viernes, 10 de julio de 2020

CARTA A MARIANA, CON UN LIBRO ABIERTO




Querida Mariana: Cada año, los lectores esperamos con ansia la celebración de la Feria Internacional del Libro, en Guadalajara. Nunca he ido, pero siempre estoy pendiente de lo que allá sucede, a través de notas periodísticas y de videos. Me encanta ver cuántos lectores recorren los pasillos y se emocionan revisando las novedades y asistiendo a conferencias con los autores de prestigio.
Ahora, la pregunta es: ¿Qué sucederá con la FIL en este año de pandemia? Ayer, como muchos lectores, me enteré de dos declaraciones emitidas por personajes importantes de la FIL: un editor de prestigio y el presidente de la Feria. ¿Mirás? Dos columnas esenciales para este edificio intelectual. El presidente, porque es quien organiza todo el tinglado; y el editor, porque es quien presenta la oferta. Falta, por supuesto, conocer la opinión del tercer elemento fundamental: el lector.
¿Qué dijo el director de Cal y Arena, prestigiosa editorial de México? Uf, su declaración fue la siguiente: “Lo mejor que ocurrirá en los pasillos, desinfectados o no, será el rebrote del virus que ha matado, hasta hoy, a veintisiete mil mexicanos.” Uf, declaración fortísima, pero que tiene su sustento en la realidad brutal que vivimos. El director de Carl y Arena, por supuesto, informó que su editorial no acudirá a la cita anual.
¿Y qué dijo el presidente de la FIL? Mirá que comentó en el noticiario Aristegui Noticias: “Si en octubre hay más de cien contagios diarios en Jalisco no habrá feria.”
Con este panorama, ¿qué pensará el lector que acude a la cita cada año? Todo está como en un puente con rajaduras en los cimientos. Si alguien decide cruzar por ese puente sabe que se puede caer. ¿Vale la pena hacer el intento?
La FIL está metida en una encrucijada difícil, inédita.
¿Qué hacer? Bueno, parece que el mundo está exigiendo nuevas formas. Los expertos han dicho que el mundo ya no volverá a ser como era. Por lo tanto, las grandes empresas del mundo deben buscar, como diría Rosario Castellanos, otras formas de ser.
El mundo editorial deberá reinventarse, los autores deberán hacer lo mismo y los lectores no podremos quedarnos atrás. Debemos presentar el mundo de otra forma, para verlo con otros ojos y vivirlo viendo hacia el porvenir, jamás hacia atrás. La vida está en el horizonte.
Una amiga me dijo que la vida está por encima de todo, encima de ferias populares y de ferias intelectuales.
Recuerdo ahora que un día, el escritor Fabio Morábito comentó que las grandes editoriales ya no programaban presentaciones de libros, la tendencia de esos tiempos era que el departamento de comunicación de una editorial agendaba entrevistas en medios impresos (periódicos y revistas) y en medios electrónicos (noticiarios televisivos y en redes sociales). Las presentaciones de libros ya eran una práctica caduca que sólo se realizaba en pueblos amantes de las tradiciones declinantes, decimonónicas.
¿Quién ahora, en su sano juicio, piensa asistir a la presentación de un libro en una sala cerrada? Ahora (ya hemos visto algunos ejemplos), algunos autores han presentado sus obras más recientes a través de redes sociales y han modificado los protocolos tan ceñidos y bobos, donde dos o tres amigos o personajes importantes eran los comentaristas.
Estos tiempos exigen protocolos novedosos, ingeniosos.
¿Sabés qué vi hoy en la mañana, en televisión? Vi un programa en HolaTv, donde dijeron que París, cada año, presenta en este mes las pasarelas de los grandes diseñadores de la moda. Bueno, este año, no dejarán de hacerlo, pero lo harán en forma virtual. En lugar de que la pasarela con novedades sea presenciada por un selecto grupo de invitados, ahora todo mundo podrá apreciarla en redes sociales. ¿Mirás? París (faltaba más) comienza a reinventarse para no perder el lugar de privilegio que tiene en la moda mundial.
¿Qué dijo el presidente de la FIL? Dijo que si tal cosa sucede no habrá feria. Y como tal cosa sucederá, entonces no habrá FIL.
¡Ah, qué pena! ¿Y la reivención? ¿Y la creatividad?
Posdata: Digo que nunca he asistido a la FIL, pero cada año me he emocionado con el suceso. Me gustaría que la FIL se reinventara y presentara este año una feria diferente, sin riesgos de salud, apostando por la creatividad y por los nuevos tiempos que, bien enfocados, pueden ser prodigiosos.
Un día apareció el libro digital y todo mundo lector pensó que el libro impreso era insuperable. El mundo lector habló de la calidez del impreso, del aroma del libro nuevo, de la posibilidad de llevarlo a todos lados, de la grata sensación de palparlo y dar vuelta a la página, con dedo ensalivado incluido.
Ahora, poco a poco, un sector de lectores aprecia la bendición de los digitales, la posibilidad de comprar un digital en minutos y la maravilla de tener en un sencillo chunche electrónico una biblioteca que puede contener más de cinco mil ejemplares.
Los lectores de libros impresos mutan, poco a poco, a las nuevas propuestas tecnológicas. El porvenir está en el horizonte.
Celebro la decisión de Cal y Arena. No pueden acudir a un acto donde la salud está en riesgo; lamento la decisión del presidente. No debería pensar en cancelar. Debería buscar una forma novedosa para que la feria continuara, de otra forma, una forma inteligente y novedosa. ¿Por qué no hacer lo que está haciendo el mundo de la moda en París? ¿Por qué no hacer una gran feria del libro de manera virtual? ¡Ah, no, a mí no me preguntés cómo sería el protocolo de esta feria inédita? No soy el presidente de la FIL, pero tené la seguridad de que si lo fuera, ya estaría buscando estrategias para estos tiempos de pandemia, ya estaría poniendo cimientos para que la feria del pensamiento y de la inteligencia continuara. Si no, como dice mi Paty, cuando miro que me apendejo: ¡De balde tanto libro!
Uf. Qué pena. Nunca se enteró de lo que Fabio comentó: Las presentaciones de libros ya han modificado sus protocolos.