, como tu sonrisa, pero hay cosas que afean nuestros cielos de este siglo XXI. La imagen limpia de los cielos que miraban nuestros abuelos, ahora está contaminada con decenas de espectaculares que cortan el vuelo de nuestra mirada. Los espectaculares están diseminados en todo el bulevar. Son signo de los tiempos. Hay que entenderlo, uno quisiera que nuestras calles estuvieran libres de cables, pero necesitamos la energía eléctrica, necesitamos el cable para ver la televisión. No tuvimos la capacidad para hacer instalaciones subterráneas y ahora, nuestra mirada se topa con telarañas por doquier.
Acá, la imagen limpia del cielo empedradito se ve interrumpida por el espectacular en fondo morado, con la silueta de una chica que viste una blusa azul, casi del mismo azul del cielo.
Pero, digo que esta imagen es signo de estos tiempos, tiempos donde hay semáforos, lámparas led y sistema de videocámaras.
Y es signo de estos tiempos, porque el espectacular no anuncia empresa alguna. Es un mensaje del gobierno, que aprovechó el espacio para dar un mensaje en tiempos de pandemia.
La pandemia llegó como antes llegaba la lluvia bendita, sin avisar. Pero la bendición de la lluvia de todos los días está ausente, porque ahora, el virus moja nuestro ánimo, al grado que todo está húmedo. Ahora caminamos, por desgracia, como si los zapatos se mojaran por siempre.
Es imposible no ver el espectacular. Esto lo saben muy bien los publicistas, por eso, las ciudades de todo el mundo ahora están plagados de espectaculares que entran por nuestros ojos con la impudicia del que se sabe poderoso.
Pero este espectacular manda un mensaje que me impacta, es un mensaje brutal, pero esperanzador, a la vez. Acá (perdón, la fotografía es pequeña) no se aprecia lo que dice, pero ahora te paso el texto: “Líneas de atención directa A Mujeres Víctimas de Violencia. Durante esta contingencia sanitaria ¡no estás sola! Teléfono 9631893747.”
¿Mirás? La pandemia no sólo trajo la incertidumbre del contagio y de la precariedad económica, ¡no!, en muchos hogares también está presente otro monstruo: el de la violencia intrafamiliar, la violencia que sufren muchas mujeres por parte del machismo de sus hombres. ¡Ah, qué caro pagamos siglos de tradición, de falta de procesos educativos! Ahora, este México bendito sufre la ignorancia ancestral, ignorancia que lleva a muchos a pensar que el virus no existe, a pensar que las brigadas que fumigan para matar zancudos (que pueden contagiar a las personas con dengue) son polvos que diseminan el coronavirus. ¡Ah!, cuánto daño nos ha causado la educación recibida en casa, cuando el papá ordenaba que su barraquito no debía lavar trastos, porque eso era cosa de las viejas, y mandaba a la hija a servir a su hermano el plato en la mesa, porque eso era el papel que debían desempeñar las viejas. Los roles estaban desplazados a los extremos. México nunca alcanzó el justo medio. Por eso somos una sociedad polarizada.
Pero digo que llamó mi atención, asimismo, el alto en el semáforo que obligó a todos, motociclistas y automovilistas, a detenernos, a hacer un alto.
Me detuve, tomé la fotografía y pensé que, ahora, la contingencia nos obligó a hacer un alto a la vida desenfrenada de todos los días. Ahora, muchos (esperanzados) piensan que cuando todo pase (no pasará pronto) la sociedad reflexionará acerca de lo esencial de la vida.
¿Será así? Difícil, los maldosos seguirán siéndolo, los violentos lo seguirán siendo. Por esto, qué bueno que las mujeres víctimas de violencia no están solas. Ahora, gracias a iniciativa de grupos y asociaciones de mujeres inteligentes y valerosas, en Chiapas (saludos Lupita de Isuk’e), la violencia intrafamiliar se persigue de oficio, para que las mujeres sepan que no están solas.
Posdata: El sentimiento de soledad nos persigue desde siempre. Los sabios nos dicen que estamos solos, que nacemos solos y moriremos solos. En estos tiempos de pandemia, la sensación de soledad se acrecienta.
Ojalá, mi niña, ojalá, que, pronto, nuestros cielos vuelvan a ser limpios, azules, prodigiosos, y que los únicos empedraditos sean con nubes afectuosas, con empedraditos como de calle del Comitán de los años sesenta. Ojalá. Mientras tanto te deseo salud, ¡mucha salud, siempre!