domingo, 22 de mayo de 2022

CARTA A MARIANA, CON REJA DE PAPEL DE CHINA

Querida Mariana: en una conferencia que dictó la doctora Blanca Heredia dijo que Rosario Castellanos fue un “puente mágico entre Israel y México”. En 2022, el mundo celebra el cumpleaños 97 de nuestra paisana. En Comitán le colocamos una reja de papel de china en uno de los extremos del puente. Me gustó lo que dijo la doctora Heredia: Rosario fue un puente. En realidad, Rosario no sólo fue un puente entre Israel y México, sino también, en su propio país, lo sigue siendo. Rosario vivió el Comitán de los años veinte y de los años treinta, en ese tiempo nuestro pueblo era como una isla en medio de un mar de tierra, de polvo. La incomunicación con el resto del mundo era casi absoluta. Pero, Rosario leía. Supo que la palabra escrita eliminaba las distancias. Ella estaba en un extremo del puente, pero, gracias a la lectura podía llegar a otras orillas. El libro fue el puente. En su casa, había libros y, aunque con retraso, llegaba el periódico. Rosario advirtió que el periódico le traía el mundo. Pensar en recorrer el camino contrario fue sencillo para ella, que pronto halló su vocación. Los biógrafos comentan que ella, adolescente, envió un texto poético a un periódico de Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado de Chiapas y fue publicado. Podemos imaginar la emoción de Rosario al revisar el periódico y hallar su texto. En 2022 es difícil dimensionar ese acto. Hoy, los chunches tecnológicos permiten comunicarse con todo el mundo en forma inmediata. En los años treinta la simple comunicación con Tuxtla era una odisea. Rosario entendió que ese medio impreso era un puente maravilloso. Hasta antes de ver publicado su poema, ella había recibido noticias de la capital del estado y de otras partes; el mundo, a través de la palabra, había llegado hasta su orilla, pero el día que vio impreso su poema supo que ella también podía unir la orilla distante donde vivía. ¡Era posible superar esa distancia que parecía insalvable! Al lado de la lectura del periódico y de libros, había otros productos culturales que abrían huecos de aire en la burbuja opresiva de Comitán: la radio, aunque fuera con interferencia; y el cine, aunque fuera con cortes y, en ocasiones, con proyección de rollos equivocados. Aparte de las manos de amigas y familiares de la comunidad, había otras manos que se le tendían, podía saludar a más personas, con historias que nada tenían que ver con las historias del entorno. Había más mundo y la palabra era el puente que unía su orilla con las otras. Cuando estuvo en la Ciudad de México, la enormísima ciudad, ella, desde esa orilla cosmopolita, tendió el puente con su estado natal, siguió enviando poemas a los periódicos chiapanecos. Sus primeros libros fueron esencia de Chiapas. Algunos críticos llamaron literatura indigenista a ese periodo. Rosario nunca aceptó tal etiqueta. Lo que hacía Rosario era cruzar el puente, pepenar los hilos de la cultura de su estado natal y, como red de pescador, enviarla al mar. Su carácter le indicaba que debía tender puentes. Sí, la doctora Heredia lo dijo bien: Rosario fue un puente mágico entre Israel y México. Cuando Rosario estuvo como embajadora de nuestro país en aquella nación, dio cátedra universitaria, a los estudiantes les llevó un bonche de esencias mexicanas; y, desde allá, envió ensayos para publicarse en el periódico Excélsior. Rosario fue un puente mágico entre Israel y México, según el decir de la doctora Heredia. Ah, qué genialidad. Ella fue puente mágico, lo sigue siendo; ahora, su pueblo de infancia y adolescencia está considerado como pueblo mágico. La magia es un concepto que es puente para recordar a la paisana en su cumpleaños 97. Posdata: toda escritura es intento de puente, hay algunos que son endebles y se caen; otros son puentes maravillosos, de hamaca, titubeantes, pero resistentes; y hay otros que son puentes mágicos, como lo fue el puente Rosario. Hay puentes que salvan distancias enormes y unen orillas alejadísimas. El puente Rosario sigue vigente, a sus orillas le han crecido muchas flores, con esencias sublimes. En Comitán le colocamos una reja de papel de china, le cantamos las mañanitas, regamos juncia fresca en su patio, mientras toca la marimba. ¡Felices 97, Rosario, abrazo, siempre!