viernes, 27 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON NUBES CONVERTIDAS EN FLORES

Querida Mariana: caminé por el Comitán de 2022 y me topé con esta imagen. Sí, en la parte alta de una casa, de una planta, existe este abrazo para el espíritu. El tinaco es de otro tiempo, de tiempos cuando nuestra sociedad no padecía obesidad visual. El tinaco era mucho más discreto, menos obeso. Los actuales Rotoplas son nietos de este maravilloso tinaco. Hice el ejercicio de imaginación y no logré evitar la niebla. ¡No! Imposible imaginar que este macizo de flores nace de un panzudo Rotoplas, como sí puede uno imaginar que brota de este tinaco. Y esto es posible porque el aire y el agua son la esencia de las flores que siguen, maravillosamente tercas, brotando en los jardines comitecos, en un intento de no extraviar el nombre de Comitán de Las Flores, que sigue pronunciándose cada vez que cantamos el himno de este pueblo: “Comitán, Comitán de Las Flores…” Vi el tinaco y sentí que las flores rebosaban del tinaco, como si fuera una chistera de mago. En un pedacito de la fotografía se observa una viga de madera que sostiene dos o tres tejas de barro. ¡Sí, así era el Comitán de los años sesenta! Por fortuna, aún existe este bálsamo para el espíritu de la identidad. Un día, ya lo hemos platicado, los elementos constructivos cambiaron. Esta clase de tinacos fueron sustituidos por unos cuchotes de asbesto, luego, nos dijeron que el asbesto es un elemento dañino para la salud, por lo que fueron evitados y llegaron los no menos inflados Rotoplas. Las vigas de madera fueron sustituidas por trabes de cemento o por vigas metálicas y las tejas de barro dejaron su lugar a los colados de cemento, “colados”, nunca tan bien nombrados. Hoy está de moda el concepto de reciclaje. Este término viene, también, del pasado, de cuando los objetos no eran desechables. Las abuelas conservaban la lata donde llegaban las galletas y las empleaban para guardar diversos chunches, desde papelitos (cartas, oraciones, fotografías) hasta anillos, aretes de ámbar y cadenitas de oro. Este tambo sirvió como contenedor de algún líquido o sustancia y luego lo utilizaron (lo siguen empleando) como tinaco. Cuando los métodos constructivos cambiaron, los arquitectos diseñaron algunos elementos para ocultar a los panzudos Rotoplas, porque son elementos necesarios, pero que ofenden la visión. Caminé por las calles de nuestro amado pueblo y hallé este privilegio para la vista y para el corazón. Fue como un bálsamo. Me detuve, estuve viéndolo varios minutos y tomé la fotografía para compartirla con vos, porque sé que a la hora que la mirés también sentirás una caricia en el alma. En los años sesenta desconocíamos el término desechable. Las empresas fabricaban los objetos con un criterio de larga duración. Ahora, es al contrario, pocas personas son conscientes del daño ecológico que provocamos al desechar miles y miles de chunches. El reciclaje ayuda al Medio Ambiente. Vi el tinaco del siglo pasado, sobreviviente maravilloso en este siglo XXI. Vi las flores, atrevidas, generosas, desparramarse llenas de vida, orgullosas por crecer al lado de un tambo coqueto, estilizado. Mi mirada captó el instante, instante que alargué como liga, para que durara, para que el aire siguiera silbando la canción: “Comitán, Comitán de Las Flores…” Posdata: procuro que mis instantes no sean desechables. Sé que el presente es apenas una flor que tarda una milésima de tiempo, apenas florece ¡se seca! No obstante, procuro conservar la luz del instante en mi memoria y en mi espíritu. Por eso, cuando salgo de casa voy pendiente de la aparición del prodigio, que siempre aparece antes de llegar a la esquina.