domingo, 29 de enero de 2023

CARTA A MARIANA, CON PILDORITAS

Querida Mariana: siempre llevo una pluma, un pedazo de papel y un libro. Nunca me aburro. Si debo esperar leo el libro o dibujo o escribo. Una pluma, un pedazo de papel y un libro son los ingredientes para ser feliz. Hubo un tiempo que fui más sofisticado. Tenía libretas donde pegaba documentos, fotografías, dibujaba y escribía. Se volvieron un gran archivo. Muchas personas me regalaron fotografías y programas valiosos: “para tu libreta”, me decían. Te he contado que esas libretas se volvieron materia morbosa codiciada. ¿Qué tanto conservaba ahí? Un día las quemé todas. Sí, con ellas se perdió un archivo valioso, para mí y para la historia de Comitán. Hubo papeles que sólo estaban en mis libretas. Desde entonces pensé que no debía acumular. Ahora llevo un pedazo de papel y una pluma, los empleo para escribir. A veces, alguna de las cartas que te envío las escribo en el parque mientras espero o mientras hago fila para pagar el servicio de televisión por cable (servicio del que nos quejamos muchos. Mi mamá aprovecha ver las misas por la tarde, las ve y escucha con intermitencias. A cada rato aparece el mensaje: “señal no disponible”. Mi mamá pregunta si no es posible que remedien ese fallo tecnológico. No, mamá, le digo, este servicio es chafa. Y así la llevamos. Nosotros, como todos los usuarios, cumplimos con el pago puntual y la empresa del cable nos da cada vez menos canales y cada vez con más fallos. Ah, país, te amo mucho, pero reniego de tu modo de ser mediocre y rascuache). El otro día revisé la gaveta del escritorio de la oficina y hallé un papelito con pildoritas escritas a bote pronto. Te las comparto, sólo como un divertimento, como muestra de pierdetiempos, de mamaditas, de orgasmos mentales precoces: • Era tan racista que no comía nueces “de la india”. • Juan era tan discriminador que no toleraba ninguna raza indígena. La que más odiaba era la totoNACA. • Pedro, primo hermano de Juan, no comía las espiNACAS. • Era tan bobo que pensaba que comiendo Vitamina C sabría de todo. • Hablaba como español, pero no era de España. Él aseguraba que hablaba así porque comía muchas empanadas de SETAS. • Como era medio sordo equivocaba las palabras. No tomaba limonada porque no le gustaba que fueran de limones DEPRIMIDOS, ¡EXPRIMIDOS!, corregía la abuela. • Así como hay verduras, ¿hay verBLANDAS? • Así como hay hortaliza, ¿hay hortaCORRUGADA? • Se creía tan superior que nunca tomaba CARTA BLANCA. • “Siempre hay un pero”, dijo doña Llana a don Áspero. • Como era medio sordo equivocaba las palabras. Cuando le ofrecían un platillo japonés con algas, se levantaba de la mesa y decía que las japonesas aparte de culonas eran unas ofrecidas. • Así como hay martillo, ¿hay martitú, martiél? • ¿Las herramientas nunca dicen verdades? • El acorde se acordó que tenía acuerdos y huyó de la banda. • El tango dijo tengo tingo y tongo y se puso a bailar un ritmo desordenado. • Doña Soponcio se casó con don Patatús. Cuando nacieron sus gemelos, todo mundo supo que se llamarían: Telele y Tramafat. Sí, son mamaditas. Así me divierto. Veo una palabra y la pongo a rodar como si fuera canica, en cuanto entra al hoyo (la canica), ¡chiras, pelas! Posdata: en los papelitos escribo muchas boberitas. En las libretas tenía ideas para cuentos, que se malograron, pero también tenía recaditos. A la gente de acá le interesaba enterarse de los recaditos y no de los cuentitos. Quemé las libretas. Me consideraban un simple recadero y no un escritor. Ahora, ni recibo recaditos ni los envío. A vos te comparto las boberitas, los divertimentos. No, no, las mamaditas ¡no! Capaz que se enoja tu novio. ¡Tzatz Comitán!