sábado, 28 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON FOTOGRAFÍA DE LO QUE SERÁ LA FOTOGRAFÍA OFICIAL

Querida Mariana: en mis tiempos decíamos: “Detrás de los telones”; hoy, ustedes, los jóvenes, dicen: “Detrás de cámaras”. Ustedes tienen razón. Acá está el “detrás de cámaras” de una fotografía que será la oficial de graduación de un grupo de tercero de secundaria del glorioso Colegio Mariano N. Ruiz. Y tienen razón porque en un “detrás de cámaras” se toman fotografías de fotografías que se toman con cámaras. Pero, lo otro también tenía su encanto, porque aludía al teatro y cuando hablamos de este arte sabemos que tocamos algo íntimo de la vida, el teatro es una actividad artística que sintetiza la vida. Empleábamos un término teatral, porque era como husmear detrás del escenario. En forma metafórica hacíamos el telón a un lado y tomábamos la fotografía donde los fotógrafos expertos hacían su trabajo. ¿Por qué se hacen los “detrás de cámaras”? Porque dan cuenta de aquello que no se verá en la fotografía oficial, la que estará colgada en las paredes de las casas, en los álbumes, en un espacio especial de los Colegios. Todas las fotografías tienen su particular encanto. Es difícil seleccionar la favorita cuando vemos un álbum, porque ¿cómo elegir entre tanto instante prodigioso? Antes de la aparición de la fotografía, las personas pudientes recurrían a los pintores para que “inmortalizaran” sus retratos. En el siglo XVIII no hubo fotografías para documentar la historia. En un libro de arte que leí hace años encontré que definían como “el mayor atrevimiento de la historia” la presentación del rostro de Jesús. Hoy, los métodos científicos nos dicen que el verdadero rostro de Cristo estuvo lejos de esa figura hermosa que aparece en las imágenes religiosas. Y si conocemos al Quijote es gracias a los grabados de artistas que rescataron en forma prodigiosa la descripción que hizo Cervantes. Ahora mismo tenés en tu mente las imágenes de Jesús y del Quijote, ¿verdad? Pues eso se debe a que artistas geniales, antes del descubrimiento de la fotografía, hicieron impresiones de sus imágenes, con pinceles, con lápices. Ah, qué genialidad. Hoy, ¡benditos tiempos!, todo mundo puede imitar al dibujante y pintor José Luis Cuevas, quien hacía un autorretrato pintado cada mañana. Hoy, todo mundo se toma selfies y esto que es muy común es un acto memorable, porque deja constancia del tiempo. Podemos, con un teléfono celular, tomarnos todas las selfies que deseemos, hasta que estemos satisfechos con una fotografía donde salgamos más favorecidos. Y si el resultado no es el deseado, pues aplicamos filtros donde los gordos se vuelven flacos o los desnutridos se muestran galanes. Si ahora revisaras el álbum donde están todas tus fotografías, ¿cuál elegirías como tu favorita? Difícil labor, ¿verdad?, pero, sin duda que de las fotografías más cercanas están las familiares. El papá enseña la foto donde está su abuelo y los hijos preguntan: ¿él fue mi bisabuelo? Ya no lo conocieron físicamente, pero gracias a las maravillosas fotografías hay testimonio de sus rasgos físicos. Tal vez por ahí está la prueba de los ojos cafés claros que heredó una bisnieta. Las fotos familiares son apreciadas. Antes, en las salas de las casas comitecas había la costumbre de colgar los retratos familiares. Hoy ya no se acostumbra. En este cambio de actitud existe una señal que los sociólogos pueden estudiar y decir las modificaciones sociales que hemos padecido y que nos alejan de valores tradicionales. ¿Más fotos? Sí, también hay fotografías de mascotas que amamos. Por ahí aparece una foto donde la perrita está dormida en el regazo de la abuela, esa perrita fue parte de la familia. Un día, ¡qué pena!, se enfermó, el papá corrió con el veterinario, pero en la plancha vieron que tenía un tumor y… sólo queda su recuerdo en la fotografía. Fotografías maravillosas de un colibrí que llegó al jardín; de cielos, de atardeceres prodigiosos vistos desde Cash, de amaneceres sublimes a la hora que vamos de compras a la Plaza o a la hora que viajamos hacia Tzimol. ¿Y qué decís con las fotos de infancia? Fotografías de un tiempo que parecería no pertenecernos, porque no lo recordamos con precisión y, sin embargo, el dedo que nos señala y la voz que nos dice: ahí estás a los seis meses de edad, hace que la memoria sienta un piquetito. Esa pichita bonita que está en la andadera sos vos, te reconocés