martes, 10 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON UN PEDAZO DE CIELO

Querida Mariana: ¿de qué color pintabas el cielo en tus dibujos de niña? ¿Verdad que sí? Acá, en genial composición plástica, dos mujeres permanecen con los pies bien puestos en la tierra, pero sus espíritus levitan en un maravilloso cielo. Ellas, la doctora María del Carmen Vázquez Velasco y la licenciada Chusy Coutiño, al lado de mi querida maestra María Elena Vázquez, son unas ciudadanas ejemplares. En ocasiones anteriores hemos comentado las acciones que realizan. Siguen la sabia prédica: sembrar luz en la pequeña parcela donde se vive. El mundo es amplio y basto, pero la transformación positiva inicia en el entorno. Ellas transforman el mundo, lo llenan de luz: colocan macetas con flores en las banquetas, basureros, bancas para descanso y frases o versos en las paredes, bien pintadas. La mirada del peatón de este rinconcito se ilumina. Imaginá caminar por estas calles y recibir los colores y aromas de las flores, de los arbolitos, de las calles limpias (hasta donde los cochinos lo permiten), de las fachadas pulcras, iluminadas, con frases que fortalecen la identidad de nuestro pueblo. Esta zona es un cachito del mundo, pero hace diferencia. En las redes sociales siempre existe un reconocimiento unánime por los actos que ellas realizan, porque es visible el bienestar que producen; y más voces insisten en que esto debería hacerse en todo Comitán. Pero, claro, una cosa es hablar y otra actuar. Ellas, sin mucha bulla, hacen, caminan, siembran estrellas en el cielo cercano. Estas estrellas iluminan el entorno, hacen diferencia. Esto debería hacerse en todo Comitán, en todas las ciudades de Chiapas, en todo México, pero no se hace. ¡No! Porque, ¡qué pena!, no todo mundo, como ellas, entiende el sentido pleno de la convivencia. Ellas siembran luz en su parcela y esta luz ilumina a quienes por ahí caminan. Se podría hacer un ejercicio y preguntar a los peatones qué piensan de estas acciones. Ya conocemos la respuesta mayoritaria, todos coincidirán que eso crea ambientes más nobles, más dignos, más vitales. Pero… Por eso, por ese pero, porque no todo mundo lo hace, la acción de ellas es digna de elogio y de reconocimiento. Ellas son sembradoras de estrellas en la tierra, lo hacen con los pies bien puestos, pero con el espíritu colocado en lo más alto; lo hacen con humildad, con sencillez, con pasión; siembran esperanza en los espíritus, alzan la voz y gritan que nuestro pueblo es grande y merecería ese destino, pero… Por eso, por ese pero que siempre aparece en el mundo, sus actos tienen más repercusión. Ah, lo que más asoma en el mundo es la desidia, el pensamiento egoísta, el sentimiento negativo, el espíritu destructor; por eso, cuando en el mundo asoman mujeres como Mary Carmen, como Chusy, como María Elena, el mundo se llena de aromas selectos, de líneas afables, de aguas limpias. Ah, si todo mundo fuera como ellas, pero no es así. Hay espíritus selectos, espíritus elegidos por el don del bien, por flores bondadosas. Sus espíritus son de esta estirpe. Sus actos reafirman lo que dice el mensaje en la pared: “Navegantes, felicidades, arribaron a buen puerto: ¡Comitán!” ¿Mirás lo que dice este mensaje de bienvenida? Comitán es un buen puerto. Siempre lo ha sido, y esto es así porque hay gente como ellas, que dan, que aportan, que siembran gajitos de hierbabuena en cada cachito. ¡Benditas sean! Y lo hacen con la humildad que acá se ve, banqueteando, orgullosas, sin poses falsas, con sencillez, como es característica esencial de los actos más luminosos. Ellas siguen dibujando como lo hacían de niñas en el salón de clases, todo lo dibujan con inocencia infantil, los cielos, ¡por supuesto!, los iluminan de azul, azul alegre, ejemplar. Posdata: agradezco lo que la doctora Mary Carmen Vázquez Velasco escribió en redes sociales al compartir esta fotografía: “En la calle que lo ve soñar cada mañana, todas las tardes y tal vez una que otra noche. Maestro Alejandro Molinari Torres, en su honor”. Es mi privilegio. ¿Ya viste? Ellas mandaron a rotular un mensaje que escribí en Twitter hace unos días. Estas frases las llamo “Tuitazos”. Nunca imaginé que iba a ver un tuitazo escrito en una pared, que es más que el cielo. Sí, debo reconocerlo, querida mía, me sentí chento. Doble privilegio porque, si mirás bien, mi nombre está en la pared donde aparece la placa con la nomenclatura y nombre de la vía: 5ª. avenida poniente sur, Martha Dolores Albores Albores, nombre de la amada cronista de Comitán. ¡Ah, qué alegría tan sublime! Como dicen los clásicos, sólo se permite una palabra en esta inmensa extensión: ¡gracias!