domingo, 3 de abril de 2022

CARTA A MARIANA, CON UNA PALABRA

Querida Mariana: los expertos de lenguaje rastrean el origen de las palabras. Digo que las onomatopéyicas son las más fáciles de rastrear, porque están dadas por el propio sonido. Una de las más conocidas es ¡clic!, que ahora, con los chunches tecnológicos, se ha puesto de moda. Clic es el sonido que escuchamos al oprimir un botoncito. Claro, ahora ya hasta verbo existe: cliquear o clicar. Algunos jóvenes dicen: “Abuelo, clicá acá” y le explican dónde debe hacer clic, en el mouse de la computadora. Ahora que escribo esta carta hago clic en el “ratón” de la computadora. ¿Ratón? Pues así le decimos a ese chunche, no me preguntés. Comencé la carta diciendo que quienes rastrean el origen de las palabras y sus usos son los expertos del lenguaje. En los años setenta, los chavos usábamos la palabra ratón como sinónimo de rato. “Nos vemos al ratón”. Había ratones grandes y ratones chiquitos, dependiendo de la tardanza. Acá, quiero pensar, usamos la palabra ratón por la cercanía con la palabra rato. Hay muchas palabras que se aplican por esa cercanía sonora. ¿Qué es sábana? Sábana, ¡no sabana! La sabana tiene que ver con una extensión de tierra donde vive, entre otros animalitos, el león. Sábana es ese pedazo de tela que colocamos en las camas, y si es ciento por ciento de algodón pasa el examen. Bueno, pues en los años setenta, muchos de mi generación usábamos la palabra en plural: ¡sábanas!, como sinónimo de aceptación. ¿Nos vemos al ratón? ¡Sábanas! No me preguntés, pero era por cercanía con alguna otra palabra. Lo simpático es que nos entendíamos perfectamente. Imaginá a un extranjero estudiante del castellano. Pobre si hubiera caído en nuestras manos. Habría terminado haciendo chiras su cabeza. Sólo pensalo un instante: ¿Nos vemos al ratón? ¡Sábanas! ¿Qué habría pensado? ¿Qué habría traducido en su mente? Por lógica el ratón es el amigo que se merenda el gato y la sábana la tela que cubre la cama. La imagen que habría hecho de las dos frases sería algo bien surrealista, que las imágenes de Dalí son mera botana. ¿Cuál es el sonido que hace un tambor? Tam Tam, así lo escuchamos. Así, el instrumento que provoca el sonido se llamó tambor. Eso es una genialidad, ¿a poco no? La criatura de la caricatura de los Picapiedra diría que, entonces, el instrumento debió llamarse Tam Tam, pues él se llama Bam Bam. Ahora bien ¿cuál es el sonido que hace una campana? En lugar de la eme final lo convertimos en ene: tan tan. Pero, la abuela Susana, cuando deseaba terminar una plática que le enojaba decía: ¡tan tan!, para significar final. La prima Elena la molestaba, decía que si ella fuera directora de cine, al final de sus películas, en lugar de poner la palabra Fin, escribiría ¡Tan tan! Y es que en la pronunciación de mi abuela, el segundo tan era como punto final: tan ¡tan! Las campanas del templo de Guadalupe, cuando llaman a misa, lanzan un choricero de tan tan, es uno tras otro, no existe un número preciso, es variable, lo que no se modifica es cuando aparece el símbolo del primer repique o primera llamada: tan, un solo badajazo; cuando es el segundo repique ya suenan dos: tan tan, con cierta pausa intermedio; y en el último repique, a la hora que iniciará la misa, dan tres repiques: tan, tan, tan. Por eso, la molestosa de Elena decía que la abuela Susana era “la segundo repique”. Cuando los amigos van a La Tablazón piden dos cerbatanas, los meseros de inmediato entienden, sirven dos cervezas. Las cervezas deben estar helodias; es decir, frías; frías como nalga de muerta. ¡Ay, señor, pobres estudiantes extranjeros del idioma castellano! Posdata: cada palabra es todo un sendero. Algunas palabras son antiguas, cargan una gran historia; otras son recientes. La aparición de chunches tecnológicos obliga a que los usuarios aprendamos y usemos novísimas palabras y que las acomodemos a nuestros modos. El chunche se llama escáner y nosotros, en estos tiempos, escaneamos. El otro día escuché a un joven decir que su tío andaba escaneando a una chica (entendí que el tío rabo verde le estaba dando un repasón completo con la mirada). Al lado de la entrada de la gloriosa escuela Fray Matías de Córdova (en Comitán), desde hace años existe una caseta que vende, entre otros antojos, los famosos hotdogs (perros calientes). ¿Sabés cómo los pide Armando? Pide dos “jochos”. ¿Jochos? Qué prodigio.