lunes, 16 de enero de 2023

CARTA A MARIANA, CON TOQUIDOS

Querida Mariana: tam tam. Dicen que es el sonido del tambor; dicen que por eso este instrumento de percusión se llama así: tambor; dicen que fue el primer instrumento musical. Tal vez sea así. Es tan natural somatar superficies con las manos. Por ahí hay un instrumento maravilloso que tiene un nombre simple: cajón. Se llama así por la forma: es un cajón, y es maravilloso porque el ejecutante se sienta sobre él. Genial. Mientras el que toca los timbales se cansa de tanto estar parado, el “cajonista”, bien galán, toca sentado. Mi papá me inscribió en clases de piano y de marimba. Las dos actividades fueron rechazadas por mi ego. Nunca entendí la gracia de esos instrumentos. No lo entendí, porque ambos requerían estudio. Y siempre pensé que la música debía ser un disfrute como el de somatar las manos sobre una superficie. Desde niño me han gustado los instrumentos de percusión. Quien toca el piano debe aprender a leer partituras. Los expertos percusionistas también. Pero, estarás de acuerdo conmigo, cualquiera puede hacer música con las palmas de las manos al somatar cualquier superficie. El cajón es un instrumento maravilloso. Por ahí veo que tiene un hueco donde sale el sonido. El ejecutante se sienta encima del cajón y toca la pared de enfrente. Entiendo que el sonido sale por el hueco lateral. Qué instrumento tan genial. Ahora que escribo esta carta, sobre un teclado de computadora ¡hago música! Escucho el sonido que sale de mis dedos cuando aprieto cada tecla. Por ahí, el gran escritor portugués António Lobo Antunes dijo que la música es uno de los cordeles más resistentes de su creación literaria (perdón, le puse tilde a su nombre, porque en portugués lo lleva, en nuestro castellano no). Sí, a mí me encanta todo lo que al somatar provoca sonidos, música. Somos musicales. No somos pájaros, pero chiflamos y con la boca podemos crear música. No somos simios, pero a veces gritamos como monos aulladores y hacemos sonidos. ¿Hacemos música? Si le damos un sentido estético a los gritos ¡sí! Como juego a veces, cuando preguntan si tocamos algún instrumento, decimos que no tocamos más que la puerta. Lo decimos como juego, pero si le damos sentido a lo que decimos vemos que, en forma muy elemental, hacemos sonidos, que pueden ser musicales. También como juego, a veces tocamos una serie de sonidos que significan una mentada de madre. Pucha, qué códigos tan hermosos tenemos los seres humanos. ¿A quién se le ocurrió mentar la madre a través de claves sonoras? No sólo lo hacemos al tocar una puerta, también lo hacemos cuando vamos en el auto y tocamos el claxon. Ta tata ta ta, tata. Tam tam. Dicen que es el sonido del tambor. Por eso, dicen, tambor es una palabra onomatopéyica. En Comitán, al acto de tocar lo nombramos Toc toc. Hay un pájaro que se llama Tectec. El sonido de los segundos de un reloj es tic tic, tic tac. Pau dice que hay un personaje de caricatura que se llama Tuc Tuc. No lo sé. Las palabras son musicales. Unas más que otras. Lobo Antunes crea sinfonías con las palabras. Ah, es tan difícil lograr un texto musical. Hay algunos que se llaman poetas que derrapan en los primeros versos, porque les falta musicalidad. La poesía, sobre todo, es ritmo. El ritmo también debe estar presente en la narrativa. Los conductores de talleres sugieren que, si deseás expresar movimiento debés colocar palabras como si fueran ovejas y echarlas a andar, a correr, a volar, una tras otra, como un encabalgamiento trepidante, que los verbos sean como chorizo. Mirá cómo expresamos por escrito la mentada de madre: ta tata ta ta, tata. Es una serie de sílabas que lleva una secuencia, hay silencios y luego una seguidoña. Tam tam, dicen que así suenan dos somatadas de tambor. Una caja registradora hace un sonido metálico: tin tin, en concordancia con el sonido que hacen las monedas. Las monedas son metálicas. A mí me fascinan los instrumentos de percusión. Me asombra la forma en que algunas personas hacen música con las palmas de las manos. No todo mundo tiene la capacidad del ritmo; así como hay personas que nacieron incapaces para el baile y dicen que nacieron con dos pies izquierdos, así hay gente que al somatar las palmas de las manos parecen estar matando zancudos. Me encanta ver y escuchar a intérpretes de cante jondo. Mientras cantan parecen despertar el espíritu de las grutas cuando palmean rítmicamente. Posdata: toc toc. ¿Quién es? La vieja Inés. ¿Qué quería? ¡Un listón! ¿Lo leíste tal como lo jugábamos? ¡Qué ritmo tan maravilloso! ¿Verdad? ¿Quién es? La vieja Inés. Todo cuadra a la perfección. El juego se echaría a perder si la vieja se llamara Epifanía o Dorotea. A la hora de preguntar: ¿quién es? Para que exista música, la respuesta debe ser: la vieja Inés. Ah, qué genialidad. ¡Tzatz Comitán!