jueves, 14 de abril de 2022

CARTA A MARIANA, DONDE SE DICE QUE COMITÁN ES DE LAS FLORES

Querida Mariana: el chiste se cuenta solo. Las chicas de apellido Flores siempre presumieron que Comitán era de ellas. La poeta Mirtha Luz Pérez dijo “Yo no soy de Comitán, Comitán es mío”. Pero, los chicos de apellido Domínguez sostienen que Comitán es de ellos. Comitán fue llamado en un tiempo Comitán de las flores y ahora se llama Comitán de Domínguez. La mayoría de ciudadanos dice simplemente que vive en Comitán. ¿Por qué digo esto? Porque el otro día vi una fotografía a vuelo de pájaro, del centro de Comitán, tomada por el genial fotógrafo Roberto Chávez. Entiendo que la fotografía la tomó con un dron. Esto permite que visualicemos con gran precisión parte del centro histórico de Comitán. Ah, qué privilegio ver desde la altura el centro de nuestro pueblo, con una toma de gran belleza. Vi la fotografía y pensé que Comitán fue de las flores, nunca de los árboles, aunque, hubo un tiempo que Comitán estuvo lleno de árboles. Te mando un boceto que hice a partir de esa fotografía. Por supuesto que este dibujo no muestra la belleza de la imagen de Roberto. ¡No! Porque lo que deseo remarcar es la ausencia de árboles en esta manzana. ¡Casi total! Entiendo que las manzanas cercanas al parque, desde siempre, han tenido pocos espacios verdes. En una fotografía del Comitán de los años treinta, que está tomada desde el centro hacia la zona del barrio de Guadalupe se observa lo contrario, pocas casas y muchos árboles. En ese tiempo, los terrenos eran amplios, una mínima parte se empleaba para construir las casas y lo demás era el llamado sitio. Ah, espacios maravillosos, llenos de árboles, donde los niños de esos tiempos jugaban a ser Tarzán y brincaban de árbol a árbol. Cada sitio era un gran pulmón. Esto contribuía al maravilloso clima templado que siempre presumimos. Hoy, Comitán sigue teniendo uno de los mejores climas de Chiapas, sin duda, pero, la verdad es que ya no tenemos un clima templado, tenemos un clima caluroso de baja intensidad, digamos. ¿Por qué? Es sencillo, las necesidades habitacionales obligaron a talar árboles y a dedicar esos espacios para construir viviendas. Los pulmones urbanos se perdieron y esto alteró nuestro clima. Sí me sorprendió ver que en la manzana del Hotel Internacional, sólo en el espacio que destina para estacionamiento de autos tiene unos arbolitos pequeños, se ven como bonsáis desde la altura. No hay más. Por ahí hay otro patio en medio de las techumbres que cubren casi el total de la manzana, pero en ese patio no hay un solo arbolito plantado. El pulmón de esta manzana sólo respira en el estacionamiento del Hotel, con poquísimos arbolitos. Digo que en los años treinta, la panorámica de Guadalupe es bellísima por tanta arboleda. Sin duda que esta manzana central no tenía el generoso verde, pero no sé si tenía la visión plana que ahora muestra. ¡Dios mío! Hace falta que sembremos arbolitos en el Comitán de las flores. Lupita Ruiz, comiteca que radica en Canadá, sugirió que los comitecos coloquemos macetas en ventanas y balcones, para hacer más agradable la vista y para dar el tono de vida a la ciudad. Es una buena idea, pero, ya sabemos que la desidia también es parte de nuestra personalidad. Así como desaparecieron los generosos sitios de las casas, de igual manera se extravió el espíritu de comunidad, ahora, muchas personas velan sólo por sus intereses personales, están ausentes las grandes iniciativas en apoyo al espacio donde convivimos. Por fortuna, la manzana del Hotel Internacional está al lado del parque central, lugar donde (gracias, Señor) existe una generosa cantidad de árboles. Eso hace el balance, pero es insuficiente. Cuando la civilización llega, dentro de su maleta trae males apocalípticos. En los años cincuenta llegó el progreso a Comitán, inició la transformación radical de la ciudad. Los sitios comenzaron a desaparecer, con ellos ¡los árboles! Comitán nunca fue de los árboles, ¡no!, pero llevaba un buen equilibrio de lo artificial con lo natural. Posdata: vi la foto genial del gran Roberto, la disfruté, porque fui como un pájaro viendo el centro desde lo alto, pero cuando busqué un arbolito para posarme, mi pregunta fue: “¿Y los árboles, ‘apá?” La respuesta fue, muy al estilo comiteco: “¡caso hay!” En países civilizados, conscientes del problema del calentamiento global, realizan acciones para recuperar áreas, incluso, llegan a construir azoteas verdes. Acá suena como ficción. ¿Quién se avienta ese tronco a la uña? El contador Moya propuso que las autoridades municipales adquieran predios para hacer plazas verdes. Es una propuesta generosa, pero ¿cuál es la respuesta usual? ¿Qué hacer? Los urbanistas tienen la palabra. Si ves con atención el boceto que anexo, verás que es una imagen que asfixia, es como una mano que cubre la nariz y no permite respirar. ¿Qué organismo puede vivir sin pulmones?