lunes, 16 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON RECONOCIMIENTO

Querida Mariana: que cada persona reconozca sus entornos, que los amantes del fútbol reconozcan a los más grandes deportistas, quienes, con su talento y pasión, les propician instantes luminosos. Sin ser deportista ni amante de los deportes, recuerdo, con emoción, al Cobra Muñante, jugador de los pumas, en los años setenta. Una mañana entré al estadio universitario, a la hora de la práctica del equipo y tuve a Muñante, frente a mí, lo vi correr, hacer un sprint que lo hizo famoso. En ese momento la vida estaba concentrada en ese hilo luminoso que me unió con el gran futbolista. Por eso, entiendo a los fanáticos que hablan con pasión de jugadas magistrales. En la vida es importante reconocer los entornos, los espacios donde nos movemos. Nunca me atrevo a rebatir el comentario de un apasionado al fútbol, por ejemplo, ni de alguien que ha sido católico toda su vida ni de otro que es un vehemente de la política. Cada uno reconoce sus espacios. He conocido personas que son unas bibliotecas ambulantes de la historia del fútbol o de la historia de México. Ellos reconocen sus querencias, sus fortalezas. Me encanta escucharlos, ver la vehemencia con que abren los brazos, con que somatan las mesas con sus puños, con que sueltan sus palabras medidas, pero desbordadas. Que cada uno reconozca sus entornos y sus querencias. Jamás me atrevo a rebatir la opinión de un amigo coleto que sostiene que el mejor Pueblo Mágico es su pueblo; ni discuto cuando alguien afirma que San Cristóbal de Las Casas es la Capital Cultural de Chiapas. No lo hago, porque respeto lo que acá digo: cada uno reconoce sus entornos. Sólo quien vive la pasión del terruño puede hablar de él. Que cada uno reconozca sus entornos, que los apasionados a la danza folclórica hablen de los dones de esa manifestación cultural, que lo mismo hagan los lectores, los escritores, los críticos de cine, los amantes de la ópera, los jugadores de básquetbol, los nadadores, los agricultores, los cínicos y los desorientados. Que los comitecos reconozcan las bondades de su pueblo, de su maravilloso pueblo. ¿Yo? hablo de las cuerdas donde me sostengo, de lo que, durante toda mi vida, ha sido el eje de mis intereses, de lo que me ha hecho feliz. Mis intereses están en una rama específica del enormísimo árbol de la vida. Vos sabés que, como pájaro carpintero, he hecho mi hueco de vida en la rama del dibujo, de la pintura, de la lectura, de la promoción cultural, de la práctica editorial y de la escritura. Reconozco mi entorno, a la gente que aporta abono para que mi rama sea fuerte, llena de savia. Por eso, hoy, reconozco al licenciado Luis Ignacio Avendaño Bermúdez, porque en su gestión municipal alentó la publicación de la gaceta Kujchil, publicación que tuvo un tiraje de diez mil ejemplares mensuales. Sí, leíste bien: ¡diez mil ejemplares mensuales, de distribución gratuita! Jamás en la historia de los ayuntamientos municipales de Comitán hubo una iniciativa semejante. Estoy seguro que alguien tiene en su biblioteca personal ejemplares de Kujchil, porque son partecita del Comitán eterno. Esa iniciativa le hizo bien a nuestra sociedad. Que cada uno reconozca sus entornos, que los expertos en política hablen de ello, que los fanáticos del deporte hablen de sus bondades, que los alpinistas hablen del Everest o del Tacaná, que los bohemios hablen de las bondades de la guitarra y del ron. Hablo de mi entorno, de lo que es parte de la cinta de luz que me rodea, que me bendice. Hasta el momento, no ha existido una propuesta editorial similar de gobierno municipal como la que alentó el licenciado Avendaño Bermúdez, a quien, en el tiempo A. P. (antes de la pandemia) veía caminando por el parque o en alguna calle de nuestro Comitán. Posdata: que cada persona reconozca sus entornos, que dé testimonio de lo que le tocó vivir, de la luz que ha recibido por aquellos actos que han alegrado su vida. Cada persona ha tenido instantes sublimes, ha cortado frutos exquisitos. Los grandes futbolistas proveen momentos gloriosos a millones de fanáticos; los grandes directores de cine (vos lo sabés bien) generan felicidad en millones de cinéfilos, lo mismo sucede con los cantantes, con el béisbol, con el tenis, con el mejor billarista del mundo, con los magos, con los fisicoculturistas, con medio mundo. En Comitán, todos los amantes de la lectura y de nuestras tradiciones, vivieron un momento prodigioso, en el momento que abrían las páginas del Kujchil, voz que designa al chal con el que las madres cargan a sus criaturitas. ¡Qué bendición! Que cada persona reconozca sus entornos, sus fortalezas, sus querencias. Reconozco la luz que ilumina mi espacio.