martes, 17 de mayo de 2022

DE PALABRA LIMPIA

A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que son como lengua para tacos; y mujeres que son como lengua comunicativa. Claro, todos saben que en esta división hay subdivisiones. A la mujer lengua comunicativa se le puede dividir en dos: la que comunica ideas propias, la reflexiva, la que es mujer Ensayo, fértil género literario; y la que sólo se dedica a compartir chismes. En todos los pueblos del mundo, hay que decirlo, existen más chismosas que ensayistas. Las chismosas son hábiles para formar redes de comunicación; las ensayistas son hábiles en la investigación bibliográfica o de campo. Las chismosas sólo realizan actividades de campo, entendiendo al campo como el espacio de convivencia suprema. Pobres los hombres que se creen dueños del universo y piensan que la cantina, donde se reúnen con sus compas, es el mejor lugar para la confidencia, para la anécdota, para el chiste jode honras. ¡Pobres! El espacio donde se diseña el mundo es donde se reúnen las mujeres hijas y madres del chisme. Ah, cómo disfrutan manchando honras ajenas, con qué alevosía avientan chismes como cachinflines. Dios mío, ¿de dónde sacan tanto veneno si no son coralillos, ni nauyacas o cascabeles? La mujer ensayo es de la estirpe de las grandes mujeres del Antiguo Egipto, sus caderas tienen la gracia del misterio de La Esfinge y su sonrisa el encanto de las dunas del desierto. Sólo los amantes osados logran penetrar en su mente, que es como una pirámide donde al fondo del túnel conserva su tesoro, no el “tesorito” absurdo y elemental del que habla Laura León, cantante popular, sino el conocimiento exquisito de todas las disciplinas del saber. Ella es la presencia permanente de lo que está por descubrirse, por eso, alienta el deseo, pero difícilmente cede, porque sabe que si el deseo se cumple se cancela. Lo importante de la vida está en la curiosidad infinita. Esto lo sabe la mujer ensayo, por eso es como gatita husmeadora, con mirada de búho, con astucia de zorra pura. Su personalidad tiene la grandeza de la pirámide de Keops, la ha construido piedra por piedra, con la paciencia de un artesano, con la precisión del artista que pinta la luz última en el rostro del retrato o del escultor que le grita a su obra: ¡habla! Su vida es como un puente de bambú: resistente y delicado. Siempre une orillas, las que están detrás de capas de niebla, donde sólo se escuchan ruidos estridentes. Si no fuera por ella, todo mundo pensaría que del otro lado hay monstruos y no los pájaros sorprendentes que imitan las mil voces, incluso la del puma, la del jaguar, la del lobo y de aquella mítica ave que, cuenta la leyenda, sedujo a pueblos enteros. La mujer ensayo es una gran sembradora, su palabra es maíz, es palmera, es pino con juncia fresca; cuando habla, con comedimiento, su amante recoge duraznos, papayas y mangos de manila. Su palabra es cuerda para brincar, pirinola, canica, pelota, alberca. Sí, su plática siempre es como trampolín, lugar preciso donde el salto sólo permite la diversión, el chapuzón en aguas limpias, transparentes, seguras. Cuando ella habla, sus palabras son como palmadas que llevan el ritmo, que reconocen la grandeza de la vida, que incitan a la acción. Mientras ella habla el mundo es como una muchacha que baila el famoso catala de los cronopios, de Julito Cortázar. Sí, ella es una maravillosa cronopia, que sí pía, gallina ponedora, cuida huevos, pisadora genial. ¿Qué hace cuando tiene hambre? Come. ¿Qué hace cuando se enamora? Vive. No le gustan los objetos rotos, por eso, ella no rompe la cuerda de la palabra, mantiene intactas a las oraciones, tanto las que los fieles envían a sus dioses, como las que los amantes enredan en las cinturas de sus amadas. Ella asume que el mundo es una infinita oración, un enormísimo e infinito rosario de palabras, de versos, por eso es una gran lectora de poesía. Le encanta leer a la Pizarnik, por ejemplo, quien, a su modo, fue una verdadera mujer lengua comunicativa. A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que son como extintas sonrisas de hielo, y mujeres que caminan por la vida como si fueran la divina garza.