martes, 19 de abril de 2022
CARTA A MARIANA, CON UN SUEÑO NO SOÑADO
Querida Mariana: ¿has escuchado la canción “Soy un sueño”? Es un título genial. Si un amigo te dijera: “soy un sueño”, ¿le preguntarías sueño de quién: de él o de alguien más? Porque la frase deja esa interrogante. Sí, sos un sueño, pero ¿sos tu sueño o el sueño que alguien más soñó? Mónica dice que ella le habría puesto: “Soy mi sueño”, así la rendija quedaría sellada. Esto sería como la confirmación de lo que dice: “Soy arquitecto de mi propio destino”. En estas dos últimas frases existe la certeza de que el ser humano es quien modela su vida, como si cada persona fuera un maravilloso Miguel Ángel. Bueno, no todos, no todos, hay algunos que hacen una mezcla rara de sus vidas y en lugar de construir una sublime escultura como las de Rodin terminan haciendo un amasijo de plastilina del niño menos aplicado del jardín de niños.
A mí me encanta el título de la canción, incluso, me gusta la incertidumbre de no saber quién sueña ese sueño, ¿quién nos sueña? No hay certeza, porque en la vida todo es interrogante. ¿De verdad el que dice que es arquitecto de su propio destino lo dice con plena convicción? Lo dudo, lo dudo mucho.
Paul Auster, el gran escritor norteamericano, tiene una obsesión creativa: cómo se modifica el destino. A cada instante, los seres humanos decidimos una acción y ésta modifica el futuro. En su libro más reciente: “4 3 2 1” narra la vida de un compa con cuatro posibilidades; es decir, hay un instante en que cambia el rumbo y ya ¡es otra vida!
Así como inventó cuatro vidas pudo inventar más, porque cada vida es un invento genial. Sí, es cierto, lo que ahora sos se debe a las decisiones que has tomado, pero, hay algo que no está bajo tu control. No somos, la verdad, arquitectos al ciento por ciento de nuestro destino, ¡no! No somos nuestro sueño, porque si así fuera, ¡ay, señor!, habría millones de escritores famosos, grandes actores, soberbias actrices, pilotos de fórmula uno, futbolistas como Messi y más, mucho más. Muchas personas se “sueñan” siendo millonarios. No lo logran, se frustran, terminan siendo otro sueño. Un sueño modelado por circunstancias exteriores.
El gran poeta dijo que “la vida es sueño y los sueños, sueños son”. Todo evanescente, todo en medio de una burbuja de niebla.
El Cuestionario Molinari pregunta: “¿Qué soñabas de niño que serías de grande?” Tuvimos sueños. Vos, todavía soñás en ser. ¿Yo? A mis sesenta y cinco años apenas me queda un chisguete de ese sueño. Ahora sólo me dejo ir en este apasionante río de la vida, floto, con un par de tecomates.
¿Qué soñabas de niña? ¿Algo relacionado con el cine? ¡No estrella de cine! Pero, tal vez soñaste con ser directora. No lo sé. Es tu sueño.
¿Yo? No lo tengo claro, no tuve mucha conciencia de mi vocación, pero cuando comencé a escribir y a pintar, digamos, en forma más profesional, soñé con triunfar, claro que sí, soñé con vender muchos libros y vivir de ello, para ello. Soñé, asimismo, vender muchos cuadros y vivir de ello para ello.
No soy mi sueño. ¡No! Soy el sueño de otra entidad. Lo sé. Tengo lo que me corresponde. No se frustró mi sueño. Soy escritor, soy pintor, pero todo me fue dado a la mitad. No soy éxito de ventas literarias. Cuando presento un nuevo libro muchos amigos me felicitan. ¿Y la compra ‘apá? ¿Piensan que vivo del aire? Lo mismo sucede con mis cuadros. Ocasionalmente vendo alguna obra. He expuesto obra en la Galería Síntesis, en Puebla; en el Ex Convento de Chiapa de Corzo; y en la Galería del Instituto Chiapaneco de Cultura, pero jamás hubo alguien que dijera: ¡lo compro! Soñé con ser como la gran Remedios Varo. Muchos llegaban a casa de Remedios y si no tenía obra le pagaban por adelantado el cuadro que iba a pintar. Pero, sí, tenés razón, querida mía, no soy Remedios, ni para remedio.
Mi sueño no se cumplió. No soy mi sueño. Soy el sueño de otra entidad. Cuando lo acepté entendí que la vida está sujeta a hilos invisibles que no controlamos. Hay elementos externos que nos llevan por sendas inesperadas. No se cumplió mi sueño, no vendo libros, no vendo cuadros. Ocasionalmente. No vivo de ello, vivo para ello, pero no vivo de ello. ¡Qué joda! Mi sueño es el sueño de miles y miles de personas que, como yo, sueñan con ser escritores o artistas visuales y vivir de ello, como lo hace el comerciante, el carpintero, el que arregla la luz de las casas, el bolero.
Nunca soñé con ser famoso. ¡No! La fama no se come, la fama come a los famosos. Soñé con vivir de mi obra, de mi trabajo. Por ahí, mi sueño no se cumplió. Soy un sueño, pero no soy mi sueño, soy el sueño de otra entidad.
Me pareció una propuesta interesante lo de Paul Auster, con su “4 3 2 1”, pero, al final, algo no cuajó literariamente. Son cuatro vidas fraccionadas. ¿Lo leía siguiendo el orden? No. Esos saltos no eran agradables, porque es como si comenzara a contarte un cuento y luego continuara con modificaciones de la historia y luego otra modificación y una más. ¿Lo leía en forma fraccionada? Así lo hice. Fueron cuatro historias, cuatro libros. No cuajó la propuesta del gran Auster, excelente narrador. Él sí vive de sus libros. ¿Cómo logró su sueño? Ah, es la pregunta que nos hacemos millones y millones que soñamos con ser escritores, vender libros y vivir de ello.
Posdata: me gusta el título de la canción: “Soy un sueño”. Ya lo dijo el poeta: La vida es sueño y los sueños, sueños son.