en la mirada, en el asombro. Las fotografías del Comitán antiguo nos emocionan. También nos hablan de un espacio que no fue parte de nuestro día a día, pero que es como el abuelo del pueblo que nos cobija, donde nacimos. Es fascinante hacer un ejercicio de comparación, atestiguar los cambios producidos. Sí, sí, donde ahora está la Cristóbal Colón eran magueyales y escuchamos que el abuelo cuenta que ahí, de niño, iba con sus amigos a tomar aguamiel y don fulano de tal los corría, les aventaba piedras y, a veces, con un riflito les soltaba perdigones. ¡Ah, muchachitos canijos, fuera de aquí, vayan a estudiar! Dejé al final de este somero recuento de fotografías las de generación, las que, como la que ahora ves, son recuerdo de los grupos escolares. Estas fotografías de generación tienen un encanto especial, porque acá no hay familiares y sin embargo, en muchas de ellas, aparecen los compañeros que luego son los grandes amigos, para toda la vida; asimismo no hay padres ni madres, pero, en muchas ocasiones, aparecen los maestros que nos ayudaron a encontrar caminos luminosos, los maestros inolvidables, los maravillosos formadores de conciencias, de espíritus nobles. También, hay que decirlo, están los compañeros maldosos, los que hacían travesuras, los que hacían bullying; asimismo, los maestros soberbios, los mala onda. Las fotografías de generación están llenas de anécdotas, de instantes de vida. Nos recuerdan que durante años formamos parte de un grupo, al que asistíamos día a día. Ese trato nos hizo hallar a amigos maravillosos, los que luego compartieron momentos prodigiosos en casa, a la hora de hacer la tarea, de preparar exámenes. Conozco, tal vez vos también, a parejas que se hicieron novios en el salón. Ese espacio compartido fue el lugar del encuentro. El destino los tomó de la mano, en forma individual, los llevó hasta esa escuela, ese salón y ahí dejó que las miradas se encontraran y que el prodigio de la flor naciera en sus parcelas que luego ya fueron una sola tierra. Sí, conozco varias parejas que se hicieron novios en el aula y luego se casaron y tuvieron hijos y los hijos acuden al mismo colegio donde sus papás estudiaron, donde se conocieron. ¿Existe una historia donde los hijos encuentran a sus parejas en el mismo espacio y repiten la misma y fascinante página del libro increíble? Es muy difícil elegir una fotografía entre muchas del álbum personal, cada una de ellas representa un momento especial, pero la fotografía de generación tiene un encanto sublime, porque atestigua el instante donde el grupo se disgrega, al recibir el documento de terminación de un ciclo, ese núcleo compacto se ramifica, cada uno toma un camino diferente. Muchas ramas vuelven a unirse, pero otras ya no se reúnen jamás. Así como hay historias de parejas que se hicieron novios en el aula, hay, también, fascinantes historias donde, muchos años después, él se encuentra con ella, en un espacio diferente, se reconocen como compañeros y se vuelven pareja. En el aula jamás supieron que estaban hechos para ser una sola flama, pero el destino es implacable, fascinante, y los une ya muchos años después. Entonces sacan la fotografía de generación y les dicen a los hijos en dónde está cada uno de ellos. Posdata: en el detrás de cámaras está la fotografía que muestra el antes y el después del momento oficial. Acá está el antes de la fotografía que cada uno de estos muchachos tendrá en su álbum personal, la que aparecerá colgada en el muro de honor del Colegio. En este momento los muchachos platicaban, bromeaban, esperaban la indicación del fotógrafo oficial. Ahora pueden tomarse muchas fotografías hasta hallar la que satisfaga. Antes, los fotógrafos profesionales no tomaban tantas fotografías, por eso, en algunas fotos de generación no falta el muchacho que mira hacia un lado en lugar de ver hacia la cámara, porque en ese momento pasó un abejorro a su lado y le llamó la atención. María Eugenia salió así en una foto de generación y una tía le dijo que qué boba, todo por andar papando moscas. María Eugenia, con sonrisa comprensiva, dijo: No, tía, pasó un ángel y yo lo vi. Ah, qué respuesta tan genial. Puede ser, hay seres iluminados que ven presencias divinas. Pensé que la fotografía de generación de María Eugenia era más especial, porque no era el recuerdo de una generación de estudiantes sino el momento único donde una niña veía, asombrada, iluminada, el paso de un ángel.